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46 - CAPITULO IV - SUERTE DE PICAR AL TORO LEVANTADO

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 LA TAUROMAQUIA COMPLETA

 EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA

 TANTO A PIE COMO A CABALLO

 Por: Francisco Montes “PAQUIRO”

 

PARTE SEGUNDA  -  ARTE DE TOREAR A CABALLO

CAPITULO IV 

SUERTE DE PICAR AL TORO LEVANTADO

Esta suerte es la primera que se hace en las plazas, y aun cuando sus proporciones son poco ventajosas, tiene bastante buen resultado, por la particularidad de hacerla siempre al toro cuando viene levantado, pues sabemos lo sencillo que está en este caso.

 

Para verificarla, suponiendo que la res es boyante, y que es el primer puyazo al salir del toril, se situará el diestro a la izquierda del chiquero, a unas diez varas de distancia de él, y unas tres o cuatro de las tablas, hacia las cuales viene por consiguiente a quedar el lado de la garrocha, y esta vuelta, que es la de la derecha, es la que siempre tiene que llevar el picador en la plaza. Generalmente se sitúan más cerca, tanto del toril como de las tablas; pero esto es muy mal hecho, en razón a que, si el toro, como es muy frecuente, sale con todas las piernas hacia aquella parte, puede no dar tiempo al picador para armarse, y colársele suelto, la cual cogida es muy desairada y expuesta. Tiene además la contra de que, si sale muy pegado a las tablas que es lo que se llama trocado, no hay ni sitio para enmendarse, ni tiempo para salirse de la suerte y la cogida es inevitable: por tanto, se tendrá un especial cuidado en situarse como se ha dicho, si se quiere salir con lucimiento.

 

Puesto ya el diestro en el paraje que hemos determinado, esperará la salida del toro, y conforme haga por él se armará, y cuando llegue a jurisdicción y a la vara se cargará sobre el palo, sesgará el caballo, y mostrará al toro su terreno, el cual lo tomará al momento, sin precisar al picador a salir con pies.

 

Por la anterior explicación se ve qué fácil es esta suerte con los toros boyantes, y se puede inferir que lo será también con los demás, por tomarlos siempre levantados. Sin embargo, debemos hacer algunas advertencias.

 

Con los toros pegajosos es necesario no solo no dejarlos llegar mucho, sino hacer el encontronazo más violento, cargándose con toda la fuerza posible sobre el palo, a fin de hacerles bajar la cabeza, el cual momento se; aprovecha para sesgar el caballo mucho, a fin, de que teniendo bien manifiesta la salida, y sintiendo el castigo, la tomen, y den buen remate.

 

Muchas veces sucede que aun cuando el picador haya llegado a despedirlos casi hasta su terreno, no lo toman, sino que se quedan todavía rempujando: en este caso se endereza un poco el caballo, y se le meten las piernas para salir del centro, y no haya miedo de que el toro se revuelva.

 

Con los toros que recargan se necesita bastante cuidado; por tanto, se les hará la suerte como a los pegajosos, pero si cuando se apartan del centro no es lo suficiente para que el picador salga con piernas sin recelar le dé alcance, no se intentará la salida, sino se volverá un poco el caballo, y se permanecerá armado, para que al recargo no cuelen sueltos, lo cual es muy perjudicial. Algunas veces dan lugar a salir, pero siguen tras el bulto: esto es muy temible, porque si lo alcanzan en la carrera y dan la cogida, puede ser malísima, por lo violenta que es la caída.

 

Lo que se debe hacer siempre que se salga de la suerte con el toro detrás es irlo observando, y si se puede picar para que se vaya, hacerlo; pero si esto no es posible se pondrá la vara por detrás del caballo para que el toro se entretenga con ella, y no pueda alcanzarlo.

 

Los toros abantos deben torearse con precaución por los contrastes en que pone su miedo al diestro. Así es que conforme vea venir uno de estos conocerá si trae la vista en él para hacer la suerte, y si viene bien le cerrará un poco la salida para que sea más ceñida, pues si no apenas siente el pinchazo se irá, por lo que también se dejará llegar mucho. El remate es segurísimo, y puede el diestro a su placer anticiparlo o retardarlo. Una de las cosas en que se debe poner mucho cuidado con estos toros es en que no se cuelen sueltos, como es muy fácil que suceda, si cuando se quedan cerniendo delante de la vara se adelanta el pinchazo: esto no debe hacerse jamás, pues con tener bien hecho el punto de vista, y no desviar de él la puya, se está en defensa para si intentan colarse.

 

También se necesita cuidar de que no desarmen luego que sienten la puya, pues si lo consiguen recargan por estar irritados, y dan una cogida: esto se evita con cargarse bien sobre el palo, y hacer la fuerza directamente hacia bajo, con lo que el castigo le hace bajar la cabeza, y como son siempre blandos, salirse de la suerte por donde primero se les presenta. Así es que, muchas veces rematan sobre los cuartos traseros del caballo, y buscan por allí la huida: en este caso, deberá tenerse cuidado de sacar el caballo para que tengan tierra por donde huir, pues de lo contrario pueden dar una cogida.

 

Esta suerte no vuelve a verificarse, cuando se llega el toro a parar si no por una casualidad, como por ejemplo, cuando viene castigado de otro picador, o cuando lo viene corriendo algún peón. Los toros bravos y secos casi nunca pueden picarse así, porque no se mantienen levantados mucho tiempo.

 

En toda suerte de picar es un precepto dar mucho palo a los toros cuando están sin piernas, y muy poco cuando las tienen: por tanto, en esta, que solo tiene lugar cuando están levantados, se les deberá dar muy poco.