- BIOGRAFÍA - Manuel García y Cuesta "EL ESPARTERO"
MANUEL GARCÍA "EL ESPARTERO"
Sevilla, 18 de enero de 1866. En una Espartería nace un chiquillo, ¿quién había de decir que sería otro Pepe-Hillo? Así, en coplillas, podría relatarse - la vida y la muerte - de este torero, pues ninguno como él inspiró tantos cantares y romances a la musa popular ...
El día 12 de julio de 1885. Plaza de toros de Sevilla. Presentación de un novillero que sólo ha toreado en las capeas. Alterna con “Currito Avilés” y Juan ManueI Campóo en lidia y muerte de seis novillos de Anastasio Martín, que se corren después de otros dos rejoneados. Los sevillanos salen aquella tarde de la Maestranza delirantes, frenéticos de entusiasmo.
Más novilladas en Sevilla y más triunfos del muchacho, de quien ya los sevillanos hacen algo tan idolátricamente suyo que enaltecerle, glorificarle y lanzar a los vientos, en son de reto, sus hazañas incomparables, llega a ser para ellos imperativo de amor propio. Tan desusado estruendo repercute en España entera, que ansía ya conocer al ídolo de Sevilla. Pero no hay lugar, porque a los dos meses de su aparición en la Maestranza:
El día 13 de septiembre de 1885, toma en ella la alternativa matando el toro “Carbonero», de Saltillo, cedido por Antonio Carmona “El Gordito”. Ya es matador de toros, y, empujado con prisas por “los suyos”, sube a Madrid a confirmarse:
El día 14 de octubre del mismo año, matando una corrida de Núñez de Prado, mano a mano con su padrino, Fernando Gómez “EI Gallo”.
Pero Madrid es Madrid. La afición madrileña –la más ecuánime e inteligente siempre- no ve en «El Espartero» más que lo que es en realidad, un torero simpático, valerosísimo, impresionante por lo temerario; pero tan escaso de arte, de recursos y de facultades, que ha de ser, fatalmente “carne de toros”. El trágico augurio madrileño, en contraste con las exaltadas exégesis sevillanas, rodea a “El Espartero”, por toda España, del interés apasionante y de la máxima popularidad.
Pero sus paisanos tienen clavada la espina de Madrid, donde “su” torero torea poco y no logra figurar en el cartel del abono hasta 1891. Y, despechados o ciegos, en su intento de consagrarle definitivamente, le lanzan a una absurda competencia con “Guerrita”, que las empresas explotan como negocio, y es para “Maoliyo” dura y sangrienta.
Y así llega la temporada de 1894 en Madrid -“El Guerra” obtiene grandes éxitos: “El Espartero” fracasa en todas sus actuaciones- Y, desesperado, rabioso por el desquite, sale a torear Miuras el 27 de mayo con “Zocato” (sustituto de Reverte, herido) y Antonio Fuentes, que en esta luctuosa corrida se consagra-. El primer toro “Perdigón”, colorado, ojo de perdiz, afiladísimo de pitones, voltea a “Maoliyo” al darle un pinchazo, y vuelve a encunarle y derribarle al recibir una estocada contraria, corneándole en el suelo y causándole una herida en la región epigástrica, mortal de necesidad, de la que el infortunado diestro fallece a los pocos instantes de ingresar en la enfermería.
Así acaba la historia de un torero popularísimo, un poco héroe a la fuerza, porque a ello le arrojaron el entusiasmo de sus paisanos y tal vez su miedo horrible…… a las cornás que dá el hambre. Su muerte -como su vida- conmovió a España, y fue llorada en coplas: Ocho caballos llevaba el coche de “El Espartero…….”
Curro Meloja - 1945
Fotografía: Álbum Fotográfico Taurino - "Curro Meloja", don Carlos de Larra - 1945