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El toreo a caballo

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PROEMIO

El hombre en sus primeras relaciones con el toro salvaje ha debido hacerle objeto de su batida y cacería; y desde su persecución a caballo y armado de una larga pica, hasta cansarlo a fuerza de provocaciones y engaños de sus rudos ataques, hay un estudio paulatino y gradual, que supone una serie de tentativas osadas de su inteligencia contra el ardor furibundo y el ímpetu arrebatado de la fiera; poniendo a contribución sucesivamente todas las trazas hábiles al efecto de esquivar el bulto del tope rabioso; bien por movimientos rápidos al par de la embestida del bruto; bien interponiendo entre el animal y el lidiador un objeto que al servir de blanco a su iracundo embate desvíe el formidable golpe en una dirección próxima pero distinta del cuerpo así resguardado.

No hay, por más que se reflexione en el asunto, otra escuela de toreo que la combinación alternativa de la fuerza inteligente y de la maña industriosa, opuestos según los casos y circunstancias a la violencia brusca y a la saña tenaz del toro, excitado por el desafío del hombre, jinete o peón. La intrepidez sin la pericia es una temeridad lucida, pero dolorosamente aventurada. El manejo táctico sin el valor es la exposición constante a las contingencias que proceden de la falta de presencia de espíritu cuando la ocasión más la reclama. 

El toreo, hijo de las primitivas conexiones del humano con el rey de la especie astada, hubo de comenzar por los arrojos de un brío, escudado por la superioridad de medios, para venir de ensayo en ensayo hasta las hidalgas condiciones de una lucha de potencia a potencia. El hondero con su certera puntería, lastimando al toro en el nacimiento de sus astas al golpe de una piedra, averiguó una manera de contener al animal y de dirigirle a distancia, hasta con el chasquido amenazador de su honda. El hombre a caballo se arriesgó a llegar a la res brava; revolviéndose listo para esquivar el arranque del cornúpeto en su actitud defensiva. Luego intentó hostigarlo en la carrera a favor de un instrumento largo y punzante; y sin duda un incidente de este género de cacería le reveló que el toro se podía derribar, empujándole en los cuartos traseros a tiempo de sesgar el paso; proviniendo de esta observación el acoso, origen de la reducción a grey(1). Otro incidente, la defensa del animal haciendo cara al acosador en su desesperación sombría, indujo al jinete a probar el castigo de la puya, afrontando la arremetida de su adversario con la doble resistencia de su contracción muscular y el poder de su cabalgadura; y de aquí resultó la suerte de vara en sus diferentes formas, y según las disposiciones particulares de cada jinete.

  

En recuerdo, admiración y respeto a Don José Velázquez y Sánchez  - Anales del Toreo - 1868

 


1) grey. Rebaño de ganado menor. Ganado mayor. Conjunto de individuos que tienen algún carácter común, como los de una misma raza, región o nación.