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1) CARLOS AUGUSTO MASCARENHAS RELVAS DE CAMPOS

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 Nombre

 Carlos Relvas

 Nacimiento

 El día 13 de noviembre de 1838

Población País

Golegâ - Portugal

 Historia

La mayoría de los que han ejecutado en Portugal proezas con caballos de doma especial, contó son los destinados al rejoneo en las Plazas de toros, eran lo que se llaman "amadores". Esto es, trabajan, exponiendo la vida del caballo y la suya propia, por el placer de ejecutar el toreo, sin esperar remuneración alguna. El mayor número de ejecutantes de tan peligroso y romántico ejercicio se dio en la época de Carlos Augusto Mascaenhas Relvas de Campos.

Una de las tantas veces que principescamente recibía a sus amistades en su palacio de Golegâ, ofreció a los invitados, como también era costumbre en él, una corrida de toros (ya que tos bailes de salón dejábanse para la noche), en la que el toreaba un par de reses y fueron otras banderilleadas también por tos mejores banderilleros portugueses de aquel entonces: Roberto da Fonseca, Vicente Roberto, José Peixinho..., más un toro que un matador español que fue mandado venir para darle muerte a estoque.

La corrida resultó buena y sin incidente de especial mención. Pero dos días después Carlos Relvas se vio envuelto en un proceso por infringir las leyes del reino y las de... la Sociedad Protectora de Animales. Por este proceso que se cernía sobre su cabeza le declaró guerra a muerte a la candidatura de Castelo Melhor y trabajó conde miedo por la victoria del candidato contrario, Mariano de Carvalho. Con tanto interés trabajó y puso su capital e influencia, que pagó a la Compañía de Ferrocarriles la dislocación de una máquina que fue desde Entrocamento a Abrantes para buscar a “un votante”. Llegó el día de las elecciones, y. contra lo que lodo el mundo esperaba, salió triunfante Carvallo. E1 célebre proceso por la muerte de un toro nunca fue discutido ni juzgado. 

La última corrida que toreó Carlos Relvas fue el 24 de septiembre de 1893. en la Plaza de Campo Pequeño, de Lisboa, organizada por la Comisión de Prensa en beneficio de las víctimas del ciclón que asoló tas islas Azores. Falleció el 23 de enero de 1894 (algunos autores dicen que el 22 del mismo mes y año), en su palacio de Golegâ, víctima de las heridas que recibió al ser cogido contra la pared por un carro de bueyes, suponiéndose que la gravedad provino de la diabetes que hacía mucho tiempo sufría.

 Notas

Verdadero "gentleman"" este Carlos Relvas, manejaba el ftorete y la espada como un maestro de armas. Con las de tiro tampoco desmerecía: era en la caza una de las mejores escopetas de su tiempo. De su bien apuntado objetivo salieron para exposiciones nacionales y extranjeras muchas fotografías que le valieron en España, Italia y Alemania premios y menciones honoríficas. Cultivó la música y la pintura. y llevado de su gran afición al caballo, se presentó y logró destacarse en los hipódromos con sus bien domados y sabiamente conducidos equinos. 

Nacido en la hermosa tierra ribatejana. llamada con razón la Andalucía portuguesa, no es de extrañar en Carlos Relvas aquel ferviente culto, sobre todas sus otras aficiones, a los dos animales más hermosos del Universo el toro y el caballo.

Dicen los cronistas de Carlos Relvas que reunía unas bellísimas cualidades morales y de carácter, cautivando a los que te trataban, y hasta a los que sólo conversaban con él, por su delicadeza y sensibilidad extrema, sin que esto quiera decir que en las ocasiones propicias no fuera voluntarioso y temerario “como los caballeros de la Edad Media”.

Cuéntanse varias anécdotas suyas y de su célebre caballo “Pérola”, o “ Perla”. Un día fue a visitar a un amigo enfermo, y como no encontraba sitio donde amarrarlo, optó por dejarlo suelto. Lo acarició y lo puso junto a la pared, y sin más preocupaciones entró a ver al amigo doliente. Como tardara, la gente que pasaba por la calle se paraba para ver el hermoso ejemplar, al mismo tiempo que se extrañaban de que estuviera abandonado. Al acercársele cualquier persona, relinchaba haciendo salir a su dueño a la ventana. Carlos Relvas hablábale y el caballo seguía en su sitio, y quien intentaba acercársele, al ver que tenía dueño, seguía su camino. 

Fuente

Biblioteca Digital Castilla y León - El Ruedo (Semanario gráfico de los toros) Madrid, 20 abril 1950 Por: Antonio Martín Maqueda.