Artículo escrito por don Antonio Machado y don Manuel Machado, que firmaban con el seudónimo de Tablante de Ricamonte, en la Revista "La Caricatura" - Año II - Nº 58 publicada el día 27 de agosto de 1893.
"PAN Y TOROS"
«Pan y Toros» dijo Jovellanos, tratando de sintetizar en esas palabras los eternos deseos de nuestro pueblo, y en verdad que la frase que se le ocurrió no pudo ser más adecuada.
Pedimos pan, porque pedir carne es una gollería; pan negro o blanco; duro o tierno; con estropajos o sin ellos; bien pesado o falto de peso; español o francés, el caso es que no nos falte el pan nuestro de cada día.
Y lo mismo nos sucede con los toros: ¿hay corrida? pues a la plaza, aunque tengamos que empeñar el colchón, vender la Biblia o quedarnos en mangas de camisa. La cuestión es ir a los toros; a los novillos si llega el caso, o a los becerros a falta de toros y novillos.
Las astas nos entusiasman, sin poderlo remediar.
- ¡La córnea sustancia- como me decía un marido pasándose la mano por la frente!
Y hay quien no se contenta con ver los cuernos de cualquier cornúpeto, sino que necesita probarlos.
Con bolas o sin ellas.
-El caso es la costalá- según opina un aprendiz de zapatero a quien no tengo el disgusto de conocer más que de bestia.
Los aficionados de pura sangre, los que envidian las glorias de Montes, y tienen a la cabecera de su cama, en vez de un Cristo, un par de banderillas puestas en la pared, y unos cuantos números del Toreo Cómico pegados a la misma, esos aficionados que todos conocemos con el nombre de «capitalistas», no se contentan con el revolcón, el achuchón, o la conmoción cerebral con que les brinda Bartolo en nuestra plaza, como fin de fiesta los Domingos, necesitan diariamente dar gusto a su natural instinto, y los días de entre semana -que son los más del año- o torean en su propio domicilio o abandonan cada cual sus ordinarias tareas, para dedicarse a las finas labores de Cayetano en algún pueblo inmediato a la Corte.
En el piso quinto de mi casa vive uno de estos capitalistas; mezcla de chulo, hortera, sacristán y sacamantecas, y se divierte algunas tardes en pasar de muleta a su suegra, que es, según él afirma, una res chorreada en berrugas, vizca del izquierdo, manirrota, vinatera y mal puesta.
-Verás cómo te descabello- le dice a menudo el yerno mostrando un refajo en la zurda y una escoba en la diestra.
-No gastes conmigo esas bromas- replica ella indignada.
Y a lo mejor trata él de ejecutarla suerte en el pasillo de su casa, y le barre la cara al aguador que sale de la cocina, el cual se queda estupefacto viendo que no es con ella sino con él con quien las gastan, y pesadas.
Por fin, abandona su casa el aficionado de que hago mención renegando de su suegra y diciendo que es muy peligroso el torear ganado corrido.
¡Y tan peligroso! Es peor que tener que aguantar a un Bosch reincidente en alcalde o a un Romero repuesto. Y, sin embargo, se aguantan.
Pues lo mismo sucede con el ganado corrido; que es malo, pero se torea, en Vallecas, Pinto, Leganés o cualquier punto si llega el caso.
En uno de esos pueblos, no hace muchos días ha perecido entre las astas de un novillo un aficionado.
- ¡Que no hubiera salido! - dirá el alcalde.
- ¡Que no le hubieran dejado! - gritará la madre del muerto y yo creo que con razón.
Ello es que todos convenimos en que eso de permitir bajar al redondel, es una atrocidad; que debiera estar prohibido; que para eso están los toreros; que es el acto más salvaje del mundo; que damos pávulo a que las naciones extranjeras extremen el juicio que tienen formado de nosotros, pero...
¿Qué se apuestan ustedes a que en la corrida del Domingo no nos falta el emboladito de añadidura! Al tiempo.
TABLANTE DE RICAMONTE
Fuente Documental: Biblioteca Nacional de España - BNE - Hemeroteca Digital - http://hemerotecadigital.bne.es