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13 - CAPITULO VII - DE LOS RECORTES Y GALLEOS

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 LA TAUROMAQUIA COMPLETA

 EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA

 TANTO A PIE COMO A CABALLO

 Por: Francisco Montes “PAQUIRO”

 

PARTE PRIMERA  -  ARTE DE TOREAR A PIE

CAPITULO VII

DE LOS RECORTES Y GALLEOS

Se llama recorte a toda aquella suerte, en que el diestro se junta con el toro en un mismo centro, y cuando humilla le da un quiebro de cuerpo con el cual libra la cabezada, y sale con diferente viaje.

 

El galleo se diferencia del recorte en que se hace a favor del capote o algún otro engaño, mientras que el recorte se ejecuta con solo el cuerpo: sin embargo, es muy frecuente llamarlos genéricamente recortes.

 

El recorte propiamente tal se puede hacer con toda clase de toros, y de diversos modos, según que se salga derecho a él o atravesado; o bien se le está viendo venir, y cuando llega a jurisdicción y humilla, se le da el quiebro y queda hecho el recorte. De todos modos, es muy lucido y sumamente seguro con los boyantes; con los revoltosos es menester ser muy ligero para hacer con seguridad esta suerte, porque se reponen muy pronto; y aunque el diestro ya se haya enmendado del quiebro, sin embargo, como no haya sido con suficiente anticipación para haberse apartado bastante del centro de la suerte, le podrán dar una cogida: de todos modos, es menester no pararse un momento, y salir con todos los pies, pues ellos casi siempre cuanto se reponen salen tras el bulto: en teniendo cuidado de ejecutar lo dicho es el recorte más lucido el de estos toros. 

 

Los abantos son muy buenos para los recortes, que también se pueden hacer con los que se ciñen en teniendo cuidado de salirles lo más derecho que se pueda, y de no hacerles el quiebro, que deberá ser muy grande, sino cuando hayan muy bien humillado; de este modo el éxito siempre será favorable.

 

Si alguna vez se intenta dar este recorte a los toros que ganan terreno, será necesario tomarles mucha delantera y mucha tierra, y salirles formando un medio círculo, que vendrá a concluirse con rapidez en el centro de la suerte, donde se hará el quiebro muy veloz, y se saldrá con todos los pies: es bastante expuesto con ellos, porque en no observando rigorosamente lo dicho se meterá el diestro en su cabeza, y a veces, aun observándolo, sucede que cortan demasiado terreno y no dan lugar a que se pase, en cuyo caso no hay más remedio que escapar por pies.

 

Esta suerte no debe practicarse con los toros que rematan en el bullo, porque es sumamente expuesto; pero sí con los burri-ciegos de segundo y tercer orden, atendiendo a su clase, con los cuales es fácil y segura; también lo es con los de la primera, en teniendo cuidado de hacérsela cuando vayan levantados, pues a pie firme suele ser expuesto, principalmente cuando tienen piernas, en razón a que arrancan alguna vez con bastante velocidad cuando distinguen bien al diestro por estar cerca, y si este no es muy ligero para darles el quiebro lo podrán coger; pero haciéndolo con las precauciones dichas no hay peligro.

 

Los toros tuertos son los más propósito para los recortes en saliéndoles por el ojo bueno, con lo cual el remate es tan seguro, como que la salida es por el ojo tuerto; pero no se les irá por este, porque como no ven no pueden hacer por el bulto humillando, y por consiguiente no harán suerte; lo segundo, porque si sienten cerca los pasos del diestro que viene corriendo, y se vuelven, como que con la velocidad de la carrera no es muy fácil detenerse o mudar de viaje, harán por él, y si son ligeros le darán una cogida.

 

Siempre que se vaya a dar un recorte se debe procurar no atravesarse mucho con el toro, porque entonces es más fácil que tape la salida; para cuando suceda esto, ya sea por descuido o por las muchas piernas del toro, el mejor remedio es dar el sallo a tras-cuerno, pues es más seguro que salirse de la suerte y cambiar el viaje, y el recorte de quiebro no se puede ya intentar sin un evidente riesgo.

 

Los galleos son más susceptibles de hacerse con cualquiera clase de toros que los recortes: son mucho más fáciles y seguros, y no les ceden en lucimiento. Se pueden hacer de infinitos modos, en atención no solo a las circunstancias en que esté el toro, y al modo de emprender la suerte, sino a la clase de engaño, al modo de llevarlo, a la clase de remate que se da etc., así es que solo daré noticia de los más frecuentes y bonitos, por no ser molesto, y mucho más cuando el modo de hacerlos es igual en todo, y sigue las mismas reglas que para los recortes hemos dado.

 

Uno de los galleos que se hacen con mas frecuencia es el que llaman el bú: para verificarlo se pone la capa por encima de los hombros del modo natural, o bien, y hace más efecto, por la cabeza a la manera que las mujeres llevan los chales; en esta disposición se marcha al toro observando las reglas que para un recorte, y cuando se está en el centro se abren y agachan los brazos, y se hace el quiebro en el mismo puesto en que el toro está humillado: hecho esto se está fuera ya, y entonces se vuelven los brazos y la capa a su posición, y queda concluido el galleo.

 

La otra especie, que se hace con mucha frecuencia, es aquel en que cogida la capa del mismo modo que dijimos para la suerte al costado con la capa por detrás, se va el diestro hacia el toro describiendo una curva, cuyo fin es el centro de la suerte, la cual se concluirá del modo que hemos visto se rematan todos los galleos y recortes. Este es lucidísimo, y me atrevo a decir que acaso no hay otro más seguro.

 

Se hace también otra especie de galleo con el capote recogido en la mano del lado que ha de presentarse primero al toro, y cuando se llega al centro de los quiebros se le acerca para que humille, en cuyo acto toma el diestro la salida y cambia el capote a la otra mano haciendo un quiebro de cintura, con lo cual pasa humillado por su espalda, y la cabezada la tira fuera; se hace también con un sombrero y con la montera, y de todos modos es muy lucido.

 

Hay otro galleo sumamente bonito, el cual se debe hacer siempre que se atrase el diestro algo en el momento de irse a meter en el centro de la suerte, o bien cuando estando quieto se vea venir al toro levantado y con todas sus piernas con el viaje a él: el modo de hacerlo, que es igual en ambos casos, es tirar el capote al hocico del toro en cuanto llegue a jurisdicción, pero quedándose con una de las puntas en la mano, con lo cual humilla con prontitud, en cuyo momento pasará por delante de la cabeza, haciendo el correspondiente quiebro, a ocupar su terreno, y cuanto esté en él tirará con rapidez del capote, con lo que el galleo se concluye: todo lo dicho ha de ser obra de un instante para que haga el efecto que debe, pues entonces sufre el toro un destronque que lo hará hocicar a espaldas del diestro, y que no se verificará sino está la suerte hecha con mucha ligereza, pudiendo además peligrar por no haber sufrido el toro lo que debía. Este galleo, que es el más conocido por el nombre general de recorte, es el que quita más las piernas a los toros, por el gran destronque que sufren, tanto mayor cuanto la suerte está mejor hecha.

 

Todos estos son sumamente bonitos, y se hacen con mucha frecuencia; son susceptibles de practicarse con todas las clases de toros, con los burri-ciegos y con los tuertos, en teniendo cuidado con estos últimos de tomarlos por el ojo bueno, para que el remate sea en el tuerto.