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1882 - RAFAEL GÓMEZ "EL GALLO" - GENIO y FIGURA -

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RAFAEL GÓMEZ ORTEGA   “EL GALLO” 

GENIO y FIGURA

Allí donde había querido la suerte que pudiese lucir todo su arte inolvidable, después de tres tardes seguidas de haber estado pésimo, a la cuarta se llenaba la plaza porque la gente no perdía la esperanza de que se presentase un momento en la lidia en que volviera a reaparecer aquel "Gallito" de las faenas imborrables.

 De su campaña en 1904, dijo el excelente crítico Serano García-Vao:

"Lástima grande que el hijo de Femado Gómez no sea más matador, aunque fuera menos torero.

Da pena ver un tan grande torero con tanto miedo (¿cómo lo vamos a llamar?) cuando tiene que estoquear.

Y es doblemente sensible, porque si hiciera un esfuerzo, aunque fuera muy pequeño, podría taparse y llegar a los primeros puestos, que no tocará nunca si persiste en su modo de ser cuando llega el momento supremo de la lidia.

En lo que respecta al torero, hay que descubrirse con respeto cuando el niño pone en práctica todo lo que sabe, y puede afirmarse que de “Fuentes” abajo puede llamar de tú a todos los que torean bien. La verdad en su lugar."

Pero vino 1908, y véase cómo se expresaba ya al terminar la temporada el tantas veces citado don Manuel Serrano García Vao:

"Si yo juzgara por los éxitos o fracasos del momento, por la impresión que deja en mí el trabajo de “Gallito”, tendría que decir o que es el peor torero y el más miedoso que pisa las plazas o que hasta hoy no ha nacido diestro más fino, más colosal, más artístico delante de los toros”. 

Tenía razón el mencionado revistero al hablar así.

En 1908, Rafael tuvo tardes tan completas, tan grandiosas, que ya sus partidarios se atrevieron a oponer de una manera ostensible, su figura frente a la de Bombita, hasta entonces dueño y señor de las multitudes.

Estamos en 1910, y es todavía Dulzuras el que opina:

"Si continúa mejorando su manera de matar, que hoy es mucho mejor que antes, y si consigue olvidar para siempre esas espantadas que hace delante de los toros, será la gran figura de los actuales tiempos.

Pero mientras siga con esas desigualdades que le hacen ser, en determinados momentos, un artista sublime y a renglón seguido tan malo y miedoso como el peor maleta, hay que censurarle y discutirle, aunque quien lo haga caiga en desgracia entre los admiradores de Rafael Gómez."

1911. Empieza diciendo el cronista a que nos atenemos:

"Bien quisiera, para desmentir a los que me han calificado y me califican de antigallista, tener muchas cosas buenas que contar de la temporada de 1911 relacionadas con el hijo de Fernando Gómez."

"Rafael Gómez no ha continuado mejorando su manera de estoquear, sino que por regla general ha matado mucho peor que mató en 1910, y tampoco se ha curado de las espantadas, sino que las ha dado mayores y más frecuentes, prodigándolas en aquellas plazas grandes en las que se jugaba el gran cartel qué con unas cosas y otras había alcanzado.

Luego si en 1911 ha matado peor y se ha espantado más, su campaña en conjunto queda muy por bajo de la que realizó el año anterior."

"Floja, en general, la campaña, ha sido fatal, con raras excepciones, desde agosto, y se ha fantaseado muchísimo acerca de las causas que le hicieron aparecer en no muy gallarda situación ante los públicos.

Dicen que sufre una enfermedad que consiste en ciertas preocupaciones y manías demostrativas de que no posee la integridad de sus facultades mentales."

1912. Volvamos a Dulzuras:

“En los libros de los años anteriores he encabezado el capítulo referente a Rafael Gómez con el título de “Gallito”; pero en el actual lo dejo en Gallo, porque desde 1º de octubre así figura en los carteles de Madrid, desde mayo en los de Barcelona y desde el año anterior en Valencia. Además, es oportuno el cambio, toda vez que este extraordinario torero ha cantado durante la temporada de 1912 más veces que las que ha cacareado, por lo que hay más motivo para quitarle el diminutivo."

En este año se destacan: la faena del 2 de mayo en Madrid, en que cortó la oreja del toro “Peluquero”, de Aleas al que toreó admirablemente de muleta y mató de una estocada corta un poco delantera, de la que rodó el bicho sin puntilla; el 12 del mismo mes y en la misma plaza se le fue vivo un toro de López Navarro, y tres días después, el 15, con el toro “Jerezano”, de Aleas, realizó una faena tan artística, torera y elegante, que hizo levantar de sus asientos a los espectadores. Citó a recibir y en esta suerte dio un pinchazo y luego a volapié una gran estocada en lo alto que mató en seguida.

Fue sacado de la plaza por la puerta de Madrid, en hombros de los enloquecidos espectadores.

1913. Por última vez recurrimos a Dulzuras, que nos dirá lo que fue Rafael en este año:

"Otro año en el que hay que hablar de muchas cosas buenas realizadas por Rafael Gómez y, por lo tanto, tengo la satisfacción de poderle echar flores, cosa que agrada mucho más que tener el deber de contar sólo fracasos.

No es que este año no haya registrado tardes malas, no; es el “Gallo” un torero tan sumamente desigual que en una temporada y hasta en una misma tarde no acaba su labor sin que al lado de lo sublime haya que anotar algo ridículo y que produzca indignación en tan alto grado, como momentos antes ha producido delirante entusiasmo."

1914. Muerto este año Serrano García-Vao, de la redacción de Toros y Toreros, se encargaron Recortes y Marcelo, y ellos son los que dicen, al ocuparse de la campaña de Rafael en la temporada de 1914:

"Aquella media docena de aficionados, cronistas taurinos, calificados de locos cuando proclamaron a Rafael el "Gallo" artista del toreo, hoy se bañan en agua de rosas, al saborear que toda España reconoce en este inspirado y genial diestro, la representación genuina del arte afiligranado, puro y castizo.

"Cuando Rafael quiere, no hay quien lo imite", es voz popular, y nadie puede ni debe contrarrestar los impulsos propios que nacen con admirable espontaneidad (?); pero hoy debemos añadir que Rafael, a medida que el tiempo va pasando, quiere con más frecuencia, y sus temporadas, por tanto, son mejores, sin olvidar por esto este hombre especial y único, esas tardes que llevan igualmente el sello de su temperamento diabólico. Rafael está muy bien, muy bien, inimitable; Rafael está muy mal, muy mal, inimitable también. Son las dos fases de su vida torera, pero es tan grande lo que hace, bien, que el público, entusiasmado, loco, olvida pronto lo mucho malo que ejecuta y que a otro no perdonaría".

1915 y Recortes y Marcelo son los opinantes:

"Las desigualdades de Rafael se han acentuado más que nunca en 1915; sentimos tener que manifestarlo así, pero es cierto y por lo tanto así consta. 

Parece que el torero genial y artista, se desenvuelve en la actualidad bajo el peso de una preocupación honda que, aunque procura asimilaría, la lleva retratada en el semblante.  

Rafael debe sufrir; atenaza su vida un algo que no es enfermedad de la materia, sino del espíritu, del alma. El quiere reir más que nunca, procura distraerse, divertirse, vivir..., pero no vive, no encuentra en la risa fría la compensación a sus preocupaciones, la savia que adormezca su pesar."

1916. Marcelo es el que hace el resumen de este año, y dice: 

"Quisiéramos que el gran estilista, el gran maestro de la revelación artística taurina, pudiera taparse un poquito más sus tardes desgraciadas. 

Los que fuimos tras él por su clasicismo (¡ !), por su arte soberano, pasamos muchos días recluidos en casa para evitar golpes molestos. Es verdad también que otros muchos respiramos fuerte, con una expansión de pulmones que nadie pudo igualar; pero hora es ya de evitarse algunos sufrimientos, porque Rafael puede evitarlo."

En 1917, es Don Ventura el que le juzga, véase cómo:

"¿Qué decir de este hombre incomprensible? Mudanzas de carácter—con haber sido este siempre enigmático—abandonos sensibles y eclipses de la propia estimación, lleváronle este año de descenso en descenso a una situación penosa, pues era doloroso ver apostrofado duramente por los públicos, en castigo a sus desdichadas faenas, a quien tantas veces enloqueció a los mismos con su arte fastuoso.

En lo que hizo Rafael, hubo mucho de lo que haría un vesánico o un irresponsable, pues sólo así se explica que agotado físicamente, sin vigor, ni siquiera para soportar el peso del traje de luces, saliera a torear corridas de tanto empeño como son las que se celebran en las plazas del Norte."

En Toros y Toreros en 1918, se limita Don Ventura a despedir a Rafael con todos los honores y no emite juicio de su actuación en las diez corridas en que hizo como que se iba…, y volvió.

1919, dijo el mismo querido compañero: "Cuando en mi anuario de la temporada anterior me ocupé de él dando ¡cuenta de su retirada del toreo, no estaba muy seguro de que ésta fuera efectiva.

Conociendo a Rafael y estando al tanto de algunos asuntos de índole privada, no era aventurado suponer que siguiera toreando.

Y es una verdadera lástima. Verdad es que el “Gallo” nació para ser torero y que alejarle de su profesión, que fue su vida, acaso fuera su muerte; pero causa pena ver al gran artista de ayer en completo agotamiento y empeñado en una lucha superior a sus fuerzas.

El Gallo nunca podrá acomodarse a la vida burguesa y regalona que le brindaba su hermano; seguirá vistiendo de torero mientras haya quien se acuerde de él y de nada servirán reflexiones y consejos familiares inspirados en el afecto. Su especial idiosincrasia y el desorden que siempre presidió en su manera de ser han hecho de él un abúlico, y hace sufrir a los que más le quieren y a los que más le admiraron.

En 1920, cierra Don Luis este largo capítulo diciendo de la campaña de el “Gallo”:

"¿Qué voy a decir del “Gallo” que no sea repetir lo que ya he dicho mil veces? Si acaso que este año ha llegado a extremos de desaprensión que serían inconcebibles e incomprensibles cuando de otro se tratara.

Comenzó su campaña con buen acierto y logró éxitos resonantes; pero no tardaron en iniciarse los descalabros, que adquirieron en varias plazas caracteres de fracaso tan definitivo, y lamentable como peligroso para el lidiador.

En más de una plaza tuvo que retirarse del ruedo antes de morir el último toro para eludir la iracunda venganza del público; en la segunda corrida de Pamplona le dieron los tres avisos en un toro; en Málaga le apedrearon al salir de la corrida para dirigirse a la estación; en Haro le tiraron un objeto que le hirió en un ojo..."

En 1921, en Sevilla, armó una revolución en la feria de abril, y en Barcelona, Badajoz, ha sido aclamado, y en Cáceres, dio el espectáculo... ¡El mismo hombre, con los mismos pecados a través de los años!

En recuerdo, admiración y respeto a D. Tomás Orts Ramos - Uno al sesgo - junio 1921 

Fotografía: Álbum Fotográfico Taurino - "Curro Meloja" don Carlos de Larra - 1945