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LA HISTORIA TAURINA DE MÉJICO - I -

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LA HISTORIA TAURINA DE MÉJICO - I -  

El 13 de agosto de 1529 se celebró el primer espectáculo con reses bravas. - La plazuela del Marqués, primer coso taurino. - Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés, fundó la primera ganadería. - El virrey don Luís de Velasco dio gran impulso a la fiesta de toros.

Roto “el telón acuático” y pasada la preocupación inicial encaminada a la conquista y apaciguamiento del territorio de Nueva España, la atención de los gobernantes se dirigió a procurar para los nuevos súbditos las diversiones apropiadas a su espíritu. Nueva España, Méjico, se llamó así por la semejanza que encontraban los conquistadores entre, este pedazo de tierra colombina y la Península ibérica; semejanza de clima y vegetación, que requería una fauna muy parecida. Y allá fueron los galeones de los reyes de España cargados de distintas especies de animales, pero en particular de caballos y toros. Naturalmente, los que desembarcaron en primer lugar se destinaron, sobre todo, a la reproducción y al sustento de las personas. Hasta 1529 no comenzarán a celebrarse oficialmente —con seguridad ya habría habido algún festejo particular— las corridas de toros.

De fecha 11 de agosto de 1529 es el mandamiento en el que se ordena lo siguiente: 

"Estando juntos en Cabildo el Muy Magnífico Señor Nuño de Guzmán, Presidente de esta Nueva España por su Magestad, e los Muy Nobles Señores Francisco Berdugo e Bernardino Bázquez de Tapia e Antonio Serrano de Cardona e Gonzalo Ruyz e Lope Samaniego, regidores, e luego vinieron al dicho Cabildo el Comendador Proano e Pedro de Sámano. 

Los dichos señores ordenaron e mandaron que de aquí en adelante, por honra de la fiesta de Señor Sant Hipólito, en cuyo día se ganó esta ciudad, se corran siete toros e que de aquéllos se maten dos y se den por amor de Dios a tos Monasterios e Hospitales; y que la víspera de dicha fiesta se saque el Pendón de esta ciudad de la Casa Cabildo y que se lleve con toda la gente que pudiere ir acompañándolo hasta la Iglesia de Sant Hipólito...." 

O sea, que se ha de considerar como primer festejo taurino celebrado en Méjico el que tuvo lugar el 13 de agosto de 1529. A partir de este momento cualquier motivo era bueno para organizar vistosos festivales, en los que no faltaba "'los juegos de «cañas y toros". Unas veces era la firma de un tratado de paz entre España y Francia; otros, el nacimiento de un infante, la conmemoración de una batalla o la llegada de un virrey; en fin, a veces el más insignificante acontecimiento desbordaba la alegría popular ávida de entretenimientos. 

Estas funciones no se limitaban únicamente a "correr toros" y "al juego de cañas", sino que también había sesiones de pirotecnia, vistosos desfiles y representaciones teatrales; todo ello animado por las músicas y ruidos, no siempre armónicos, que producían las bandas de trompetas y atabales de Texcoco y los ministriles de Antillas o España. 

Los indios, que actuaban de peones de los caballeros con mantas teñidas de rojo a guisa de capoles, vestían trajes variados y pintorescos confeccionados con damascos, tafetanes, rasos, sedas y dorados, con lo que aumentaba el lujo y la fastuosidad de las fiestas, que tenían como escenario la antigua plazuela del Marqués. Se había construido en ella un portal para los toros: encima de él había unos palcos para los invitados y la música, y alrededor, en las casas, en los cercados que tapaban las calles de Escalerillas, Empedradillo, y en las entradas del Seminario y de la Catedral se amontonaba el público. 

En cierta ocasión, por lo reducido del coso, los organizadores pidieron al arzobispo Montufar que les cediese la parte de terreno que pertenecía a la Catedral, a lo que se negó el mitrado, por creer una inmoralidad que en un lugar de índole sagrada se celebrasen festejos en los que a veces morían algunos indios. Pero no debieron ser muchos, porque los espectáculos taurinos siguieron en todo su apogeo, y de lo contrario se habrían suprimido. 

Ya entonces, mediados del siglo XVI, el licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés, empezó a formar una ganadería, que ha llegado hasta nuestros días. Tal fue su desarrollo, que los indios se quejaban porque no podían salir al campo a realizar sus labores sin peligro de que algún toro les acometiese. No sé cuál sería la solución que dieron al problema; pero, seguramente, obligarían a don Juan a encerrar su ganado en terrenos vallados. 

Fue el virrey don Luis de Velasco, creador de la silla vaquera y el freno mejicano, “muy gallardo hombre de a caballo", el que mayor impulso dio a las corridas de toros. El mismo salía al ruedo montado en magníficos corceles a correr toros y, según dicen las crónicas, nadie le aventajaba en destreza y habilidad. Sin embargo, una mala costumbre hay que achacarle: la de despuntar a los toros. ¡Por algo era "figura"! 

Posteriormente, hacia 1585, se celebraban en Méjico y en Yucatán las "encamisadas". Consistían éstas en poner a los novillos unas bolas de alquitrán con estopa, cera y cohetes en los cuernos, encenderlas y soltarlos por las calles cuando se había hecho de noche. Esta costumbre se conserva en algún pueblo de España, y, aparte del espectáculo luminoso que representa, con ello se aumenta el peligro de la cornada, el de la quemadura que produce alquitrán pegado a la carne. 

Pronto, a imitación de las Plazas de toros que existían en nuestra patria en aquellos tiempos, emplazadas en el lugar donde se encontraban los Ayuntamientos, se trasladó el coso taurino a la plazuela del Volador. De esta forma los ministros y demás invitados podían presenciar las corridas desde los balcones la casa consistorial. 

En esta plaza siguieron dándose fiestas de igual esplendor y con la misma frecuencia que en la anterior, bajo la presidencia del virrey don Luís de Velasco, hijo del segundo virrey, quien, como su padre, sentía gran afición por la equitación y las corridas de toros. Así, bajo un signo de auge taurino, terminó el siglo XVI. 

Por: BARICO II 

En recuerdo, admiración y respeto a Don Benjamín Bentura Remacha  

BDCYL - Semanario Gráfico de los Toros – El Ruedo – Madrid, 19 de noviembre de 1953