×

Mensaje

Este sitio web utiliza 'cookies' para ofrecerle una mejor experiencia de navegación.

Ver documentos de la Directiva e-Privacy

Ha rechazado el uso de cookies. ¿Desea reconsiderar su decisión?

18 - CAPITULO IX - DE LAS BANDERILLAS - ARTICULO III - SUERTE DE LAS BANDERILLAS A TOPA CARNERO

Atrás

 

 LA TAUROMAQUIA COMPLETA

 EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA

 TANTO A PIE COMO A CABALLO

 Por: Francisco Montes “PAQUIRO”

 

PARTE PRIMERA  -  ARTE DE TOREAR A PIE

CAPITULO IX 

DE LAS BANDERILLAS

 

ARTICULO III

SUERTE DE LAS BANDERILLAS A TOPA CARNERO

 

Esta suerte de banderillas, que unos llaman de pecho, otros a pie firme, y otros a topa carnero (nombre que le conviene mejor), es acaso la más difícil de ejecutar, pero también aventaja en lucimiento a cuantas van explicadas.

 

El modo de hacerla es situarse el diestro a larga distancia del toro y de cara a él; ya venga levantado, ya citándolo, lo obliga a que le parta, con lo cual es igual el todo de la suerte; estando en esta disposición, tendrá parados los pies hasta que el toro llegue a jurisdicción y humille, en cuyo momento con gran ligereza hará un quiebro, con el que se saldrá del embroque, y cuadrándose con él le meterá los brazos estando ya fuera de su jurisdicción, con lo que el remate es seguro. No hay necesidad de salir con pies siendo, boyante el toro, y solo aconsejo que se les haga cuando ellos los tengan.

 

Con los revoltosos solo la practicarán los que tengan piernas, pues en esta suerte más que en otra alguna se reponen y salen tras el bulto. Sin embargo, en teniendo este requisito no hay nada que temer.

 

No me parece prudente ejecutarla con los que se ciñen, ganan terreno, y rematan en el bulto, no solo por lo difícil que es echarse fuera con limpieza con esta clase de toros, sino también porque se repondrán al momento, en razón, del poco destronque que sufren por lo que se meten en el terreno del diestro; y si este no es muy ligero para salir con pies le podrán dar una cogida.

 

Así es que yo recomiendo esta suerte exclusivamente para los boyantes, con los cuales tiene un lucimiento extraordinario, pues hace un efecto muy hermoso ver al diestro esperando al toro que va volando hacia: él, y casi sin moverse ponerle las banderillas, y quedarse después inmóvil, viendo huir de si a la misma fiera que un momento antes venia con ansia a destrozarlo. Tal es la brillantez que tiene la suerte con estas reses, y que desaparece con las demás por la necesidad que hay de salir con pies.

 

No obstante, se podrá hacer con los abantos y con los tuertos con la misma facilidad y lucimiento, en teniendo cuidado con los últimos de cuadrarse por él ojo tuerto para que no vean el bulto al remate, se revuelvan, y obliguen al diestro a salir con todas las piernas.

 

A los burri-ciegos se les hará o no, según que su clase lo permita o lo vede; pero para los de la segunda es menester tener presente que muchas veces se paran a corta distancia del diestro, porque ya no lo ven bien: en este caso se les volverá a citar, y se les hablará para que conozcan que el bulto está cerca y sigan haciendo por él; y en caso que, a pesar de todo, se queden parados, se adelantará el diestro, y les hará la suerte a cuarteo, pues el salirse de la que se intentó hacer, además de no ser muy lucido, tiene el inconveniente de que vuelven a verlo claro en cuanto se aleja y arrancan a él. Por consiguiente, siempre será muy oportuno hacerles esta suerte tan airosa como segura en vez de salirse de la otra con incomodidad, sin lucimiento, y tal vez con riesgo.

 

Esta suerte se hará siempre a los toros cuando vengan levantados, y será muy brillante; también será muy fácil y segura cuando vengan con el viaje a la querencia, pues arrancan muy bien al bulto que ven, les estorba seguir a ella, y como cuando llegan a tirar la cabezada para recogerlo no solo se les quita de delante, sino que sienten castigo, y ven la querencia muy manifiesta, apresuran el viaje sin hacer por nada, pues su único afán es llegar a ella.