Se trata de una suerte muy antigua, introducida por Martincho a principios del siglo XVIII. Para realizarla, el diestro coge el capote como si fuese a ejecutar un delantal a pies juntos. Iniciado el lance, una vez que ha pasado la cabeza del toro, el torero gira en la dirección de la embestida del astado y da una vuelta completa sobre los pies, volviendo a quedar frente al toro.
En México recibe el nombre de chicuelina antigua.
Es una suerte cuya ejecución lucida y vistosa requiere reses repetidoras y que tengan largas embestidas, por lo que no es aconsejable interpretarla con toros que se queden cortos o se revuelvan rápidamente.
Fuente: Junta de Andalucía. Consejería de Gobernación. Dirección General de Espectáculos Públicos, Juego y Actividades Recreativas. Cuadernos de Aula Taurina: Las Suertes del toreo, por D. José María Martínez Parras.