- BANDERILLAS - A PIE FIRME o A TOPA-CARNERO -
BANDERILLAS A PIE FIRME o A TOPA-CARNERO
La suerte denominada por unos a pie firme y por otros a topa-carnero, está en desuso, pero es una de las más vistosas para el espectador practicándose á ley.
Es de las que reclaman imperiosamente la cualidad esencialísima de ver llegar los toros sin que la rapidez de la marcha ni el aparato de la bravura con que acomete hagan vacilar un punto al diestro, seguro de lo que va a ejecutar, ni lleve a su ánimo la zozobra más ligera que sería su perdición, puesto que según acontece, el momento en que se duda es aquel en que el peligro agigantado por la proximidad nos parece mucho más terrible por no haberlo sabido apreciar de antemano.
En cualquier riesgo, cuando menos se puede dudar es cuando está encima.
El torero no debe dudar nunca en el momento del embroque, porque en aquel instante crítico es cuando surgen las inspiraciones súbitas para hallar la salida, mientras que la aberración o el terror instantáneo o el atolondramiento sin razón, le entregarán a él, al hombre, a la inteligencia que burla, a merced del bruto que intenta burlar.
Ahora digamos cómo se practica esta suerte.
El banderillero se coloca a relativa distancia del toro, frente a frente de él.
Cuando el animal se fije en el bulto, le citará y alegrará para que acuda.
Se esperará a pie quieto, y al entrar y humillar el toro en su propia jurisdicción para engendrar el derrote, el banderillero, ya por medio de un quiebro con el cuerpo o dando un paso atrás con el pie que él crea más seguro, se saldrá del embroque y cuadrándose con la res meterá los brazos y dará a la suerte un remate seguro, quedando inmóvil en el mismo sitio, observando el viaje del animal.
Con los revoltosos, es preciso que el lidiador tenga mucho golpe de vista al rematar, pues en este caso los toros de tal índole se reponen con más presteza que en otros y en lugar de continuar el viaje, se revuelven y arrancan con todas sus facultades en persecución del bulto.
Con los toros abantos podrá verificarse la suerte con facilidad, puesto que en el momento de llegar y sentir el castigo rebrincarán, doliéndose y siguiendo su viaje, y permitiendo un remate lucido.
Con los toros que vayan levantados puede efectuarse sin el menor peligro, así como también cuando lleven viaje a una querencia, teniendo en cuenta que arrancan con ímpetu sobre el bulto que les cierra el paso.
Como cuando llegan al centro de la suerte y tiran el derrote pierden de vista el bulto, se sienten castigados y encuentran el paso libre a la querencia, parten hacia ella con rapidez, sin hacer caso de nada, porque su objetivo único es llegar al término que se proponen.
La suerte de parear a pie firme no deberá ejecutarse con los toros que se ciñan y rematen en el bulto, porque sufren poco destronque, por lo que se meten en el terreno del lidiador y es muy difícil echarse fuera de la cara.
En recuerdo, admiración y respeto a D. Leopoldo Vázquez y Rodríguez, Luís Gandullo y D. Leopoldo López de Saá - La Tauromaquia - 1895