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09 - CAPITULO VI - DE LAS SUERTES DE CAPA - ARTICULO III - DE LA SUERTE A LA NAVARRA

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 LA TAUROMAQUIA COMPLETA

 EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA

 TANTO A PIE COMO A CABALLO

 Por: Francisco Montes “PAQUIRO”

 

PARTE PRIMERA  -  ARTE DE TOREAR A PIE

CAPITULO VI

DE LAS SUERTES DE CAPA

 

ARTICULO III

DE LA SUERTE A LA NAVARRA

 

Esta suerte es después de la verónica la que se hace con más frecuencia, y es más bonita que aquella, aunque no tan susceptible de hacerse con todos los toros. Vamos a ver el modo de ejecutarla con los boyantes, y después veremos con cuáles se puede hacer además.

 

Se situará el diestro como hemos dicho para la verónica, pero teniendo cuidado de que el toro tenga sus piernas enteras, y poniéndose corto lo citará, y cuando embista le, irá tendiendo la suerte, se la cargará mucho cuando llegue a jurisdicción, y cuando ya vaya fuera y bien humillado le arrancará con prontitud la capa por bajo del hocico, dando al mismo tiempo una media vuelta con ella por dentro, viniendo a quedar otra vez frente al toro.

 

Con estos toros es la suerte sumamente segura, y aunque no falla quien diga que con los demás es muy peligrosa, sin embargo, veremos que se puede hacer con otros también con seguridad.

 

Los toros revoltosos, cuándo tienen todas sus piernas, son muy a propósito para hacerles esta suerte en teniendo la precaución de cargársela más y despedirlos más fuera, perfilando el cuerpo y haciéndoles un buen quiebro, con lo que el toro va muy humillado y bastante desviado, para tirar sin riesgo los brazos y sacar la capa del modo dicho; pero debo advertir que la vuelta, como es para dentro, es tanto más completa cuanto más se perfiló el cuerpo hacia fuera, y por consiguiente que debe ser muy viva, para volverse antes que el toro se reponga, con lo cual se remata felizmente.

 

Si alguna vez sucede que, por ser el toro muy ligero, o haberse tardado en la vuelta, o bien por haberle dado poca salida, viene a buscar al diestro, se darán algunos pasos de espalda con la capa abierta, y se le hará la verónica, pues en este caso no es prudente repetir la navarra.

 

Con los toros que se ciñen es también muy fácil esta suerte, y es tan segura como con los boyantes, además de ser más lucida, porque como se pegan más los de que hablamos, pasan más cerca del cuerpo, es la suerte más ceñida en un todo, resultando mas lucimiento del mayor riesgo que parece tiene el diestro (aunque en realidad es ninguno), por la mayor aproximación del toro.

 

El modo de ejecutarla es dejarlo venir según las reglas que dimos para la verónica hablando de estos, y cuando ya humillado ocupe el terreno de afuera se le arrancará la capa, y se dará la vuelta del modo que he dicho se hará con los boyantes, teniendo siempre cuidado de hacérsela cuando tengan piernas. 

 

Con los que ganan terreno y con los de sentido aconseja la prudencia que no se haga esta suerte: si alguno quiere ejecutarla, use con mucha precaución de las reglas dichas, pues ha de ser muy diestro para que el éxito sea feliz.

 

Con los toros abantos se puede hacer con tanta seguridad, como que se tiene la certeza de que no han de revolverse, único peligro que hay; por eso, exceptuando los anteriores, son los revoltosos los que merecen más cuidado en ella.

 

Lo toros burri-ciegos, sean de la clase que se quiera, serán o no a propósito para la navarra, según la clase que por sus propiedades manifiesten. 

 

Los toros tuertos cuando tienen este ojo hacia el terreno de adentro son sumamente buenos para esta suerte, la que se les hará del modo que dijimos se les hacia la verónica, quitándoles la capa como hemos visto ya se hace con los boyantes. Pero cuando lo tienen hacia fuera no se les debe hacer, pues darán una cogida, o a buen escapar será una suerte arrollada.