- ENCORNADURAS - Por: Don Antonio Fernández de Heredia
- ENCORNADURAS -
El cuerno se compone de: «Pitón» (extremidad o punta); «Pala» (que es tubular —donde se halla el tuétano— comprende desde el pitón hasta la cepa); y «Mazorca» o «Rodete», como indistintamente se denomina el nacimiento del asta.
Los cuernos, defensa terrible y fuerte de la res vacuna, están huecos, a excepción de las puntas de los mismos, que son dos prolongaciones del frontal o hueso de la frente, que se llaman «soportes». Sirviendo los cuernos para conocer la edad del toro, es forzoso decir algo aquí con respecto a esto.
Cuando el becerro no ha cumplido aún el año, en sus diminutos cuernos se percibe un anillo o círculo, poco aparente, en el nacimiento o base de los mismos, y del que se separa progresivamente. Antes de cumplir los dos años vuelve a marcarse una nueva depresión o surco que difiere poco del precedente; además, los cuernos comienzan en esta edad a alargarse contorneados, formando la erupción del cuerno.
Antes de los tres años la inclinación es mayor, y visible la aparición de otro anillo o rodete (A), pero más perceptible este surco trienal, mientras que los dos primitivos van borrándose y desapareciendo. De modo que á los tres años existe, sólo, en el cuerno, un rodete bien marcado; antes de los cuatro años se desprende de la base otro anillo igual; otro a los cinco, y así sucesivamente uno, antes de cumplir los seis, siete y hasta los diez años.
Así que, para saber la edad de una res vacuna, han de contarse los círculos, rodetes o nudos de arriba a abajo, pues el más inmediato (A) a la punta del cuerno es el primero permanente de los aparecidos. De los dos anteriores, repito, no queda ni señal al cumplir el novillo los tres años; de aquí que el cuerno cuyo modelo aparece en el grabado, indica haber pertenecido a una res de siete años.
Esta regla tiene sus excepciones. En las reses débiles y desmedradas participan los cuernos de este estado miserable y se desarrollan incompletamente; y en las destinadas al trabajo, los cuernos de las que son uncidas diariamente, pierden bastante de su primitivo aspecto, y los círculos ó rodetes acaban por desaparecer casi; pero esto no reza con el toro de lidia, al que suele dársele una esmerada crianza y, por tanto, los anillos o nudos de sus cuernos, desde los tres años hasta los diez, se suceden con regularidad, siendo, por lo general, bastante aparentes.
Pasada dicha edad, forman los rodetes rugosidades irregulares, siendo difícil contar por ellos los años; sin embargo, aunque los círculos son poco aparentes, dejan los surcos indicios escamosos, por cuyo medio se puede, teniendo alguna práctica, averiguar los años; comprobación que, para mayor exactitud, debe hacerse examinando la mandíbula de la res.
En recuerdo, admiración y respeto a Don Antonio Fernández de Heredia - Doctrinal Taurómaco de "Hache" - 1904