-*- Suerte de la VERÓNICA -*- Concepto -
Juan Belmonte
SUERTE DE LA VERÓNICA
La suerte de la verónica, que es una de las más seguras y lucidas que tiene el toreo, se debe al diestro sevillano Joaquín Rodríguez (Costillares).
Se ejecuta en la forma siguiente: se coloca el diestro de costado, en la rectitud del toro y a la distancia que le indiquen las facultades de su adversario, que procurará esté paralelo á las tablas; le citará tendiendo la capa, que tendrá sostenida con ambas manos; le dejará venir por su terreno, y cuando llegue á jurisdicción, le cargará la suerte empapándole bien en el capote y lo vaciará trayéndose la mano izquierda al costado derecho, y alargando el brazo derecho, o viceversa, según del lado de que se-practique, procurando que la res quede derecha y no atravesada.
En la posición referida, encontrándose el diestro de costado al bicho, y no de frente, tiene más facilidad para dar la salida y para repetir la suerte sin moverse de medio cuerpo abajo.
La suerte practicada en esta forma, resulta de más lucimiento y más parada que cuando el lidiador da la cara al toro, situándose de frente, porque para repetirla tiene, por lo menos, que dar una media vuelta girando sóbrelos talones.
A los toros qué tienen muchas facultades se les citará a bastante distancia, porque siempre pueden rematarla; y a los que estén escasos de ellas, el cite se hará sobre corto, a fin de que no se queden antes de llegar al engaño o al centro de la suerte.
A los toros que se ciñen, comenzará a tenderles la suerte desde el momento en que se arranquen para desviarlos de su terreno, y cuando lleguen á jurisdicción, les hartará de capa, con especial cuidado de no sacar ni tirar del engaño hasta que el animal esté bien humillado en el referido centro de la suerte.
Estos toros que poco o mucho ganan en las suertes el terreno que ocupa el lidiador, es de lógica que son difíciles para la verónica, pero se puede ejecutar, desde luego, como queda dicho, siempre que el torero haga el necesario quiebro de cintura prevenido; pero si se ve que, a pesar de esto, se cuela el toro al repetir cada uno de los lances, se procurará mejorar el terreno, o se le dará la salida con dirección a las tablas, echándose el lidiador a los medios, o técnicamente hablando, cambiando los terrenos.
A los toros de sentido, que atienden a todos los objetos sin fijarse especialmente en el que los cita, se procurará, que no vean en el primer lance más objeto que el diestro, y de esta manera se evitará que partan con desproporción.
A los toros de sentido que no obedecen al engaño, y que aun cuando le tomen procuran siempre rematar en el bulto se les llamará teniendo perfectamente cubierto el cuerpo con el capote, con lo que se les obliga a tomarlo, y aun cuando su remate sea hacia el bulto, se evita no moviendo los pies hasta que el animal haya humillado y tenga la cabeza bien harta de capote, de modo que no pueda ver el lado de la salida del torero, quien en esta disposición cargará la suerte, y sin tirar todavía de los brazos, con un quiebro mayor o menor del cuerpo, se saldrá con ligereza dando cuatro o seis pasos a la espalda para ocupar el terreno que dejó libre la fiera, en cuyo momento sacará la capa por alto, rematando la suerte, la suerte, y sin tirar todavía de los brazos, con un quiebro mayor ó menor del cuerpo, se saldrá con ligereza dando cuatro o seis pasos á la espalda para ocupar el terreno que dejó libre la fiera, en cuyo momento sacará la capa por alto, rematando la suerte.
Pepe-Hillo dice oportunamente en su Tauromaquia, que estos toros son los más difíciles de llamar, porque sus remates son desde luego al bulto, al que embrocan sobre corto; por consiguiente, y para evitarlo, es preciso que procure el diestro cubrir bien con el capote la cabeza y ojos de la res, y salirse con velocidad por donde sea posible.
Con los toros revoltosos que al darles el remate vuelven con prontitud sobre el objeto que se le ha quitado de la cara y se sostienen con firmeza sobre las patas, se deben seguirlas mismas reglas que con los toros sencillos, levantando mucho el engaño para que rematen fuera y den más tiempo a la repetición de la suerte.
Con los abantos o cobardes también se puede ejecutar el capeo a la verónica, siempre y cuando el diestro, al efectuarle, tenga en cuenta que el toro suele quedarse en el centro de la suerte o antes de llegar á jurisdicción, cerniéndose o escupiéndose del engaño hacia las afueras o al terreno contrario.
Tales contingencias se evitan en la siguiente forma:
Cuando toman el terreno contrario se les torea como a los que ganan terreno, y si se quedan cerniéndose en el engaño, el diestro no moverá los pies y los citará hacia fuera; si así acometen los llevará bien empapados, con bastante quiebro de cuerpo, hasta darles el remate para fuera.
A estos toros también puede toreárseles de otro modo bastante seguro.
En lugar de esperar el diestro la acometida a pie firme en el puesto en que le llama la atención, debe recoger y reunir al cuerpo todo el engaño, y marchar hacia la res parando los pies cuando llegue a jurisdicción, y entonces desarrollará de pronto la capa, obligando a su adversario a que la tome, lo que ejecutará por no tener otro remedio, practicándose entonces la suerte.
En esta forma, el diestro consigue a la vez que el toro no varíe de terreno y que se desengañe y en los lances consecutivos acuda bien.
A los toros bravucones se les burla con facilidad, pero es muy bueno darles siempre él terreno de fuera, porque a veces suelen rebrincar al llegar al engaño o se quedan en el centro sin rematar la suerte. En éste último caso, será oportuno que el lidiador adelante el terreno lo necesario y marque dicha suerte de nuevo.
A pesar de todo, esta suerte sólo debe ser ejecutada con toros claros y boyantes.
En recuerdo, admiración y respeto a D. Leopoldo Vázquez y Rodríguez, Luís Gandullo y D. Leopoldo López de Saá - La Tauromaquia - 1895