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ÚLTIMO TERCIO DE LA LIDIA - ( fundamentos )

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Último tercio de la lidia 

El último tercio de la lidia y, por consiguiente, al de la suerte suprema del toreo. La suerte de matar a los toros con estoque y muleta, es la más difícil, y más lucida, de cuantas se practican en la lidia; y se hace aun mucho más difícil y arriesgada, por el motivo que los toros, en este tercio, se encuentran por lo general aplomados y descompuestos y muchos de ellos se han hecho de sentido, por efecto de la lidia que han sufrido. Es, por lo tanto, la suerte que más cuidados requiere y por la que son necesarias en algunas ocasiones, todos los recursos del arte, para salir bien librado de ella.

A partir de lo que llevamos dicho, fácil será comprender que, el espada, es el que más directamente viene obligado, hasta por propio decoro, a poseer los más extensos conocimientos taurómacos y el que, con mayor motivo, debe estar dotado de todas aquellas cualidades indispensables a un lidiador de toros, si quiere cumplir bien su misión de matador y que su trabajo sea lucido.

Aunque la dirección de la lidia, en lo que concierne a variar las suertes, o sea marcar los tres tercios, es de la exclusiva competencia del Presidente, está en las atribuciones del espada, la dirección del redondel o sea lo relativo a la colocación de los banderilleros y picadores, sortear a las reses en una o en otra forma, castigarlas más o menos, según su pujanza, hacer que todas las suertes se practiquen bajo las reglas del arte, y cuidar que se observe en todo, el orden más completo. Si son dos o más espadas los que trabajen en una corrida, corresponde por derecho, al más antiguo, la dirección del redondel y la muerte del primer toro; matando los demás que le correspondan, alternando con los otros espadas, los cuales irán siguiendo por rigurosa antigüedad. Así mismo es obligación de los espadas, hacer los quites a los picadores, cuya faena va siempre a cargo del a quien corresponda estoquear el toro que se lidie.

Los pases de muleta

Hecha por los clarines la señal para la suerte de matar, el espada toma la muleta y el estoque, y colocándose debajo del palco de la presidencia, se quita la montera y brinda la suerte al Presidente. Cumplida esta formalidad, se dirige el matador en busca del toro, y encarándose con él, procede a pasarlo de muleta de la manera que cree más conveniente, según el estado en que se encuentre la res, debiendo sin embargo, al hacerlo, sujetarse a las siguientes reglas.

Se vienen practicando una nueva serie de mal llamados pases, inventados por nuestros toreros, que se ha dado en calificar de telón, en redondo, altos, con la derecha, cambiados, etc., los cuales no son más que un triste remedo de los dos pases propiamente fundamentales en la Tauromaquia, como son el pase regular o natural y el pase de pecho.

Para el pase regular o natural, se coloca el diestro de frente y en la misma rectitud de la res, teniendo el estoque en la mano derecha y en la izquierda la muleta, la cual presenta al toro enteramente cuadrada y hacia el terreno de afuera; en esta actitud lo cita y lo deja llegar a jurisdicción, en cuyo momento tomando la fiera el engaño, carga el diestro la suerte, al tiempo de perfilar el cuerpo para rematarla mejor, por alto o por bajo, según convenga; y como al cargar la suerte, da el lidiador con los pies un cuarto de vuelta a la izquierda, si el toro es boyante y la ha rematado bien, quedan otra vez uno enfrente del otro y por lo tanto en disposición de hacer otra suerte.

Habiendo quedado el toro en suerte en el pase natural, se le dará a continuación el de pecho, lo cual es muy lucido. Para ejecutarlo, se coloca el diestro en la rectitud del toro, pero no de frente, sino con el cuerpo perfilado, teniendo la muleta en la mano izquierda y hacia el terreno de adentro; cita al toro y sin mover los pies, en cuanto llega a jurisdicción y humilla, adelanta la muleta hacia el terreno de afuera, y haciendo que la res vaya bien humillada y empapada en el engaño, le dará salida por su derecha, cuidando de no rematar nunca la suerte hasta que el toro engendre la cabezada y vaya ya metido en su terreno.

La suerte suprema

La suerte que así se llama, es la de matar a toro recibido o “recibiendo”, y para ejecutarla, se sitúa el diestro en la rectitud del toro y a la distancia conveniente, teniendo el cuerpo perfilado hacia el terreno de afuera; la mano derecha, con la que tiene la espada, le viene a pasar por delante del medio del pecho, y en la izquierda tiene la muleta, de igual modo que para el pase de pecho, solo que ahora la tiene liada sobre el palo; en esta situación cita al toro, lo deja llegar a jurisdicción y cuando está bien humillado, mete el brazo, sin mover los pies, y marca la estocada, al tiempo que por medio del quiebro muestra la salida al toro, el cual tira la cabezada cuando se halla ya en el terreno de afuera. Esta suerte, como se puede comprender, es dificilísima y de gran mérito; pero hoy por desgracia, es una rara casualidad el verla ejecutar.

Los diversos modos de ejecutar la suerte de muerte.

La suerte de muerte que hoy está más en boga y que por lo tanto se ve en todas las corridas, es la llamada a volapié, cuya ejecución es sencillísima. Consiste en armarse el lidiador muy en corto, y cuando el toro tenga sus cuatro patas bien iguales, la vista fija en la muleta y la cabeza natural, arrancar el diestro con prontitud, derecho al toro; al llegar s la cabeza, bajar la muleta hasta el suelo, tocando de paso el hocico de la res, la que, naturalmente, humillará; y metiendo en este momento la espada, marcar al toro su terreno, con la muleta y salir por pies. Aunque fácil, es suerte muy lucida si se hace con perfección.

La suerte aguantando, se diferencia tan solo de la llamada recibiendo, en que, si bien en esta se cita al toro para que acuda a la muerte, en aquella arranca el toro sin preceder cite alguno, y por lo tanto, encontrando muchas veces desprevenido al torero, quien, sin embargo, lo aguanta y le marca la estocada. Y finalmente, la suerte aun tiempo, es igualmente casual, puesto que resulta, cuando teniendo el diestro liada la muleta, al tiempo de arrancarse al volapié, se le viene de repente el toro encima, y recogiéndolo en el engaño, consuma la suerte dando la estocada.

La estocada.

La estocada de muerte, debe siempre, con preferencia, darse por todo lo alto de los rubios, en el sitio denominado la cruz; pues si llega a penetrar el estoque, que no dé en hueso, es de seguro resultado. En las estocadas altas, se produce inmediatamente la muerte del toro, si pasando el estoque por entre dos vértebras, le corta la médula espinal, si le corta la herradura, si lo pasa de parado y si lo descorda. Estas cuatro estocadas se conocerán de la manera siguiente:

La primera, en que habiendo sido el toro apenas pinchado, cae en tierra, como herido por un rayo, como sucede con la puntilla.

La segunda, en que la espada entra oblicua, un poco baja y en el pecho; y aunque el toro queda en pie, cae muerto, al poco tiempo, sin haber arrojado sangre ni por la boca ni por la herida.

La tercera, en que entrando casi perpendicular en la cruz, pasa el pecho atravesando los pulmones, en cuyo caso saca el toro mucha sangre por la boca, y cae muerto al poco rato.

Y la cuarta, en que siendo la estocada alta, cae el toro vivo, en tierra, por haberle solo cortado algunos tendones o nervios y el no poderse tener en pie.

Estas cuatro estocadas son las de más mérito, pues indican que el diestro ha empleado un trabajo lucido al ejecutarlas; y aquí debemos observar, que no se ha de confundir la estocada pasada por pararse, con el gollete, aunque en ambas arroje el toro sangre por la boca en abundancia, puesto que, en esta entra el estoque muy bajo, y por el contrario, en aquella, entra por todo lo alto.

También debemos mencionar, que aunque un diestro dé algunos pinchazos en hueso, no por eso ha de ser su trabajo deslucido, pues esta es cosa que requiere más acierto que habilidad; y por el contrario, prueba que se ha metido en la cabeza y ha tirado la estocada por lo alto, cuando ha ido a buscar los huesos de la cruz.

Modo de descabellar a un toro

Cuando un toro, después que ha sido estoqueado, se acula a las tablas y no es posible hacer que se eche, es cuando el espada acude al recurso de descabellarlo, para lo cual se sitúa delante del toro, tendiéndole la muleta bien baja y pinchándole el hocico para que humille, y cuando está bien humillado, le coloca la punta del estoque por entre las dos astas, en medio del cerviguillo, y dando un fuerte pinchazo, le corta la médula, acabando con la vida de la res.

Modo de atronar a un toro

Para atronar a un toro con la puntilla, es indispensable que esté echado, bien sea a consecuencia de una estocada, o ya por haberse inutilizado durante la lidia. En este estado, se colocará el puntillero al costado izquierdo de la res, cuidando de que esta no le vea, y procurando asegurar el golpe lo mejor posible, le introducirá con fuerza la puntilla en el sitio que hemos designado para el descabello, quedando en el acto, la fiera tendida, sin vida, a sus pies.

El arrastre 

Con esta última suerte, termina siempre la lidia; por lo cual solo debemos añadir que inmediatamente rompe la música en armoniosos acordes, y entre estos, las opiniones del público a la hora de valorar la lidia presenciada y realizada en el ruedo, siendo arrastrado el toro en último término.