En la fotografía, el diestro Francisco Romero López "Curro Romero"
La suerte de la verónica se debe al diestro sevillano del siglo XVIII Joaquín Rodríguez «Costillares». Se denominó así porque, antiguamente, el torero, para ejecutarla, se colocaba de frente y en rectitud al toro, con el capote extendido, quedando en la misma actitud en que se representa a la «Verónica» limpiando la cara de Jesucristo.
Primitivamente, pues, al estar el diestro enfrontilado con el toro, para repetir el lance, tenía que dar media vuelta girando sobre sus talones.
Sin embargo, en la actualidad y desde finales del siglo XIX, la verónica se realiza de forma diferente: el diestro se coloca de perfil o de «medio pecho» en la rectitud del toro. Lo cita tendiendo el capote que sostiene con ambas manos. Cuando el toro llega a jurisdicción, el torero hace la suerte moviendo el capote acompasadamente y lo más cerca posible de los pitones. Y remata el lance trayéndose la mano izquierda al costado derecho y alargando el brazo derecho o viceversa, según del lado que se ejecuta, despidiendo al animal en general en línea recta y quedando en posición de repetir el lance. La mano de salida puede colocarse alta o baja. En el primer caso, el lance resulta más largo, más profundo.
Aunque la verónica se puede ejecutar a pies juntos, lo usual y clásico es darla con los pies abiertos o, como se conoce en el argot taurino, «abriendo el compás» o «despatarrado» y adelantando la pierna contraria o de salida por lo que debe desviar la embestida de la res para no ser atropellado o cogido. A continuación, el diestro avanza un paso con la otra pierna, con lo que queda preparado para el próximo lance.
No es fácil la verónica porque requiere armonizar el juego de los brazos y acompasarlos a la embestida del toro, ganar terreno hacia delante al final de cada lance y conservar la distancia adecuada. Si el diestro se queda demasiado cerca del toro puede sufrir el acoso del toro o no tener tiempo para preparar el lance siguiente.
Hay que distinguir dos momentos esenciales para ejecutar la verónica: con el toro embistiendo con fuerza, recién salido al ruedo, y cuando al toro, y a aplomado por los puyazos, hay que provocarle la embestida.
Fuente: Junta de Andalucía. Consejería de Gobernación. Dirección General de Espectáculos Públicos, Juego y Actividades Recreativas. Cuadernos de Aula Taurina: Las Suertes del toreo, por D. José María Martínez Parras.