MODO DE REALIZAR LA SUERTE DE MATAR
Para realizar la suerte de matar arrancando, el toro debe estar cuadrado o igualado, es decir, tener las manos y, a ser posible, las patas juntas y con la cabeza en su posición natural.
Una vez igualado el toro, el diestro debe situarse a cierta distancia de él, liar la muleta y fijar al animal en ella, montar la espada y arrancarse hacia el toro en rectitud, echándole la muleta al hocico. El toro, al intentar coger la muleta, humilla la cabeza instintivamente y luego derrota. Pues bien, el matador debe aprovechar el momento en que el toro humille, para pasar o cruzar el pitón, dar la estocada y salir por el costado derecho del astado. Y a la vez, con la muleta, debe marcarle la salida al toro dando el inicio de un pase de pecho. En este movimiento, si se hace correctamente, los brazos del torero se cruzan, lo que se conoce en el argot taurino como hacer la cruz. Y hay que procurar salir lo más limpiamente y ceñido por los costillares del toro.
Sin embargo, en muchas ocasiones, el torero no cruza el pitón sino que se queda o sale por la cara del toro, lo cual resta mérito a la suerte y sólo es admisible cuando el torero «pincha en hueso» o ante un extraño del animal.
En resumen, entrar, cruzar y salir, que son los tres tiempos de la suerte de matar.
Lo más correcto es que el torero se sitúe frente al toro, es decir, entre los cuernos, no frente al cuerno derecho.
La posición más adecuada de montar la espada es colocándola a la altura del pecho y con el brazo ligeramente flexionado, no siendo recomendable llevar el brazo completamente estirado.
En el momento en que el torero arranca, normalmente el toro comienza ya a humillar, por lo que, cuanto antes se produzca el embroque más fácilmente se podrá realizar la suerte. De hecho, si el matador no es lo suficientemente rápido, puede ocurrir que, cuando llegue al embroque, el toro esté ya derrotando y por lo tanto no deje pasar al torero. Por esta razón, hay que propiciar que el encuentro entre torero y toro sea lo más rápido posible, lo cual se consigue si el toro se arranca también o si el matador se perfila en corto y no a gran distancia del toro. Por ello, tampoco es recomendable, en el momento de arrancar, llevar el brazo que sujeta la espada hacia atrás ya que, en este movimiento instintivo que muchos diestros hacen para tomar fuerza, se pierde un tiempo que puede ser decisivo. Sin embargo, tampoco debe producirse el embroque cuando aún el toro no haya humillado pues, entonces, el toro tampoco se ha descubierto.
Hay un momento, al final de la faena de muleta, en que las condiciones en la que se encuentra el toro son las idóneas para realizar la suerte de matar. Es cuando se dice que el toro pide la muerte. En esta situación el toro se iguala fácilmente y se mueve a la velocidad adecuada para que el matador realice la suerte correctamente. Cuando el toro pasa de este estado -pasarse de faena-, tiende a mantener la cabeza humillada, lo cual hace muy difícil dar la estocada, ya que, al entrar el matador lo que hace el toro es levantar la cabeza y dar el derrote directamente. Por otro lado, si el toro está demasiado entero, los movimientos que hace son excesivamente rápidos para realizar la suerte de forma adecuada. Esto sucede, a veces, cuando el torero emplea tanto tiempo en la preparación de la suerte que el toro se recupera.
Fuente: Junta de Andalucía. Consejería de Gobernación. Dirección General de Espectáculos Públicos, Juego y Actividades Recreativas. Cuadernos de Aula Taurina: Las Suertes del toreo, por D. José María Martínez Parras.
Fotografías: Tauroarte.com Por: J.A. Prades