LA TAUROMAQUIA COMPLETA
EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA
TANTO A PIE COMO A CABALLO
Por: Francisco Montes “PAQUIRO”
PARTE SEGUNDA - ARTE DE TOREAR A CABALLO
CAPITULO III
EN QUE SE DAN ALGUNAS NOCIONES PRELIMINARES A LA SUERTE DE PICAR
Sería una impertinente repetición tratar en esta segunda parte del arte de torear de las querencias de los toros, de los tres estados que se íes advierte en la plaza, y de otras menudencias que quedan ya expuestas y desenvueltas con la extensión que merecen en la parte que corresponde al toreo de a pie.
Así es que, suponiendo, como es natural, conocidas ya estas nociones indispensables, podríamos pasar a explicar las suertes de a caballo refiriéndonos a ellas en nuestra explicación; pero aun cuando es verdad que casi todas las generalidades del toreo de a pie convienen exactamente al de a caballo, también lo es que para este debemos hacer algunas previas advertencias que sirvan de base particular a la explicación de las suertes.
Lo primero de que debemos hablar es de la división de los terrenos. Es bastante difícil a la verdad fijar el terreno del toro y el del diestro en la suerte de picar, pues siendo muy diferentes las posiciones en que se ejecuta, apenas se encuentran reglas que los marquen con fijeza. No obstante, hay una que las más veces nos los presentará: esta, pues, nos dice que el terreno del toro es generalmente el de la izquierda del picador, y su entrada en él por delante de la cabeza del caballo; el del diestro no es precisamente el de su derecha, sino aquel por donde atendiendo a la clase de toro que va a picar, deje más pronto descubierta la salida, la cual debe procurar siempre que sea buscando los cuartos traseros del toro.
Vemos, pues, que en estas suertes no está bien marcada la división, y que no es uno constantemente el terreno del diestro ni el del toro, mientras que en las de a pie están perfectamente divididos, de lo que resulta en mucha parte la mayor perfección que ha adquirido aquel ramo del arte de torear con respecto al que nos ocupa.
La necesidad, pues, que tiene el torero de conocer en cada suerte cuál es su terreno y cuál el del toro, es la que nos ha obligado a insistir sobre la materia, y la que en lo sucesivo nos hará detener en cada suerte sobre el particular.
Por variadas que sean las suertes de picar, tienen todas de común una multitud de circunstancias, y las diferencias que las dividen en clases se toman únicamente de los accesorios, digamos así, mientras que todo lo esencial, lo que se verifica en el centro, es igual, por lo que daremos algunas aclaraciones que faciliten su inteligencia.
El mérito de la suerte de picar consiste principalmente en que el toro no llegue al caballo, y lo hiera o lo mate; y esto, como se ve claramente, necesita no solo habilidad, sino la fuerza competente. De aquí, también se deduce que a los toros pegajosos que reúnan mucho poder en la cabeza, y que sean secos metiendo, no habrá hombre en el mundo que con la vara de detener los mantenga desviados y les dé la salida, por lo que muchos picadores diestros en este caso hacían lo que se conoce con el nombre de picar a caballo levantado, único medio de evitar la cogida; esto, que tiene sin duda más mérito artístico que dejarse caer al suelo por el toro, y que solo pueden hacerlo los que sean muy jinetes, y con ciertos caballos, es no obstante recibido con disgusto por algunos.
Así es que cualquiera que sea la suerte que se esté ejecutando, debe el diestro conducirse así: citar al toro, dejarlo llegar a la vara sin mover el caballo, y conforme llegue a jurisdicción y humille, ponerle la puya, cargarse sobre el palo, y despedirlo, si puede, en el encontronazo por la cabeza del caballo, que hasta ahora no debe haberse movido, pero que conforme está el toro en disposición de tomar su terreno, se le hace girar por la izquierda; y se sale con pies. Con respecto a la salida del diestro hay infinitas variaciones, que marcaremos conforme vayamos explicando las suertes en que tienen lugar.
Este modo de picar, que llaman sin perder tierra, es el que gusta, y efectivamente es muy bonito, pero a mi parecer no debe ejecutarse sino con los toros que veremos luego rempujan poco en el encontronazo, pues con los demás es inevitable la cogida. Esto es lo que constituye esencialmente la suerte de picar; sin embargo, hay varios modos de ejecutarla, que aun cuando convienen en casi todo lo que hemos dicho arriba, tienen no obstante algunas diferencias, que bastan para hacer clases que deben ser conocidas con particularidad.
Por tanto, vamos a dar una circunstanciada explicación de ellas en sus correspondientes capítulos.