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1932 - Madrid - La Voz 13 mayo - Por el maestro: Corinto y Oro

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AÑO

1932 - Madrid

Fecha

13 de Mayo de 1932

Referencia

LA VOZ - Por el maestro: CORINTO Y ORO

Hechos

Corrida de Toros, celebrada en la Plaza de Toros de Madrid, en día 12 de Mayo de 1932.

Diestros: Manuel Mejías "Bienvenida", Domingo Ortega y Alfredo Corrochano.

Ganadería: D. Argimiro Pérez

- Alternativa de Alfredo Corrochano -

Resúmen

* Seis toros de Argimiro Pérez Tabernero *

..... Y mucho celebramos que para satisfacción de todos, particularmente del público, se justifique lo de la subida de precios desde que asome la jeta el primer toro hasta que las mulillas se lleven el último de los seis "saltillos" del campo de Salamanca.

Entrada grande, sin lleno absoluto, y eso que hoy tenemos una tarde hermosísima. La mejor en lo que va de año. Y a propósito: ¿cuánto habría que pagar a este sol que hoy disfrutamos, y que es el torero grande sobre todos los grandes toreros de todas las épocas?

Aplausos en el paseo, y

*Primer Toro* Este primer saltillo salmantino se llama "Cantero" y es negro, finísimo, gordo y cornigacho. Se lía a embestir bien en cuanto sale, y Alfredo Corrochano sale con prisas y torea a la verónica con buen estilo, parando y mandando en los cuatro primeros lances, y sin el mismo éxito en los otros cuatro siguientes, perdiendo la seda en el remate.. Y en el primer quite se echa el capote a la espalda, y con el capote se echa por delante valor y salero en cuatro magníficos lances de frente por detrás ceñidísimamente rematados. (Ovación y oles, todo merecidísimo). Sigue Bienvenida, ¡y cómo sigue! Con una alegría y un arte arrolladores mete cuatro chicuelinas formidables, que arman una escandalera. Y a continuación viene otro quite de Ortega, el suyo también de frente por detrás, cambiándose de mano, que arranca otra ovación entusiástica; remata el tercio el nuevo profesor Alfredo con dos lances por detrás, y también a la chicuelina, llevando los pitones siempre pegados a la cintura. ¡Qué tercio grande y qué toro bravo y noble! ¡Viva Salamanca!

Bien banderilleado el gran toro por los nuevos rehileteros de ascenso. Bienvenida entrega los trastos a Corrochano con las formalidades y el afecto de rigor, entre aplausos. El toro sigue ideal. Comienza Alfredo con un ayudado superior, al que liga tres naturales, dos de ellos de excelente factura, ligando luego el de pecho. (¡Ole!) Continúa el chaval la faena repleto de valentía y ya sin el mismo calor de antes, porque el toro se ha aplomado no poco, harto de tanto como se ha abusado de él en el primer tercio. Arrancando bien y sin fijeza absoluta en el cornúpeto al emparejar, señala un buen pinchazo. Sigue toreando, y por su tesón en colocarse siempre cerquísima del enemigo sufre un aparatoso volteo, con sensación de daño grave, que, afortunadamente, no se confirma. Y sin amilanarse por el peligroso aviso, arranca por segunda vez para cobrar media estocada buena un ponco tendenciosa y otra también en los aledaños de las agujas que pone al bravo bicho a la vera de las mulillas. Apalusos al nuevo catedrático, que ha toreado bien en general y se ha arrimado a conciencia. Aplausos también al buen toro en el arrastre.

* Segundo Toro *
"Chancillero". Cárdeno y de preciosa estampa. Y también agachado de púas. Manolo Bienvenida le sale al paso con varios lances, que no tienen el sabor a que el maestro sevillano nos tiene acostumbrados, porque el "Chancillero" tampoco tiene el ímpetu de su difunto hermano, venciendo su docilidad a su codicia.

En su pelea con los picadores, el muy granuja nos tira la carita al suelo alguna que otra vez, aunque las arrancadas son de casta, y empuja bien en dos puyazos. Manolo, dispuesto a que no termine el tercio sin un agradable recuerdo suyo, se aprieta tan enormemente en el último quite, que por poco tenemos estofado.

Después, y siempre ansioso en favor de su brillante historia y de los merecimientos del público, coge los palos, y poniéndolo casi todo en los trances, mete dos buenos pares al cuarteo y un tercero formidable de poder a poder, echando tanta rabia como sabiduría. (Ovación grande)

Sin devolución de trastos, porque Corrochano, lastimado en su volteo, ha ingresado en la enfermería. Manolo, espada y muleta en ristre, busca al "Chancillero", al que, a falta de correr la mano, torea muy cerca, mucho y en los medios, dándole la lidia materialmente técnica que pide. Algunos espectadores que ven las corridas al margen de la técnica para entregarse sistemáticamente a la filigrana chillan al profesor sevillano; pero los aficionados que "ven" le aplauden. Y estos aplausos se convierten en ovación grande, cuando Manolo echa a rodar al bruto de una estocada corta en la yema con rabia y con modos. Sí, señor, cada día está este torero más seguro en todos los tercios.

* Tercer Toro*
"Choricero". Negro también, de preciosa lámina. Ortega, frente al tercio del diez, abre el capote y veroniquea con desigualdad en la totalidad de la serie; pero logra oles y ovaciones en tres apretadísimos lances producto del valor que el diestro pone en la sesión, en la que el toro embesti con la alegría propia de la casta que tiene dentro. (Sale Corrochano de la enfermería, y el público le recibe con aplausos.) En varas se arranca el toro bravo y seco en los dos primeros puyazos, y en el último hay que cambiarle de tercio, por el mucho daño que le ha hecho la tanda. En fin, consignemos que en la escena hay un buen toro, al que en los quites no se le ha hecho lo que se le ha podido hacer, a excepción de uno torerísimo de Bienvenida.

Con dos únicos pares, muy de castigo, de Cástulo y Valencia, Ortega surge nuevamente y comienza a muletear con cuatro admirables pases bajos eficacísimos por el valor que el toledano pone en ellos y por lo irreprochablemente que se dobla con el enemigo. Tras de la eficacia viene lo otro, que es, dominado el bruto, otra serie de pases por alto, de pecho y de molinete, en los que Domingo pone un estilo de torero a conciencia, sin abandonar el bicho ni un instante. Y la ovación surge grande y merecida. De primeras agarra un pinchazo hondo superior, quedándose el toro en el embroque. Sigue toreando sin reproche y sin perder la cara, y agarra en la segunda arremetida una estocada corta arriba, de la que el bicho se entrega. Pero no muerto, porque al ir el puntillero a darle el golpe de garcia se pone en pie y arrolla al subalterno. Por fin se entrega definitivamente, y a Domingo se le hace una última ovación, con petición unánime de oreja, que se concede con algunas protestas. Por último sale a los medios, y todos contentos.

* Cuarto Toro *
"Postinero". Es negro de uniforme, y por lo pronto, con menos postín en la fachada que los tres anteriores. Y en la pelea, porque a los capotes les hace un asco grande sin disimular, y hasta busca el callejón en las primeras correrías, pese a los esfuerzos que Manolo Majías hace por atraerlo a razones. Pero ni se aviene a ellas el falso postinero, ni el público a que se lidie. Lo que manifiesta en una gritería sonora. Seguimos la narración diciendo que primero decreta el fuego su señoría el presidente; pero que al oir la horrizona sonoridad de las tribunas decreta después la retirada al corral.
* Cuarto Toro (bis) *
Como substituto nos sueltan, ¡cómo no!, un bicho de Pacomio Marín, negro él, ¡cojo él! ¡Brindo por usía y por los otros usías veterinarios, no cojos, pero sí reparados de los "sacais". Lo cual que Manolo Bienvenida sigue sudando y desarrollando "arveliá" por doquier para poner al marín a la puerta del negociado de la picandería, en el que entra de muy mala manera, porque el pobrecito es una camioneta, con los pitones y las bielas averiados. Y sin embargo, hay hasta quien se divierte.

En el tercio de palos seguimos con la cara como una tralla. Boni se ve en una arrancada al borde del sepulcro, de cuyo tétrico trance le libra el capotillo de Corrochano.

Final: Manolo se lía con el buey, al que sigue y persigue afanoso por distintos lados del tapiz, sin posible lucimiento, porque a la camioneta, sobre los defectos apuntados, se le ha acabado ya la poquita gasolina que trajo a la vida pública. Viene un pinchazo flojo por ambos combatientes, otro hondo sin mejorar ninguno su estado moral, un tercero sin ascensor y con la escalera carcomida, media desprendida en el viaje número cuatro, un descabello al segundo toque, y ¡veinte en bastos!

*Quinto Toro *
"Lagartijo", negrito, bonito. Señorito de apostura y ..... lo que venga después.

Ortega lancea en tres sesiones sin éxito que apuntar, porque el "Lagartijo" parece que le viene un poco ancho, si no para conseguir un ansiado lucimiento, al menos para una lidia bien encauzada, más interesante, ya que lo único que ahora podemos anotar es su mijita de embrollo, y más que una mijita de aburrimiento, a lo que también contribuye el toro, que se quiere ir para abandonar el mundo de los sudores y de las alegrías.

En varas continúa la vulgaridad, sin que nos abandone por un instante el pintoresco desarrollo de una capea pueblerina, capea que continúa sin novedad (la familia, bien) en el tercio de banderillas.

Ortega surge nuevamente para comenzar la faena de muleta con tres pases bajos, según costumbre, en los que trata de dominar al enemigo, pero ¡magras! En nuevo terreno pega otros dos de mejor clase , y continúa la faena solo, cerca y tirando bien del quedado salmantino. La labor crece en interés a medida que continúa su desarrollo, y el toro, mansurrón, aunque, eso sí, muy noble, termina por embestir merced al coraje y al dominio del artista, que no le pierde la cara. (oles y aplausos merecidos.) De primeras señala un pinchazo, saliendo feamente por encogerse el enemigo, y secunda con otro pinchazo de resultado idéntico. Más pases, y a toro humillado, por el exceso de pases bajos que le ha dado el matador, agarra media estocada tendida y con algo de ladeamiento. Con el descabello al primer empujón se entrega el cornúpeto a las mulillas, y Ortega, entre aplausos, da la vuelta al ruedo.

* Sexto Toro *
"Perfecto". Negro, terciado y bonito de lámina, como todos.

Corrochano quiere pararlo con lances bajos de tanteo, y el "Perfecto" resulta imperfecto en la obediencia al matador. En un segundo tiempo Alfredo cuaja tres verónicas, jugando mucho mejor los brazos que los pies, en los que no hay el reposo necesario para cargar la suerte ni para dominar lo preciso, y el mismo resultado se obtiene en el primer quite. En el segundo, Manolo Bienvenida cuaja tres verónicas de las suyas, despacioso y elegante, con aplauso popular, y en el tercero Ortega pone la nota fuerte del tercio en cuatro lances de irreprochable lentitud y media verónica superiorísima, aún más lenta que los lances. (Ovación grande y larga, como un expediente de Hacienda.)

El toro pelea bien con el escuadrón, y aún con más codicia con las tropas de a pie. Y Corrochano remata el acto primero con cuatro lances valentísimos de frente por detrás, que también se ovacionan, a pesar de apellidarse Corrochano.

En palos se ovacionan un gran par de Eduardo Anlló y otro de su cofrade de turno.

Corrochano, al final, comienza con cinco muletazos bajos desde buen terreno, pero algo movido al meter el bicho la cabeza en la franela. Continúa la labor muy brevemente, toreando ya sin otro propósito que igualar pronto a la res, propósito en el que se precipita un poco, porque el toro merece más faena. Entrando con rapidez, señala un pinchazo, al que sigue media estocada con tendencia a atravesar. Intenta el descabello, tocando algo la parte sensible, y al poco rato el bicho se acuesta.

Resúmen: Ortega es sacado en hombros. De esta circunstancia se desprende el resultado de la corrida en cuanto a los matadores.

 

 Fuente documental

 Fotografía:  J. Laurent  Copia a la albúminaBiblioteca Nacional de España