- BIOGRAFÍA - Salvador Sánchez Povedano "FRASCUELO"
SALVADOR SÁNCHEZ “FRASCUELO”
Hablar de “Frascuelo” en esta época preciosista, de toreo estético y sintético, y de torito a la medida; relatar con detalles, que no pueden caber en esta cartulina, su vida bravía y generosa y sus hazañas diarias ante los TOROS (así, con mayúsculas), tal vez resultase para muchos aficionados de última hora como cosa de cuento. Pero la existencia y la sin par historia de Salvador «El Negro», como le llamaban sus partidarios por la excesiva morenez de su rostro, no son un cuento, no.
Ni “Frascuelo” fue ningún «cuentista», como ahora se dice, sino precisamente todo lo contrario. “Frascuelo” fue la verdad personificada; la verdad en el ardor de su espíritu, siempre en llama; en la gallardía; en la majeza varonil; en la afición a su arte; en la voluntad, siempre pujante y tensa, en el valor; su valor temerario inconcebible, y sobre todo, en eso que antes se llamaba “vergüenza torera». La vergüenza torera de “Frascuelo” nadie la superó, ni antes, ni después. Una muestra -entre tantas- lo patentiza bien. En la corrida del «Gran Pensamiento» (Madrid, 13 de noviembre de 1887), el toro “Peluquero”, de don Antonio Hernández, de Colmenar, le hirió muy gravemente en el vientre y le fracturó tres costillas. Pues estando así, Salvador se levantó, se fue hacia el bicho, le dio dos o tres pases y le mató de tan soberana estocada, que el animal rodó por la arena antes de que a «Frascuelo», ya desvanecido, pudieran recogerle los mozos de plaza. Ya veis que no es cuento la vergüenza torera de aquel fenómeno verdadero. Por algo fue uno de los diestros más populares que han existido y le rodeó siempre esa ferviente admiración cariñosa que los pueblos sólo sienten hacia sus héroes elegidos.
Nació en Churriana de la Vega (Granada) el 23 de diciembre de 1842.
De muy niño le trajo su familia a Madrid, donde ya vivió siempre, por lo que muchos le consideraron como madrileño.
Fue de mozo papelista-decorador, pero el ejemplo de su hermano mayor (Francisco, a quien apodaban “Frascuelo”, el alias, que después hizo famoso Salvador) le hizo lanzarse a las capeas, donde sufrió sin sabores y cornadas, que no amenguaron su decisión de ser torero.
En 1866 figuró, como espada, en algunas mojigangas madrileñas y banderilleó en novilladas de poca monta.
En 1867 fue de banderillero con Cayetano Sanz, y el 27 de octubre de aquel año le dio, en Madrid, la alternativa el célebre “Curro Cuchares”, ante su hijo «Currito», como testigo y cediéndole el toro «Señorito», retinto, de Bañuelos. En seguida “Frascuelo” se puso a la altura del gran “Lagartijo”, iniciando con él una competencia dura, sin tregua y sin término, que dividió por muchos años a la afición en dos bandos antagónicos e irreconciliables y dio a la fiesta una época de interés y esplendor inusitados, de la que fueron protagonistas los dos colosos.
Cargado de años y de gloria y con un modesto capital, que bien puede decirse ganado a costa de su sangre, pues sufrió más de 30 cornadas, 15 de ellas graves y dos gravísimas, con peligro de muerte; el 12 de mayo de 1890 se despidió del toreo, matando en Madrid mano a mano con “Lagartijillo”, a quien daba la alternativa, seis “pavos” de Veraguas, por cierto, entusiasmando al público al estoquear uno tan admirablemente como en sus mejores tiempos mozos.
Y retirado, vivió en Torrelodones hasta el 8 de marzo de 1898, en que murió de una pulmonía.
Curro Meloja - 1945
Fotografía: Álbum Fotográfico Taurino - "Curro Meloja", don Carlos de Larra - 1945