Ganadería: Don Ignacio de la Torre y Mier
Zona: México
Divisa: Roja y amarilla
Historia:
Es, sin disputa una de las mejores de aquel territorio (México) y su fundación data de largo tiempo, pues allá por los años 1794 fue cuando D. Raimundo Quintanar ligó algunas vacas bravas que poseía, con dos toros de procedencia andaluza, y reuniendo el resultado de estos cruzamientos en su hacienda "El Contadero", echó las bases de la futura ganadería de San Nicolás Peralta, hoy (año 1907) propiedad del Sr. D. Ignacio de la Torre y Mier.
Pero antes de estar al frente de la ganadería su actual propietario, la vacada tuvo otros dueños que la cuidaron y mejoraron notablemente, y fue uno de ellos D. Manuel de la Peña, excelente aficionado y hombre entusiasta por la cría de reses bravas.
Aparte de los trabajos de selección y tienta y del desvelo que demostró siempre por el fomento de la casta brava de su propiedad, creyó muy conveniente efectuar cruces diversos que mejoraran la sangre de los toros, a cuyo efecto compró cinco toros españoles, de inmejorable procedencia, destinando uno de Miura para cuarenta vacas en el potrero de "La Luz"; otro de Concha y Sierra al de "Consuelo", con análogo número de vacas, dos de Anastasio Martín, para padrear numerosas hembras en el cerrado "Potrero Nuevo", y, por último, uno de Arribas Hermanos, con otra piara de vacas en el lugar llamado "Camaluche".
Los resultados de estos cruces superaron a todas las esperanzas, y ya quedó consolidada como de primer orden la ganadería en cuestión, denominada entonces el Casadero y que obtuvo grandes éxitos en las plazas de México y debiéndose recordar que tras ruda competencia en el año 1854, venció a la vacada de Ateneo, decidiéndose a favor de la del Casadero el fallo del Jurado.
Sustituyó al Sr. Peña en la propiedad de la ganadería, el Sr. D. Miguel Peón, y tras éste siguió D. Ignacio de la Torre y Mier, actual dueño (año 1907), y persona distinguidísima en México, tanto por sus brillantes dotes como por ser hijo político del Presidente general Porfirio Díaz.
Desde que las reses pasaron a ser de su propiedad y las instaló en la magnífica hacienda de San Nicolás Peralta, la casta mejoró muchísimo, gracias a los exquisitos cuidados de que la hizo objeto y el acierto que demostró en todas las operaciones que se realizan para afirmar el crédito de la ganadería.
D. Ignacio de la Torre y Mier, no escatimó sacrificio alguno, por grande que fuese, y si los anteriores propietarios adquirieron toros españoles para refinar la casta, él no dejó de hacer lo propio, pero en mayor número y calidad pues entre los sementales que adquirió y a precios altísimos, se encontraban del duque de Veragua, una de las castas de más abolengo y quizás la de más pureza de sangre que hay en España.
Notas históricas:
En México son conocidas las ganaderías, no por el nombre del dueño, sino por el de la hacienda o término en que están enclavados los cerrados, por cuya razón, ésta de que vamos a tratar y que es de las contadas que allí existen dignas de atención, se denomina San Nicolás Peralta.
Este solo nombre ya predispone el ánimo a la alabanza, puesto que, a fuerza de sonar en estos últimos años en referencias de corridas de toros celebradas en dicha República, las reses de San Nicolás Peralta son ya objeto de elogio por parte de los aficionados (año 1907).
Notas:
Los toros de D. Ignacio de la Torre y Mier eran finos, de buen trapío, bravos y nobles y no desmerecían un ápice de las mejores castas españolas.
Fuente documental:
Biblioteca Digital de Castilla y León - Biblioteca Digital Taurina
https://bibliotecadigital.jcyl.es/
Obra: Toros de Lidia por don Samuel Tena Lacen Madrid - 1907