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1932 - San Sebastián - La Libertad 08 agosto - Por el maestro: Rafael

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AÑO

1932 - San Sebastián

Fecha

08 de Agosto de 1932

Referencia

LA LIBERTAD - Por el maestro: RAFAEL

Hechos

Corrida de Toros celebrada en la Plaza de Toros de San Sebastián, el día 07 de Agosto de 1932.

Diestros: Vicente Barrera, Pepe Bienvenida, Victoriano de la Serna y Luís Gómez "El Estudiante"

Ganadería: Coquilla

Resúmen

Hacía mucho tiempo que en San Sebastián no se veía una corrida tan interesante como esta primera de abono que acaba de celebrarse, a pesar de que al primer lance quedó fuera de combate Victoriano de la Serna, que interesaba mucho al público.

Componían el cartel ocho toros de Coquilla para Vicente Barrera, Pepe Bienvenida, Victoriano de la Serna y El Estudiante, combinación que ha tenido la virtud de atraer numerosos aficionados del mediodia de Francia y que ha hecho que casi se llenara la plaza, favorecida además por una gran tarde de toros, encalmada, calurosa, de verdadero verano.

Los toros de Coquilla, finos, gordos y bien puestos de pitones para el toreo de hoy, han sido, en general, bravos y nobles y han permitido a los toreros lucir todo su arte y toda su voluntad. Y de tal manera han aprovechado los toreros ese regalo de una corrida en la que salían toros bravos, que ni un momento han cesado de sonar las ovaciones, y para dos toreros, para Barrera y El Estudiante, ha sido tan grande el triunfo que puede decirse que ha tenido para el primero caracteres de apoteosis, y para el segundo, de una completa y definitiva consagración de primera figura taurina.

Barrera ha dado hoy en San Sebastián una de sus más grandes tardes de toros. Más valiente, más seguro, más voluntarioso aún que antes de la cornada de Valencia, que, abierta aún la herida, le obligó al fin a retirarse de la plaza después de matar su tercer toro, ha llegado el diestro valenciano a hacernos creer que lo puede todo en el toreo.

Su primer toro fué muy bravo y muy noble; un gran toro, que fué a encontrarse con un gran torero. De salida, y después de doblar codicioso varias veces tras el capote de David, persiguió a éste hasta la barrera y le cogió en el aire, causándole un fuerte varetazo en un muslo y conmoción bastante intensa.

Barrera toreó de capa muy ceñido y con mucho arte; se hizo ovacionar en los quites, y luego con la muleta, hizo una de sus grandes faenas, que empezó con varios pases altos y preparados de pecho superiores, haciendo la estatua y pasándose el toro por el pecho entre las aclamaciones del público. Luego, con la muleta en la mano izquierda, dió tres naturales con mucho valor y mucho temple, ligándolos con un pase de pecho admirable. Siguió entre aclamaciones y música dando pases de todas marcas, de pie y de rodillas, y haciendo todo género de adornos. Mató de una estocada atravesada y hubo una gran ovación con petición de oreja y vuelta al ruedo.

El tercero, que mató en substitución de La Serna, también fué bravo y noble, y volvió Barrera a repetir la faena más valiente aún si cabe, más cerca si fuera posible. Volvió a torear al natural y de pecho con la izquierda, y otra vez la faena fué amenizada por la música y por las aclamaciones del público. Mató de una corta buena y un descabello al segundo intento y hubo concesión de oreja, vuelta al ruedo, salida a los medios y ovaciones que se enlazaron ya con las que recibía en cada quite de los que le correspondieron.

Pero aún le faltaba la nota más destacada. Su tercer toro fué mansurrón y llegó a la muleta con mucha fuerza, escarbando, defendiéndose y queriendo hacer daño. Y Barrera "se metió" con el toro, le pisó el terreno, le sujetó a la muleta con un valor y un arte de torero extraordinario y acabó por convertir aquel toro bronco, difícil y peligroso en un toro para lucimiento y adorno. La ovación que se le tributó fué clamorosa, y cuando mató de media estocada y un descabello se le concedió la oreja a petición unánime del público y otra vez tuvo que dar la vuelta al ruedo devolviendo sombreros y prendas de vestir.

Visiblemente fatigado y resentido de la cornada de Valencia, se retiró a la enfermería, donde tuvieron que hacerle una nueva cura.

Pepe Bienvenida fué el menos afortunado en los lotes. Los tres toros que tuvo que matar fueron los únicos que presentaron algunos inconvenientes en la lidia. No obstante, tuvo una tarde muy buena y fué muy aplaudido.

Su primer toro se vencía mucho por el lado izquierdo, y al hacer La Serna el primer quite le prendió por ese lado, se lo echó por los lomos y luego, en el suelo, pretendió recogerle, acudiendo muy bien al quite Pepe y sus compañeros.

También los que se lidiaron en quinto y sexto lugar embistieron con menos temple y bravura que sus hermanos.

Bienvenida, que salía dispuesto a ganarse las palmas, banderilleó sus tres toros, arrancando en los tres ovaciones calurosísimas. En el séptimo, sobre todo, que era un poco bronco, y cuando se arrancaba lo hacía con mucha fuerza, clavó tres pares de poder a poder sencillamente admirables.

Estuvo el sevillano muy decidido con la muleta, cerca y valiente en sus tres toros, y mató al segundo de una estocada buena, al sexto de media superior, entrando muy derecho y muy despacio, y al séptimo de un pinchazo y media sin puntilla. Fué aplaudido en los tres toros y en los quites ovacionado repetidas veces.

Decimos anteriormente que para El Estudiante ha sido esta corrida la de la consagración como primera figura, y a buen seguro que ya tiene sus incondicionales y que ya le habrán hecho y se harán muchas más comparaciones con otras figuras, en las cuales va ganando el diestro de Alcalá.

Si esta tarde acierta a matar Luís Gómez como le hemos visto matar en Madrid, no sé adónde hubiera llegado el entusiasmo del público después de la faena extraordinaria, sin par, que hizo en el último toro.

Yo declaro que es una de las cosas mejores que he visto hacer en las plazas de toros.

Toda la tarde estuvo El Estudiante muy bien y muy valiente con el capote, arrancando continuas ovaciones. En su primer toro hizo una faena superior, casi toda ella sobre la mano izquierda, entre aclamaciones incesantes. Cómo sería la faena que, a pesar de pinchar cinco veces e intentar el descabello siete, el público le ovacionó calurosamente y le obligó a salir al tercio a saludar.

Pues esa faena y todas las faenas que yo le he visto a El Estudiante las borró él mismo en el último toro, un toro bravo al que toreó por naturales y de pecho, con un temple, un mando, una emoción y un arte tales, que todo el público quedó borracho de entusiasmo.

Adelantando la muleta y esperando la embestida del toro, sin mover los pies, dió cuatro o seis series de naturales que, no habiéndolos visto, no se puede nadie hacer una idea de nada, más emocionante, más artístico, más torero, más perfecto. Cada pase duraba casi un minuto y se podía ir saboreando hasta en los menores detalles aquel prodigio artístico de que los pitones del toro no llegaran a tropezar al lidiador, que los atraía hacia sí y los desviaba de su cuerpo con un ligero movimiento de muñeca, trazando al toro el camino de su embestida en un terreno inverosímil y con una quietud, con una gallardía, con un mando tan extraordinario que sólo está al alcance de un torero cumbre.

Cuando murió el toro, de dos estocadas y un descabello, se le concedió la oreja y todo el público quedó en la plaza y obligó al espada a dar la vuelta al ruedo.

!Y se habían arrastrado ya ocho toros!

Fuente documental

 Fotografía: http://www.sansebastian.choperatoros.com/es/plazas.html