| Resúmen |
Por iniciativa, obra y gracia de Pagés, San Sebastián tiene ya todas las temporadas el día "oficial" del toro bravo. Al declinar el mes de Agosto, seis "dilectos" animalitos de otras tantas vacadas se nos presentan en el ruedo taurino donostiarra para escenificar solemnemente la obra de Pagés -que debiera ser imitada por todas las empresas importantes- y hacer oposición a un honor que el mayoral afortunado, en nombre de la víctima, que tan codiciosamente debe pelear y morir, ha de llevar al campo de procedencia para honra y orgullo de su amo, criador y mantenedor de bravas reses.
No se ha llenado la plaza en la tarde del toro bravo. No se ha llenado porque a pesar de la grandeza del cartel en cuanto al toro, en cuanto al torero el cartel es de un atractivo minúsculo. Se le llama al toro "el primer elemento de la fiesta", por costumbre más que por reflexión. Suéltese un toro en un redondel sin que haya nadie que lo toree, y no habrá espectáculo posible; pero, en cambio, hay espectáculo en ver torear aunque sea "de salón", como podrá demostrar Rafael el Gallo en sus andanzas por América y a través de los aplausos que ha oído en algún escenario. De aquí se deduce que el principal elemento de la fiesta de los toros no es el toro, sino el torero, y que con un cartel de toreros de primera calidad se llena una plaza, mientras que si la organización se hace a base del toro, si el cartel de toreros flojea, como flojeaba ayer en San Sebastián, es lógico que se vean los claros que se vieron en los tendidos, aunque el público, por suerte para la Empresa, cubrió las localidades caras, y en un 50 por 100 el elemento francés, que este año viene a San Sebastián con la abundancia y la asiduidad que no vino nunca, lo que acusa en España un estado de bienestar abiertamente plausible, y de ello debe felicitarse la República.
El resultado de este concurso no merece una referencia detallada, ya que a él no vino ningún cornúpeto puntero. El de Miura fué un bicho vulgarísimo, escaso de poder, cuya esencial característica fué el gazapeo; el de Murube, para quien seguramente será la mayoría de votos, fué un toro bastante codicioso con los picadores, aunque le pegaron de muy mala manera, y decayó algo al final, debido principalmente a la mala lidia que le dieron; el de D. Graciliano, que hizo salida brava y se arrancó muy bien dos veces a los caballos, terminó tardeando ostensiblemente, aunque se compuso mucho en los tercios finales; el de Coquilla, que también apareció impetuoso, se apagó en seguida, y, como el de Tabernero, tomó con bastante codicia y nobleza la muleta; el de Albaserrada hizo una pelea en varas muy semejante al de Murube, aunque un poco menos alegre, y se aplomó mucho en el tercio final, y el de doña María Montalvo hizo una pelea de recibo a secas; no honró no deshonró su divisa; fué luego un poco hacia arriba, para satisfacción de su dueña, y se quedó no poco en el último trance. Resumen: lo dicho; sin haber salido el toro de "escándalo", sin haberse presentado ninguna "belleza" bovina a la elección, al cortijo sevillano de doña Carmen de Federico irá seguramente a parar el toro de oro modelado por Benlliure. En tal caso, "Miss Vaca", de haber sido hembras los concursantes, habría venido a su torerazo mundo en el cortijo Juan Gómez, propiedad de la ilustre dama ganadera.
Poco, muy poco hicieron los toreros en la corrida certamen de toros. Una faena de Villalta al cuarto (en el primero no estuvo más que regular), rematada por media estocada superior, para la que se pidió con resultado negativo, la oreja del bicho, y tres pares magistrales de Manolo Bienvenida, dos al cambio y uno de frente, al segundo. En esa faena grande de muleta Villalta dió su valentía y su paron clásicos, y en la media estocada dió Nicanor toda su honradez en un viaje sobre corto y derecho como una vela. No hubo corte de oreja, pero sí sucesión de ovaciones y dos salidas al tercio. En esos tres formidables pares de Bienvenida hubo un valor concreto y una seguridad asombrosa, y en su toreo de capa y muleta en los dos toros, aun no habiendo nada de extraordinario, dentro de la gran categoría de este torero grande, se vió su estilo alegre y su peculiar dominio del toro. Bienvenida dió impresión, en suma, de que sin ser el Bienvenida auténtico que todos los aficionados conocen de memoria, va cogiendo "su sitio" ante los toros.
Nada agradable podemos decir de la labor de Alfredo Corrochano, contratado en la temporada donostiarra exclusivamente para esta corrida. Precisamente este detalle obligaba al joven matador a hacer un esfuerzo en esta su tarde única para conquistar al público de San Sebastián y al de Francia y desarrugar el entrecejo al abono de Madrid, tan espléndidamente representado en este selecto circo taurino de la Perla del Cantábrico. Pero el esfuerzo no salió del ánimo ni del airoso cuerpecillo del hijo del popular cronista taurino, que de haber visto torear ayer a su vástago hubiese pasado un mal rato. En sus dos toros, aun no siendo ninguno ostensiblemente difícil, estuvo el muchacho desafortunadísimo,y el público quizá inclinado marcadamente al prejuicio en contra suya al entrar en la plaza -vermut demasiado amargo para un torero-, cayó sobre él con denodada furia, sin estimarle detalles sueltos de torero enterado ni proximidad a los pitones en determinados lances de capa y muleta. Su falta de coraje con el estoque dió lugar a que entrara seis veces a matar al tercer toro y siete al último, con la lamentable añadidura de tres conatos de descabello; todo este calvario de tentativas, entre la dolorosa perspectiva de un griterio violento.
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