Primer tercio de la lidia - (fundamentos)
El primer tercio se inicia normalmente con la intervención del matador para parar al toro.
Hasta los años setenta, esto era un hecho excepcional, siendo lo habitual que fuesen los subalternos los que lo hicieran. Hasta tal punto se considera esto casi una obligación que, en las raras ocasiones en que el matador ordena salir por delante a sus peones para parar al toro, suele ser protestado por gran parte del público. Por esta circunstancia, los matadores ven frecuentemente frustradas sus posibilidades de cuajar una buena serie de lances si la condición de la res recién salida del toril requiere cierta brega antes de intentar el lucimiento.
Por lo que respecta a la suerte de varas, los picadores, por lo general, tratan de castigar al toro en una única entrada al caballo, lo que no permite calibrar el castigo e impide ver el comportamiento del toro y la eventual bravura que pueda demostrar ante el castigo.
Por esta circunstancia, el tercio de quites completo, tan frecuente en otros tiempos, ha pasado a ser un hecho excepcional que apenas se produce. Con ello, se ha reducido la competencia entre los espadas, al eliminar la posibilidad de verlos medirse con un mismo toro y ha desaparecido casi por completo el toreo de capa, limitado, en la mayor parte de las veces, a los llamados «lances de saludo».