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La suerte de poner banderillas a los toros

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Por su gran interés didáctico e informativo, y con el fin de facilitar y potenciar el conocimiento de la fiesta de los toros, reproducimos con admiración y respeto parte de la obra de la Diputación Provincial de Valencia, publicada en Cuadernos Taurinos 5: Aquí se habla de la manera de avivar la embestida del toro por medio de la suerte de banderillas y de sus diferentes modalidades. Textos de don JOSE LUIS BENLLOCH RAUSELL. Valencia 1986.

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UN DIA DE TOROS - LA SUERTE DE PONER BANDERILLAS A LOS TOROS -  

 

El tercio de banderillas es uno de los momentos más vistosos de la corrida. Se produce una vez que los picadores han abandonado el ruedo. Habitualmente está a cargo de los peones, aunque existen matadores que dominan la suerte y gustan de hacerlo ellos mismos. Situada en el tiempo, inmediatamente después de la suerte de varas, tiene como objetivo avivar o alegrar la embestida del toro. Su realización no supone especial quebranto en la anatomía del toro que tras su pelea con el caballo de pronto encuentra un objetivo más frágil que se le enfrenta a cuerpo limpio.

 

La suerte de banderillas que cuando la realizan los matadores con espectacularidad, gusta especialmente a los no aficionados, no tiene habitualmente la consideración de los expertos, que la valoran en general como una suerte menor. Quizás porque tradicionalmente y en líneas generales, sus protagonistas, los peones, se han limitado a salir del paso en el mejor de los casos -por falta de estímulos o porque incluso el propio jefe de cuadrillas no les permite que se luzcan-, quizás porque en los últimos tiempos los matadores que han practicado la suerte han buscado la espectacularidad por encima de la autenticidad. 

Lo cierto es que cuando se banderillea con arreglo a las normas clásicas, es una suerte que además de bella tiene un gran mérito: exige valor, temple, conocimiento de los terrenos y alcanza la consideración de todos.

Las banderillas tienen su antecedente en los rejones que utilizaban los nobles en los "alanceamientos" y en los posteriores "arponcillos", que se clavaban de uno en uno, en los comienzos del toreo a pie. Antecedentes muy remotos, porque según los estudiosos, en 1701 ya habían noticias escritas de las hazañas de los diestros que pareaban.

En la actualidad está reglamentado que el palo tenga 70 centímetros de largo y esté envuelto en un papel rizoso de colores. Los matadores que banderillean, en cambio, varían la longitud de la misma en función de su estatura para realizar la suerte con más facilidad. Generalmente se acortan para tener que levantar menos los brazos. Tienen seis centímetros de hierro, con arpón de cuatro centímetros de largo y 16 milímetros de ancho. 

El reglamento establece que todo toro que no haya recibido tres puyazos será condenado a banderillas "negras" o de "castigo", para lo cual el presidente hará flamear el pañuelo encarnado.

El palo de las banderillas negras o de castigo tendrá igualmente setenta centímetros de largo, enfundado en papel rizoso negro con franja central de color blanco. La parte punzante tiene que ser de acero, con un ancho de seis milímetros y una longitud d e ciento veinte, de los cuales cuarenta se introducirán en el palo. El arpón será de sesenta y un milímetros de largo, con un ancho de veinte y la separación entre el terminal del arponcillo y el cuerpo del arpón, de doce milímetros. 

Estas banderillas sustituyen en sus funciones a otras anteriores de doble arpón sin que en ninguno de los dos casos se logre compensar la falta de quebranto en los toros mansos que no pudieron ser picados. En la actualidad, una interpretación mínimamente rígida del reglamento supondría que a un porcentaje altísimo de toros habría de castigarse con estas banderillas.

Anteriormente se utilizaron las de fuego, suprimidas en 1950, con una orden que argumentaba su decisión como un intento de restarle razones a los enemigos de la fiesta que la tachaban de cruel. Precedente absoluto de estas suertes, exclusivas para los toros mansos, fue los perros de presa.

En la imagen, el diestro David Fandila Marín "El Fandi". Por: Philippe Gil Mir

Habitualmente, a cada res se le colocan tres pares de banderillas, aunque es el presidente quien decide el cambio de tercio. La norma tiene una salvedad cuando banderillea el propio matador, quien tiene potestad para dar por terminado el tercio, aunque no haya logrado clavar una sola banderilla o por el contrario para prorrogar el tercio sin necesidad de pedir permiso al presidente. 

En los últimos tiempos, dentro de esa corriente de restar intervenciones para cuidar (?) el toro y que llegue en las mejores condiciones de éxito a la faena de muleta, muchos presidentes acceden a cambiar el tercio con dos e incluso un solo par de banderillas. Esto supone hurtar parte de un espectáculo que, pese a la importancia de la faena de muleta, tiene diversas facetas, todas ellas muy interesantes. 

En la imagen, el diestro Fernando Sánchez Martín. Por: Philippe Gil Mir 

El buen banderillero debe tener capacidad para realizar la suerte por los dos pitones, es decir, salir del embroque por un lado u otro indistintamente. Si a un toro le ponen los tres pares de banderillas por el mismo pitón, muy posiblemente acabe enterándose y haga más difícil la suerte; además, el matador se quedará sin ver cuál es la condición del toro por el pitón que no se le banderillea. Por otra parte, si el toro fuese especialmente peligroso por uno de los pitones, hay que tener el recurso de entrar por el otro lado. No obstante, son muchos los banderilleros que se especializan en banderillear por un solo lado.

 

En la imagen, el diestro Iván García Gómez. Fotografía por: Philippe Gil Mir

El tener un conocimiento exacto de los terrenos de la plaza y las querencias de cada toro, es fundamental para realizar esta suerte con el mayor lucimiento y tomar sólo el riesgo apetecido, es decir, dominar la situación.

Como ocurre con el toreo de capa o muleta, en la suerte de banderillas la personalidad de los diestros puede lograr una variedad increíble de suertes.

En la imagen, suerte del "violín", por el diestro Jesús Enrique Colombo. Fotografía por: Philippe Gil Mir

Partiendo de las técnicas fundamentales, caben infinidad de adornos y matices que pueden aportar emociones y méritos que hagan muy distintos unos pares de otros. Entre las condiciones imprescindibles de un buen par de banderillas, sea cual sea la modalidad de su ejecución, está la de cuadrar y clavar en la cara, es decir, que en el momento de la reunión el torero esté frente al toro.

.... "a toro pasado"

Lo contrario supone clavar a toro pasado, ventaja muy frecuente, en la que el torero gana la acción a su oponente y clava desde un costado quedando fuera del viaje del toro, que por la fuerza de su carrera, seguirá sin ningún obstáculo.

Fotografía - Por: Philippe Gil Mir

La suerte de banderillas no queda al margen del alto riesgo que asumen los lidiadores. Un mal cálculo de los terrenos, de las propias posibilidades físicas o de la condición del toro, puede llevar a situaciones como la que muestra la foto. 

Seguidamente sintetizamos las formas más habituales de realizar la suerte de banderillas, que siempre admitirá todos los matices y variantes que imponga la personalidad de cada torero.

AL CUARTEO

Ejemplo visual 1) Forma de ejecución del par de banderillas "al cuarteo" 

Es la modalidad más frecuente.

El toro se sitúa habitualmente sobre la raya de picadores y el diestro frente a él, a la distancia que crea más conveniente -cuanto más cerca llegue más mérito- y cuando el toro se arranque el torero saldrá describiendo un semicírculo hasta que se produzca la reunión de toro y torero, momento en el que debe clavar, saliendo de la suerte con la mayor torería posible. La pureza exige sacar el par de abajo por cuanto supone mayor dificultad que llevar los palitroques arriba - llevar el par montado, en el argot-. Sacando el par de abajo, la suerte tiene dos tiempos, el subir los brazos -nunca más arriba de la montera- y el clavar; en el segundo caso, sólo tendría un tiempo, clavar.

En la imagen, el diestro Fernando Sánchez Martín

Dentro de esta línea de pureza también se exige que en el momento del cite sea el toro quien inicie la arrancada, el hecho de arrancar el torero antes supone iniciar la suerte con ventaja, aunque en muchas ocasiones por lo parado o aplomado que está el toro, es casi obligado iniciar antes la carrera para provocarle la embestida.

 

Ejemplo visual 2) Forma de ejecución del par de banderillas "al cuarteo, de dentro a fuera"

Como variantes del cuarteo tradicional caben numerosos adornos y el intercambio de terrenos, por ejemplo, tal es el caso de los pares de dentro a afuera en los que la reunión se produce hacia los medios,

Ejemplo visual 3) Forma de ejecución del par de banderillas "al cuarteo, por los adentros"

o aquellos pares en los que el torero clava por los adentros, es decir, entre el toro y las tablas, aunque en esta modalidad, por lo comprometido de la situación, en la mayoría de los casos se les podría considerar al sesgo por cuanto el torero clava y sale rápidamente sin cuartear.

DE PODER A PODER Y DE FRENTE

En la imagen, el diestro José Antonio Ferrera San Marcos - "Antonio Ferrera", ejecutando un par de banderillas "de poder a poder"

La primera es un cuarteo en el que desde el inicio, el toro y el torero están totalmente entregados, y el cuarteo se hace a gran velocidad, que no es igual que las carreras desenfrenadas por todo el ruedo que se practica a modo de preparación de la suerte.

Cite en corto para la ejecución de un par de banderillas "de frente"

De frente es cuando el cuarteo se hace en un terreno mínimo, cuando se le llega muy cerca y se va hacia el toro prácticamente de frente. Las dos son variantes del cuarteo.

AL SESGO

Ejemplo visual 3) Forma de ejecución del par de banderillas "al sesgo"

Es una variante que se utiliza como recurso en los toros muy aplomados que se "querencian" en tablas.

El torero le llega al hilo de las tablas y aprovecha la corta arrancada de su oponente para dejarle los palitroques arriba. No hay que confundirlo con los pares de dentro afuera. 

AL RELANCE Y A LA MEDIA VUELTA

Como en el caso anterior, son pares de recurso. Estas dos variantes, están consideradas como las de más ventaja para el torero y habitualmente se ven pocas veces, ya que los banderilleros actualmente prefieren aliviarse dejando un solo palo.

Par de banderillas "al relance"

Se llama al relance cuando se aprovecha que el toro sale de un capotazo, para sorprenderle y clavar. También podría considerarse como tal, cuando se clava a la salida de otro par.

Par de banderillas "a al media vuelta"

A la media vuelta es cuando el banderillero le llega al toro por los cuartos traseros y cuando éste se revuelve, clava por sorpresa. Sólo es lícito en situaciones muy difíciles por las situaciones que ofrece el toro. Otra variante de recurso para situaciones comprometidas, es el denominado "par de sobaquillo", en el que una vez salvada la cabeza del toro se clava hacia atrás clavando los palos casi por abajo de la axila.

AL QUIEBRO

Par de banderillas "al quiebro"

Es una de las modalidades más espectaculares y de mayor riesgo, si se realiza con autenticidad. El diestro se sitúa frente al toro -puede ser al hilo de las tablas o en los medios-, provoca la arrancada de éste y le espera con los pies juntos. Momentos antes del embroque sacará el pie y/o inclinará el cuerpo hacia el lado por donde quiere que pase su oponente y justo cuando éste humille, es decir en el momento del embroque, el banderillero recupera la posición natural, lo que le permite burlar la embestida y clavar los palitroques.

Esta modalidad, dicen los tratados de tauromaquia, consiguió gran fama con Gordito, que prácticamente fue quien la incorporó al tercio de banderillas ya que antes se quebraba con el capote y a cuerpo limpio. Posteriormente fue Antonio Fuentes y Zurita "Antonio Fuentes", uno de los toreros más elegantes de la historia, quien la perfeccionó hasta límites increíbles, lo que le permitía banderillear prácticamente a todos los toros de esta manera.

Banderillear al quiebro cuando se hace de forma ajustada, ya hemos dicho que es suerte de gran mérito y vistosidad, pero últimamente han surgido diversos sucedáneos en los que a base de buscar ventajas, se logra una suerte muy desvalorizada, fundamentalmente, porque se desplaza mucho a los toros en el momento de la reunión o por no esperarles con los pies firmes en la arena. 

En algunos tratados o crónicas se denomina esta suerte "banderillas al cambio", lo cual es incorrecto porque ya dijimos que cambio es cuando se marca la salida del toro por un lado y se le da por otro y en esta suerte se le marca la salida desde el principio por el lado que se tiene que producir.

TOPACARNERO

Denominación que sólo queda en los tratados de tauromaquia y que prácticamente no se realiza desde que se impuso el quiebro, suerte muy similar y menos brusca, por cuanto en la variante del "topa carnero" el diestro esperaba a pie firme la embestida y la vaciaba con un escorzo sin que se desviase la trayectoria del toro.

El gran auge y aceptación que han adquirido las corridas de los matadores banderilleros ha motivado que estos especialistas hayan incorporado diversidad de matices y adornos a las suertes, que si bien en la mayoría de las ocasiones no son más que oropel en busca del aplauso fácil, en otras ha supuesto cierta aportación a tener en cuenta.

En la imagen, el diestro Vicente Ruíz Soro "El Soro", ejecutando el "par de la moviola"

Es el caso de los adornos de pirueta que hace Luís Francisco Esplá pasando por la cara del toro, o un par de mucho mérito, corriendo hacia atrás, que practica Vicente Ruíz "El Soro" y algunos otros momentos, que no por ser nuevos tienen que ser infravalorados.

 

Dentro de los adornos más clásicos podrían recordarse las banderillas de silla, suerte en la que el torero citaba sentado y cuando llegaba el toro se levantaba para quebrar la embestida de la forma tradicional; el par del trapecio que practicaba Rafael Gómez Ortega "El Gallo", que no era otra cosa que llevar las banderillas cogidas con ambas manos como si fuese un trapecio, o los cites sentados en el estribo.

En las imágenes, el diestro José Manuel Calvo Bonichón - "Manolo Montoliú" 

Pero no lo olviden, como en todas las suertes del toreo, la verdad de la suerte de banderillear está en una realización lenta, cuanto más despacio mejor; en sacar el par de abajo; y clavar en la cara, en la punta de los pitones. Luego, todos aquellos adornos que vengan a darle torería y emoción, bienvenidos sean.

 

En la imagen, el diestro Luís Francisco Esplá Mateo

Finalmente digamos que es tradición que suene la música cuando es el matador quien realiza la suerte, salvo en aquellas plazas - Madrid y Méjico- en las que sólo hay acompañamiento musical durante el paseíllo y entre toro y toro, costumbre que se ha roto en ocasiones excepcionales.

 

En la imagen, el diestro Vicente Ruíz Soro - "El Soro", compartiendo el tercio de banderillas con sus compañeros de "terna" Luís Francisco Esplá y Víctor Mendes. 

En busca de la espectacularidad tantas veces citadas, cuando el matador banderillea suele estar solo en el ruedo o acompañado de otro matador si le ha invitado a compartir el tercio. Los banderilleros se limitan a ponerle el toro en suerte y retirarse al burladero y sólo volverán a salir si la situación es comprometida y hace falta un quite. Si son las cuadrillas las que realizan el tercio, saltará a la plaza además de la cuadrilla correspondiente, el tercer peón del matador que le sigue en antigüedad, que se situará a la salida del par.

También estarán en la plaza los dos matadores a los que no les corresponde el toro: uno se situará detrás del banderillero en el momento de citar para banderillear y el otro, próximo al banderillero que esté poniendo el toro en suerte.

  

Fuente: Diputación Provincial de Valencia, publicada en Cuadernos Taurinos 5: Aquí se habla de la manera de avivar la embestida del toro por medio de la suerte de banderillas y de sus diferentes modalidades. Textos de don JOSE LUIS BENLLOCH RAUSELL. Ejemplos visuales 1),2),3),4) por don Enrique Moratalla Barba y don Vicente Peydró Ferrer. Valencia 1986.