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04 - CAPITULO IV - DE LOS TRES ESTADOS QUE TIENEN LOS TOROS EN LA PLAZA

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 LA TAUROMAQUIA COMPLETA

 EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA

 TANTO A PIE COMO A CABALLO

 Por: Francisco Montes “PAQUIRO”

 

PARTE PRIMERA  -  ARTE DE TOREAR A PIE

CAPITULO IV

DE LOS TRES ESTADOS QUE TIENEN LOS TOROS EN LA PLAZA

 

Los toros tienen en la plaza tres estados bien diferentes, y que Importa mucho conocer, pues cada uno tiene suertes peculiares o que no podrían hacerse en otro estado sin un evidente riesgo, y que hechas en el que les corresponde son seguras y lucidas. Estos estados son el de levantados, el de parados y el de aplomados. Haremos su correspondiente explicación, guardándonos para la de cada suerte en particular el marcar las propias de cada uno de ellos.

 

Se dice que está el toro levantado cuando acaba de salir, tiene la cabeza muy alta, hace por todos los objetos, sin fijarse por lo regular en ninguno, y anda corriendo la plaza con gran celeridad. En este estado tiene todo el vigor en las piernas, y no se le conoce ninguna especie de querencia; apenas se para en parte alguna, y generalmente, aunque dé cogida no se queda con el bulto, sino que prosigue su viaje. Este estado no es el que más tiempo dura, y es difícil hacerle suertes en él, porque ni aun da tiempo para armarse y ponérsele delante; pero las que se llegan a hacer son muy seguras, porque jamás se revuelve, de manera que con solo tener el diestro pies para contrastar los muchos que tiene el toro levantado, rematará la suerte a su satisfacción, pues aún los toros de más intención parten cuando están levantados como el más sencillo, y es la razón, porque como acaban de salir del toril donde estaban muy estrechos y cerrados, y se hallan luego en libertad, empiezan a correr buscando campo, y no tienen gran codicia por el objeto, de manera que arrancan echándose fuera y con el sentido de la huida.

 

El segundo estado que tienen los toros en la plaza es el de parados, y se conoce en que ya no corren con aquella especie de atolondramiento que tenían cuando estaban levantados, y en que solo hacen por los objetos que tienen a una distancia proporcionada: además en este estado es en el que se muestran las propiedades de cada clase, y es el más a propósito para casi todas las suertes, pues conservan las piernas suficientes para rematarlas, y carecen de aquel vigor con que salieron en ellas. En este segundo estado es cuando comienzan los toros a tomar las querencias casuales que acaban de manifestarse con toda su fuerza en el estado de aplomados. 

 

Este último estado es el más peligroso y el que menos divierte; se conoce en que el toro si tomó querencia en el estado anterior, en este casi no la abandona; y en caso de no haberla tomado y no irse a las naturales, se observa en él mucha parsimonia, hace poco por los objetos que tiene a regular distancia, y nada por los que están lejos; le faltan las piernas a veces del todo, y evita las suertes del modo que puede, ya saliéndose de ellas, ya tapándose. 

 

Estos tres estados no son iguales en todos los toros, y a veces son tan poco manifiestos que es muy difícil distinguirlos; pero, sin embargo, existen y es importante su conocimiento, pues nos marcan el momento de ejecutar esta o la otra suerte, atendiendo al estado en que está el toro y a su clase particular. 

 

Debo también advertir que muchas veces los toros conservan todas sus piernas en el estado de parados, y algunas en el de aplomados.