Artículo escrito por don Antonio Machado, que firmaba con el seudónimo de Cabellera, en la Revista "La Caricatura" - Año II - Nº 61 publicada el día 17 de septiembre de 1893.
"POR AMOR AL ARTE"
Juan José Gómez (a) Chancleta, uno de los más asiduos concurrentes a la tertulia al aire libre de la calle de Sevilla, va a torear en Pinto uno de estos días cuatro reses de la tierra, que cada una de ellas es una catreal.
Lo encontré en cierta ocasión en la puerta del café Inglés sumamente aburrido y un tanto preocupado.
Estaba apoyado en un recio bastón, apurando una colilla.
- ¿Cómo va? - le dije.
- ¡Bien malamente! - me contestó, después de escupir por el colmillo. - Estaba considerando cuanto pillo y cuanto granuja hay en este mundo.
Supóngase ustez que un mequetrefe, un cualquiera, el revistero de El Cascabel, se atreve a tachar mi toreo de incorreto. Vamos... hombre... que se le sube a uno la sangre a la cabeza..., y ... me callo por no decir una barbaridad... ¿Y por qué se figura ustez que es todo, eso? Pues, porque yo no voy a pasar la mano por el lomo a dingún periodista..., y porque tengo cara y vergüenza y diznidaz. ¿Me entiende ustez, amigo? Y aluego, como dinguno de esos jambrones me han sacao un tanto asin de guita, me tienen una tirria que no me pueden ver ni en pintura... ¡Decir que yo tengo canguis y que no me acerco a la res! ¿Concibe ustez una iniquidad más grande?
- En efecto, eso es negar la luz del día - le contesté.
- ¡Mayor calunia!
- Pero usted no debe hacer caso.
- ¡Pues, pa chasca!
- Seguir toreando, y ....
- Le digo a ustez, que como yo coja a ese individuo por mi cuenta... de la guantá que le doy no se encuentra la cara en cuatro meses..., y crea ustez que no soy amigo de broncas, ni de líos, ni de pendencias.
Chancleta quedó un rato pensativo y silencioso; después añadió:
- ¿Ustez me ha visto torear?
- No; - le respondí.
- Pues figúrese ustez un torero con la capa de Rafael Molina, con el estoque de Frascuelo y el valor de Garibaldi. Mañana toreo en Pinto; vaya ustez a la plaza y verá lo que es guapeza y agayas.
- ¿Y qué cuadrilla le acompaña? -le pregunté.
- Una cuadrilla superior; lo mejorcito que he encontrado en Chinchón y en Colmenar.
- ¿Y la paga usted bien?
- Perfectamente.
- ¿Cuánto?
- ¡Cincuenta reales a los picadores!... que no los da Dios..., y, ¡cuarenta a los ... banderilleros!... qué no los da la Virgen.
Yo no he visto torear al bueno de Chancleta, ni pienso verlo en lo que me resta de vida; pero, por las noticias que había tenido y tuve después de la corrida anunciada, creo que jamás en ruedo alguno de Plaza de Toros se ha visto una calamidad más grande.
De las cuatro reses que había de estoquear el ínclito Chancleta, tres fueron; al corral, y la única que mató, después de infinitos apuros, lo hizo de diez estocadas y no sé cuántos pinchazos. El diestro fue llevado a la presidencia, de allí a la enfermería y de ésta a la cárcel.
Mas no se arredró mi hombre por una derrota tan completa, o al menos, no mostraba el menor indicio de ello.
Un día que volví a encontrarlo en el mismo sitio y en la misma actitud que la vez anterior, le dije:
- ¿Cómo ha estado esa corrida, amigo Chancleta?
- Tal cual - me contestó rascándose la cabeza y afectando una gran indiferencia.
- Me han dicho - añadí, - que por poco lo llevan a usted a la cárcel.
- Por poco me llevan a presidio - me contestó. - Vea ustez las consecuencias de trabajar para un público dinorante.
CABELLERA
Fuente Documental: Biblioteca Nacional de España - BNE - Hemeroteca Digital - http://hemerotecadigital.bne.es