BANDERILLAS - A LA MEDIA VUELTA - 1
- Banderillas a la media vuelta -
Dibujo D. Daniel Perea
Esta suerte, objeto en ocasiones de las censuras del público, sin causa que lo justifique, tiene su correspondiente aplicación dentro del arte, y está clasificada como de recurso, puesto que no se puede banderillear a todos los toros a capricho de los lidiadores, sino en la forma que ellos piden y en los terrenos apropiados al objeto.
Claro es que antes de intentar el pareo en esta forma, hay que apurar otros distintos medios, empezando por el que, según la creencia, no sólo del lidiador que ha de ejecutar la suerte, sino de los demás que tiene a su alrededor, reclamen las aptitudes del toro; pero existiendo la imposibilidad de consumarla así y antes, o, más bien dicho, mucho mejor que salir en falso, es preferible clavar los palos a la media vuelta.
La sorpresa del encuentro, sobre todo si se repite, es probable que torne receloso al animal, pero como se parte del principio que, a no ser por falta de valor en el torero para hacerla de otro modo, los toros con que se practica la suerte a la media vuelta están ya lo suficientemente resabiados, este será un detalle que ni quité ni ponga nada a sus malas condiciones.
Detallemos algunos de estos resabios.
Las banderillas a la media vuelta están indicadas para, los toros de sentido, los que tienen querencias, los que cortan el terreno, los que desarman y para los burriciegos que ven de cerca.
Tres maneras hay de practicarla:
1ª. Estando el toro con alguna inclinación a los tableros, el diestro se situará detrás del toro lo más cerca, posible, sin llamarle la atención, procurando no estar en línea recta con él, sino un poco al costado, que corresponde al terreno de afuera. Ya en esta posición le llamará, a fin de que se vuelva, y al lograrlo, que será humillándose por lo cerca que ve el objeto, el torero adelantará lo preciso por dicho lado, cuadrará, meterá los brazos clavando las banderillas, y saldrá por el terreno de adentro con la ligereza necesaria para evitar un percance.
2ª. Estando el bicho en querencia, saldrá el lidiador desde una distancia prudencial hacia él, ya en línea recta, ya formando en su carrera, con la posición del animal, un ángulo obtuso, y al llegar a corta distancia le alegrará con la voz o pisando fuerte, para que se vuelva y haga por el torero, en cuyo instante clavará éste los palos y rematará la suerte como queda dicho, tomando el terreno de adentro con dirección a las tablas por si la res abandonara la querencia y saliera tras el bulto.
3ª. Cuando el toro va levantado y no ha sido posible banderillearlo en otra forma, lo que suele ocurrir con los abantos y huidos, el banderillero saldrá tras él, cortando el terreno que sea preciso para acercársele y le llamará la atención para que se detenga, yendo siempre como se indica y buscando el costado del cornúpeto que corresponde al terreno de afuera.
Una vez conseguido que se vuelva el toro para hacer por su perseguidor, éste se detendrá, cuadrará, meterá los brazos y clavará las banderillas, saliendo con celeridad.
Esta forma de poner banderillas es de lucimiento, cuando el toro acaba de salir de otro par rebrincando, cabeceando y doliéndose al castigo y como queriendo desprenderse de él con la violencia de sus movimientos. Entonces, al revolverse, no tendrá gran codicia por el bulto, pues su movimiento hacia donde le han llamado la atención será, mejor que acción ofensiva, acción defensiva, rehuyendo un nuevo castigo y permitiendo, por consecuencia, que el remate de la suerte tenga menos exposición.
Al indicar, tanto en la primera como en las otras dos maneras de banderillear a la media vuelta, que el diestro procure que la res gravite sobre el terreno de afuera, claro está que es en ventaja del torero, porque entonces su huida es por el de adentro hacia las tablas, las que si el bicho le sigue, le ha de ser más fácil alcanzar que tomando el terreno de afuera, que es siempre el de la res y en el que ésta tiene mayores ventajas para alcanzar, teniendo como tiene más espacio de que disponer.
A los toros revoltosos, a los que ganan terreno, a los que rematan en el bulto y a los burriciegos, se ha de tender, en primer término, a quitarles facultades, para luego entrar con más confianza y soltura á ejecutar la suerte.
En recuerdo, admiración y respeto a D. Leopoldo Vázquez y Rodríguez, Luís Gandullo y D. Leopoldo López de Saá - La Tauromaquia - 1895