LA FIESTA DE TOROS EN COLOMBIA - II -
Vista aérea de la Plaza Monumental de Cali (Colombia)
LA FIESTA DE TOROS EN COLOMBIA - II -
Hasta el año 1890 no llegaron a Colombia los primeros toreros profesionales vestidos con trajes de luces. Eran estos venezolanos y de categoría modestísima. Para que esta cuadrilla actuara se erigió en Bogotá la primera Plaza de toros, de madera, en la que poco después torearon los españoles Tomás Parrondo, «Manchao», y «Salerito». El 16 de junio de 1892, el matador de toros español «Cacheta» hizo su presentación en la capital con su cuadrilla. Entonces comenzó a arraigar entre las gentes el toreo al modo español.
A finales de siglo sólo existían en Colombia tres Plazas de toros, todas de madera y de escasa capacidad: la de Bogotá, la de Cartagena y la de Medellín. Por aquellos días aparecieron los primeros toreros profesionales colombianos, que, en honor a la verdad, lo fueron modestísimos, pero a los que debemos reconocer el mérito de haber sido los precursores del profesionalismo en Colombia.
Muchos toreros españoles llegaron al país que nos ocupa desde comienzos del siglo XX, aunque la mayor parte en franca decadencia artística: «Morenito de Valencia», Hermosilla, Angel García Padilla, «Valentín», «Almanseño», «Alcalareño», «Bienvenida», Rafael el Gallo, «Algabeño», «Saleri II», «Ale» y otros.
Allá por el año 1917 se presentó en Barranquilla José García «Alcalareño». Contratado para Bogotá, formó con «Bienvenida» una reñidísima competencia, gracias a la cual se afianzó la Fiesta en Colombia, contribuyendo a ello algunas actuaciones afortunadas de Rafael el Gallo.
Desde 1890, en que, como he dicho, llegaron a Bogotá los primeros toreros, hasta 1930, fueron erigidas en la capital dieciocho placitas de toros (1), todas de madera, de escaso aforo y de las formas más variadas (redondas —las menos—, ovaladas y cuadradas), lidiándose en ellas -sin caballos- ganado criollo, único existente en el país. En la penúltima de estas Plazas, llamada de San Diego, fueron lidiados los primeros toros españoles, importados en 1923 por la empresa, y en ella se corrieron los primeros productos del cruce Mondoñedo, la más primitiva ganadería colombiana, formada por el gran aficionado don Ignacio Sanz de Santamaría con sementales españoles y vacas cuneras colombianas.
En noviembre del citado año 1923 llegaron catorce toros españoles ocho para la empresa y seis para Mondoñedo. En 1924 fueron lidiados y muertos en la Plaza de San Diego cuatro toros en otras tantas corridas por «Joseito de Málaga», «Saleri II», «Andaluz» y «Almanseño».
Los sementales españoles destinados a Mondoñedo fueron los siguientes: «Ligero», «Canastillo», «Civilero» y «Malavista», de Santa Coloma, y «Cigüeño», y «Granadino», de Veragua. Estos dos últimos reproductores no dieron resultado y fueron apuntillados, quedando sólo como válida la sangre Santa Coloma. El primer eral de este cruce («Quinquillero» de nombre y de media sangre) fue lidiado por «Alcalareño» en la mencionada Plaza el 23 de enero de 1927.
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Llegamos al momento en que la fiesta de toros en Colombia deja de ser un ensayo y toma un cariz mucho más serio. El 8 de febrero de 1931 se inaugura en Bogotá la magnífica Plaza de toros denominada Santamaría, que debe su nombre al gran promotor del mismo apellido, propietario de Mondoñedo. De la expresada fecha al 12 de abril se verificaron once corridas, la última, mixta. La de inauguración revistió doble importancia, pues por primera vez se efectuaba en el país una corrida totalmente a la española, esto es, con picadores. Se lidiaron en tan memorable ocasión seis toros de Mondoñedo, que fueron muertos por los matadores españoles de alternativa Manolo Martínez, Mariano Rodríguez y Angel Navas, «Gallito de Zafra».
En posteriores años destacaron por sus actuaciones el «Niño de la Palma», Noaín, Edmundo Maldonado, «Tato»; David Liceaga, Victoriano de la Serna y Domingo Ortega, primer matador de categoría que toreó en Colombia en la plenitud de su fama y de sus facultades. Por lo demás, la actuación de diestros españoles y mejicanos («Armillita», Garza, «Bienvenida», «Manolete», etc.) ha influido notablemente en la formación del público y en el arraigo de la Fiesta.
De la ganadería de Mondoñedo se formó la que tuvo por razón social Santamaría-García, fundada en 1936 por don Francisco García con los sementales españoles y un centenar de vacas de vientre, que era cuanto restaba, tras ciertas vicisitudes, de la vacada Mondoñedo. En 1941 se dividió la Santamaría-García en dos partes. Bautizo el señor García la suya con el nombre de Vistahermosa; la otra quedó en poder de don José Sanz de Santamaría, conservando el primitivo nombre de Mondoñedo. Ambas toradas son la base de la ganadería brava colombiana, de donde se derivan las actuales de casta y de media casta.
Puede decirse que desde hace unos años es grande el interés de los señores ganaderos colombianos por refrescar la sangre de sus vacadas, eliminando todas las impurezas, a cuyo efecto han importado sementales españoles y mejicanos y, en ocasiones, vacas de casta. Un defecto, sin embargo, se deja sentir hasta la fecha: la falta de tientas, merced a las cuáles serían destinadas al matadero muchas reses que aparecen en aquellos ruedos.
Las ganaderías existentes en Colombia son las siguientes, salvo error u omisión:
De casta:
Mondoñedo,
Vistahermosa,
Venecia (Clara Sierra),
Aguas Vives,
El Socorro,
Las Mercedes (González Piedrahita),
Dos Gutiérrez,
El Aceituno (Benjamín Rocha),
Las Fuentes (Santiago Dávila).
De media casta:
Pino Hermoso (P. Marulanda),
Pepe Estela,
La Chamba (Carlos. Villaveces),
Los Estados,
García Díaz,
San Diego,
Félix Rodríguez,
Antonio Reyes,
Tibitó.
Desde hace una quincena de años existe en Colombia un noble afán por construir nuevas Plazas y reemplazar las existentes por otras mejores. He aquí las Plazas de mampostería que hay en el país:
De primera categoría:
Armenia (10.000),
Bogotá (13.600),
Cali (18.000),
Manizales (12.000),
Medellín (9.500) y
Palmira (10.000)
De segunda categoría:
Barranquilla (5.000),
Cartagena de Indias (3.500),
Cereté (7.000),
Cúcuta (6.500),
Ibagué (2.500),
Pamplona (3.500) y
Popayán (5.000).
Son de tercera categoría todas las demás: una quincena fijas de madera y unas sesenta que en otros tantos lugares se improvisan para la celebración de este espectáculo.
Anualmente se celebran unas setenta fiestas mayores, entre corridas de toros, novilladas y corridas mixtas, en las que se lidian toros de casta y de media casta. En los pueblos se dan un centenar de novilladas sin caballos y con ganado criollo.
(1) «Los toros en Bogotá». Camilo Pardo. Bogotá, 1946.
Por: Don Francisco López Izquierdo.
BDCYL - Semanario Gráfico de los Toros – El Ruedo – Madrid, 16 de julio de 1959.