BANDERILLAS - AL QUIEBRO - 1
BANDERILLAS AL QUIEBRO
El diestro José Campos "Cara-Ancha" citando para banderillas al quiebro
Corren versiones muy distintas respecto a quién fue el inventor de esta arriesgada suerte; pero nosotros, ateniéndonos a lo más probable, diremos que aunque la ejecutara por primera vez el celebérrimo licenciado de Falces o los toreros portugueses tan prácticos en cuarteos o cambios, ateniéndonos a un espíritu de justicia, diremos que el que seguramente la perfeccionó, si no la inventó, fue el matador Antonio Carmona "Gordito".
A esto sobre todo debió su renombre el notable lidiador sevillano que hizo destacar más la referida suerte pareando al quiebro sentado en una silla, cosa ya ejecutada por algunos lidiadores a fines del siglo pasado, con la diferencia de que por aquel entonces las banderillas en esta forma se colocaban una a una.
A propósito de esto permítasenos hacer algo de historia en que la figura del torero ha de intervenir necesariamente para poder explicar de qué modo empezó a generalizarse esta especialísima manera de poner banderillas, que tanto asombro causó al público por salirse de los límites de lo ordinario y ser de efecto tan grande, que al intentarla no hay banderillero' que no despierte a un tiempo mismo la ansiedad y el temor en el público.
Antonio Carmona hizo su primera presentación en la plaza de Madrid formando parte de una cuadrilla de pegadores portugueses en una corrida extraordinaria que se celebró en Octubre de 1852.
Nueve años más tarde, y cuando ya disfrutaba de una envidiable reputación como banderillero y pareaba al sesgo y a pie firme con gran maestría, volvió a pisar el redondel de la antigua Plaza de toros de Madrid en una corrida que tuvo efecto en 20 de Octubre de 1861, anunciándolo la empresa por medio de cartelillos fijados sobre el cartel de la corrida, en que se decía:
«Hallándose de paso la cuadrilla de los hermanos Carmona, a la que pertenece el famoso Antonio Carmona "Gordito", la ha ajustado para que el público pueda admirar a éste.»
Y, efectivamente, en aquella corrida al lidiarse el quinto toro de la tarde, perteneciente a la ganadería de D. Vicente Martínez, ejecutó los difíciles quiebros y puso banderillas en silla, suertes ejecutadas ya por él en Abril de 1858 en la plaza de Sevilla, causando gran entusiasmo en el público que presenciara la fiesta, de tal modo, que durante muchos días no se habló de otra cosa en los círculos donde por aquella época se reunían los aficionados.
Tal alboroto produjo en la citada tarde, que la empresa madrileña organizó otra corrida para el 24 del mismo Octubre, día en que la plaza se llenó de un público ávido de presenciar las suertes referidas, que constituían la verdadera atracción.
Cuando llegó el ansiado momento, el Gordito, alardeando de su conocimiento y dominio de la suerte, ejecutó, entre otras distintas maneras de parear, la del quiebro, pero dejando llegar de tal modo, adornándose con tanta elegancia en su realización, que el entusiasmo no tenía límites.
Todas las manos aplaudían, todas las bocas lanzaban exclamaciones de sorpresa, y todos los pechos latían bajo la misma sorprendente impresión que les causara la habilidad del torero. El público arrojaba al redondel obsequios y cigarros, y el marqués de Salamanca, el lord Buckingham español, el capitalista pródigo y afamado por sus genialidades, arrojaba al banderillero dos yegüeros magníficos, sujetos por un billete de mil pesetas.
Antonio Carmona, queriendo, en cierto modo, devolver al prócer finura por finura, obsequió a Salamanca con una corrida en los Viveros, corriendo la muerte de los toros a cargo de Cayetano Sanz y Manuel Carmona.
Relatado este incidente, pasemos a describir la manera de banderillear al quiebro, a pie firme y en silla.
Para banderillear pie firme se coloca el lidiador frente al toro y en su rectitud, teniendo unidos los talones. En esta disposición llama la atención de la res. Cuando ésta arranca, el lidiador, sin moverse, la deja llegar a jurisdicción e inclina su cuerpo y brazos a un lado, marcando allí á la res el sitio del bulto hacia donde se ha encaminado.
Cuando humilla el toro el lidiador recobra su posición primitiva y clava los palos libre del derrote, puesto que el toro da la cabezada en vago, por el quiebro que el torero imprime a su cuerpo. El animal toma su terreno, continuando el viaje, y el diestro, rematada la suerte, o bien se queda en el sitio, que es lo más vistoso, o bien sale andando con una ligereza ajustada a la que lleva la res, para evitar un percance si se revolviera.
Esta suerte debe intentarse únicamente con los toros bravos y nobles que sean prontos, es decir, que conserven muchas facultades.
Si sorprendente es el efecto que causa al espectador esta suerte, más lo es aún la forma de banderillear en silla.
Provisto el diestro que ha de llevarla a cabo de los palos y una silla, marcha en busca de su enemigo, sin más auxiliares que su frescura y su habilidad, que son, a veces, los mejores para el torero.
A la distancia que le indiquen las facultades del toro colocará la silla, sentándose en ella completamente perfilado con el cornúpeto.
Así situado lo cita, y cuando arranca y llega a jurisdicción se levanta, le marca la salida, echando la parte superior del cuerpo a un lado, y al humillar el torero se yergue de frente al costado por que ha marcado el viaje a la res, cuadra, mete los brazos y clava las banderillas, siguiendo el toro su viaje.
Si después del primer cite el bicho no parte con prontitud por recelarse, el banderillero se acerca con precaución hasta meterse en su terreno, desde el que vuelve a llamarle la atención, a fin de que haga por el bultos que se le ha ido aproximando con la lentitud necesaria porque no hay momento seguro en la acometida.
Esta suerte aconseja el Gordito que se ejecute únicamente con toros sencillos y claros, procurando mucho ver llegar, hacer el quiebro con precisión y no mover los pies hasta, darla remate, y esto último nos parece muy oportuno por el destiempo que tal movimiento pudiera causar.
La actitud de los brazos en el quiebro a pie firme es la natural, y al banderillear en silla muy semejante a la del recorte.
Ha sido tal la destreza del Gordito al banderillear en estas dos formas distintas, que no sabemos haya sufrido en su ejecución el más pequeño tropiezo.
La suerte a pie firme se ha llevado a feliz término teniendo los pies dentro de un aro o de un sombrero, situándose sobre un pañuelo, amarrándose los pies con grillos y teniendo echado entre los pies a otro lidiador con la cabeza dando frente á la cara del toro. Esto último lo han verificado contados diestros, no durante el tercio correspondiente, sino a la salida del toro de los chiqueros, figurando Lagartijo entre los que tal han llevado a efecto, como lo indica el fotograbado, reproducción hecha con gran exactitud por el lápiz de Perea en el periódico La Lidia.
Con cualquiera otra clase de toros de los indicados, ni una ni otra de las dos maneras de ejecutar la suerte debe intentarse so pena de exponerse, no a un fracaso, sino a un percance serio.
Quebrando a pie firme, después del Gordito, lo han ejecutado con no menos perfección Lagartijo, Cara-ancha y el mismo Guerrita.
En silla, si no con el lucimiento del torero sevillano, han banderilleado también Frascuelo en sus primeros años de torero y Pablo Herráiz.
En recuerdo, admiración y respeto a D. Leopoldo Vázquez y Rodríguez, Luís Gandullo y D. Leopoldo López de Saá - La Tauromaquia - 1895