RICARDO TORRES REINA – “BOMBITA II”
Ejemplo admirable de entereza para la lucha, firmeza de carácter y aprovechada inteligencia -en la plaza y fuera de ella-es el de este torero, a quien Don Modesto llamó “el Papa taurino”.
Nacido en Tomares (Sevilla), el 20 de febrero de 1879, fue en su adolescencia aprendiz de tipógrafo, pero hermano de Emilio Torres “Bombita”, espada de cartel, decidió seguir sus huellas.
En 1895 vistió por primera vez el traje de luces en Jerez de los Caballeros, y el 7 de marzo de 1897 debutó en la plaza madrileña como matador de novillos, alternando con “Pulguita Chico” en la lidia de seis de don Tiburcio Arroyo. El primero que mató el debutante se llamaba “Espejito”.
Consagrado como novillero, tomó la alternativa en Madrid, el 24 de septiembre de 1899 con el toro ”Cachucho”, jabonero, de Veragua, cedido por el “Algabeño” (por estar herido su hermano Emilio) y ante Domingo del Campo “Dominguín”.
Por sus méritos artísticos, indudables, pero tanto por su talento y habilidosa política, se hizo en seguida dueño del cotarro taurino. Comprendió, sin embargo, que le convenía un competidor para realzar más su figura, haciéndola discutida. Y lo halló pronto en “Machaquito”, con quien tácitamente entabló amigable consorcio, que eso fue, en realidad, aquella competencia con vistas a la calle. Pero el artificial calor en que vivió la fiesta unos años entre “bombistas” y “machaquistas”, se convirtió después en brasa viva, acaso por una torpeza de “Bombita” -la única suya- que dio lugar al resurgimiento de Vicente Pastor y Rafael “EI Gallo”, con quienes la apacible pareja imperante tuvo ya que arrostrar una competencia bipartita, efectiva y dura. Pero, aunque entonces azotaran ya de verdad a Ricardo los vientos de la lucha y de la pasión, él supo mantener gallardamente su jerarquía hasta el final, que comprendió que le llegaba al aparecer “Joselito”. Y antes de ser destronado planeó su corrida de despedida, que se celebró en Madrid el 19 de octubre de 1913, y fue para él una verdadera apoteosis triunfal. Alternó en ella con los hermanos “Gallito”, (Rafael y José), y los toros fueron de García de la Lama. El último que mató Ricardo se llamó “Cigarrón”. Esta corrida fue, además, un timbre de alta gloria para la persona de Ricardo Torres, que cedió al Montepío de Toreros, por él fundado, su ganancia íntegra (más de 80.000 pesetas), renunciando generosamente a favor de su gran obra en pro de los toreros modestos -su mejor faena- aquel último ingreso obtenido en su arriesgada profesión, “Bombita” fue un torero largo y vistoso con el capote, fácil y adornado banderillero, muletero dominador y magnifico, y matador deficiente. Pero, sobre todo, fue pundonoroso y valentísimo, con un valor natural y alegre, como era todo su toreo.
Desgraciado, al tropezarle los toros, sufrió más de 30 percances, muchos graves. A consecuencia de uno de ellos (Barcelona 26 de junio de 1910, toro de Salas) hubo que amputarle el dedo meñique de la mano izquierda; pero nada amenguó su valor ni su alegría en la plaza.
Después de retirado, se dedicó a negocios mercantiles, y en Sevilla, murió el 29 de noviembre de 1936. Su nombre quedó en la Historia del Toreo y su espíritu vivirá eternamente, con aliento fraternal de compañerismo, entre los muros del Sanatorio de Toreros.
CURRO MELOJA, 1945.