Segundo tercio de la lidia - (fundamentos)
Este tercio, es por lo regular, el mas corto de la lidia, y en él es cuando los toros se prestan mejor a la ejecución de todas las suertes, por hallarse en el estado de parados. Como quiera que siempre se consume con solo la ejecución de la suerte de banderillas, pasaremos a ocuparnos de los diversos modos de ponerlas, haciendo antes, sin embargo, mención de las cualidades que deben adornar al banderillero y de algunos otros particulares.
El banderillero o torero de a pie, debe reunir, como condiciones indispensables, valor, ligereza y un perfecto conocimiento de todas las reglas del arte. Sin este conjunto de cualidades, es imposible llegar a ser un buen lidiador de toros, en términos que, aunque el hombre tenga valor, si le faltan las otras dos condiciones, aquel no le habrá de servir sino para dejarse coger impasiblemente; si por el contrario, reúne conocimientos pero no tiene valor, entonces se verá también imposibilitado de practicar cualquier suerte, porque le fallará la sangre fría indispensable para ver llegar bien los toros, le será imposible irse a la cabeza y a cada paso sufrirá una cogida; y si aunque esté dotado de esos dos requisitos, le falta la ligereza, por mas que quiera torear bien, no le será fácil quebrar ni hacer otros movimientos, con la prontitud necesaria, para librarse de los embroques sobre corto, que son los más peligrosos. De modo, que el que no reúna completamente todas estas cualidades, no debe pensar jamás en dedicarse a la lidia de toros.
Las banderillas, son unos palos adornados comúnmente con papel picado y a veces con cintas y flores u otros objetos de capricho, en uno de cuyos extremos llevan sujeta una puya de acero en forma de arpón.
Ciertamente que todas las suertes del toreo son difíciles y arriesgadas, y muchas de ellas muy bonitas y hasta sorprendentes; pero también es cierto, que ninguna aventaja en limpieza y lucimiento a la de banderillas, siempre y cuando se practique con perfección. Las diversas maneras de ejecutar estas suertes, son las siguientes:
La más frecuente y sencilla que se practica, es la llamada al cuarteo. En ella, se coloca el diestro en frente del toro a larga o corta distancia, y bien venga este corriendo o esté parado, lo citará y en cuanto haga por él, saldrá formando un medio círculo cuyo remate será el centro de la suerte, en cuyo momento se cuadrará el diestro, meterá los brazos al tiempo que el toro humille y le clavará los rehiletes, tomando cada cual su terreno.
Otro modo de banderillear, aun más sencillo que el anterior, es a media vuelta. Consiste en colocarse el diestro detrás de la res, a corta distancia, llamándola por un lado para que se vuelva; y en cuanto lo haga, que será humillando, por lo cerca que ve el bulto, se irá el diestro a la cabeza por el mismo lado; se cuadrará, meterá los brazos, y clavando los palos se saldrá por pies, cuidando siempre de tomar el terreno de adentro para evitar una cogida.
La suerte de poner banderillas al sesgo, es de mucho mérito y bastante expuesta, y solo se emplea, como último recurso, con los toros aplomados. El diestro Francisco Montes “Paquiro” la llamaba a vuela pies, y según él, debe practicarse, estando el toro parado, colocándose el diestro detrás y al lado de la res, a la distancia conveniente; y procurando que esta no le vea, salir a toda carrera hacia la cabeza y sin cuadrar ni detenerse un momento, clavarle las banderillas y seguir su viaje. Hoy, por el contrario, se procura que el toro esté algo terciado con las tablas; se coloca el diestro, no detrás, sino frente a la cabeza del animal, y en esta disposición lo cita, arranca inmediatamente, formando muy poco círculo, y al llegar a la cabeza, mete los brazos, clava los palos y sigue su viaje con toda celeridad.
Para poner banderillas a topa-carnero, se sitúa el lidiador a larga distancia del toro, de frente a él y con los pies parados; le cita, lo deja venir y cuando llega a jurisdicción y humilla, hace el diestro un rápido quiebro de cuerpo, para librarse del embroque, y dando un medio paso de lado hacia atrás, se cuadra, mete los brazos, clava los palos y sigue el toro su viaje quedando el torero en el mismo sitio, recibiendo merecidos aplausos. Esta suerte, es muy difícil de ejecutar, pero es de las mas lucidas.
La suerte de banderillas al recorte, que según el parecer del diestro Francisco Montes “Paquiro” es el non-plus-ultra de poner banderillas, consiste en tomar al toro terciado e irse a él, ni más ni menos que como para hacer un recorte simple; y al llegar al centro de la suerte, al momento de humillar al toro, recorta el diestro, haciendo un quiebro de cuerpo, y mete los brazos para clavar, quedándose casi pegado al costado del toro y de espaldas al testuz de este, en cuya actitud permanece, retrasando la salida, hasta que el toro da la cabezada, a favor de la cual se hinca él mismo los rehiletes, que el banderillero le tiene suspendidos sobre el morrillo, por no alcanzar a clavárselos con motivo de la violenta postura en que tiene el cuerpo. Esta suerte, es también de las de más mérito y mayor lucimiento del toreo.
Para banderillear al quiebro, se coloca el lidiador en los medios de la plaza, frente al toro y en su misma rectitud, con los pies parados y los talones juntos; en esta actitud, cita al animal, dejándole llegar a jurisdicción, y en cuanto humilla, le mete los brazos al tiempo que, sin mover los pies, hace un quiebro de cuerpo, a favor del cual se libra del hachazo y marca la salida al toro, prendiéndole en el acto, las banderillas; y tomando el toro su terreno, sigue el viaje, quedando la suerte terminada.
Es la otra suerte, la de poner banderillas dando el quiebro sentado en una silla. En ella se sitúa el diestro como en la anterior, pero con la diferencia, de que en vez de esperar al toro a pie firme, lo hace sentado en una silla; y cuando la res llega a jurisdicción y humilla, le marca la salida con un quiebro de cintura y, cuadrándose el diestro, mete los brazos y le clava los palos, siguiendo aquella su viaje, en la que se lleva la silla que antes ocupó el torero.