Resúmen |
* Una extraordinaria sin nada extraordinario *
Mala suerte. Los espectadores de las corridas de toros estamos de mala suerte. ¿ Dónde están los toros que nos hagan pasar un rato distraídos en que gocemos del espectáculo taurino? El que lo sepa que lo diga, y le garantizamos la gratitud, aunque es flor rara. Preguntamos por los toros, porque nosotros los consideramos materia prima de la fiesta. Sin toros es muy difícil que el torero haga nada lucido, según el concepto decorativo que hoy se busca en la fiesta. Con toros apagados, que van a menos como si se desinflaran, que abandonan hasta el instinto de embestir, no hay faena lucida. Cuando los toros quieren coger, todavía puede haber lucha si se decide el torero y la lucha es toreo. Pero es que esta temporada son muchos los toros, muchos, que no embisten nada, que se desengañan en los primeros capotazos, y, desengañados, huyen. Acaso influya el mal invierno de hierba y una alimentación exclusiva de grano.
A este estado cierto de los toros, deberían imponerse los toreros un cuidado delicado de la lidia. Si a los toros se les dan muchos capotazos y se cruzan con ellos los toreros, cada vez acentuarán más su acabamiento, se acobardan más y no quieren embestir y huyen. Por el contrario, si se les torea poco y por delante, sin cruzarse en su camino, por derecho, y si puede ser sin dejarles enganchar los capotes, los toros se conservan, y algunos se recrecen. Así se podría sacar algún partido, o, por lo menos, la lidia sería meritoria, Como no hay esperanza de que se pueda hacer nada, es toreando con el exceso que frecuentemente se torea.
Todo lo que llevamos dicho se puede aplicar a los toros hoy de Domecq, antes de Veragua, lidiados ayer. Los toros se agotaron enseguida, y fueron a menos. Salieron sueltos de los caballos, y aunque alguno, como el colorado, fué duro y recargó, la característica general fué de blandura, de querencia a las tablas, de agotamiento. Domecq, como todo el que compra una ganadería, tiene que ir jugando lo que compra, para ver lo que tiene y seleccionar. Ya sabemos que lo está haciendo, y que se propone inyectar sangre nueva, que es lo que necesitaba esta vieja casta. Y con la escrupulosa dirección que se lleva seguramente se logrará subir la bravura. Pero hay que esperar.
La corrida que estaba destinada a Palmeño, Amorós y Pepe Bienvenida quedó a poco de empezar en un mano a mano de los dos últimos, por percance de Palmeño. Este salió muy decidido. El toro, tardo y bronco, al que picó muy bien Pepe Díaz, se arrancaba fuerte cuando le pisaban el terreno. Palmeño le tanteó por ambos lados, hasta lograr la arrancada, y a los pocos muletazos fué cogido. Se levantó chorreaba sangre por una pierna, y Palmeño, valeroso, se ató un pañuelo para contener la hemorragia, y quiso seguir. Se lo llevaron a la fuerza. Amorós cogió los trastos, y, después de breve faena por bajo para dominarle, mató de dos pinchazos y media estocada, que se aplaudió.
Parecía Amorós decidido; pero cuando se tropieza con una corrida así comprendemos perfectamente que el torero se desanime y decaiga. Y así, según iban saliendo los toros, Amorós y Bienvenida, que empezaron animosos, se aburrieron y nos contagiaron.
Amorós, en el segundo, después de banderillear Magritas, tan bien, tan fácil y tan limpio, con el toro fuerte, muleteó por bajo y sobre las piernas, que era la faena, adecuada, y no tuvo suerte al herir. En el quinto, que empezó suave y bravo, aunque blando, y acabó huyendo, banderilleó Amorós por exceso de querer complacer. Al torear de muleta el toro le atropelló y le hizo dudar. Dió tres pinchazos y media estocada y descabelló.
Pepe Bienvenida encontró al tercero docilón, pero soso, y le sacó a los medios, donde los toros que no tienen mucha casta no embisten bien. A los medios sacó también al cuarto, y las dos faenas tuvieron gran parecido. Pecaron de falta de interés. Con lo que está muy fácil es con el acero. Ayer dió tres estocadas y un descabello.
El último era de Sotomayor, pero salió cojeando y se le substituyó por uno de Pacomio Marín, que tampoco dió juego. Bienvenida le aliñó con precauciones y le mató de una estocada caída. Banderilleó uno de los toros, haciéndolo él todo con suma facilidad.
Una tarde muy aburrida; pero yo pongo en primer plano los toros. Cuando los toros empiezan a salir así, comprendo que los toreros se desinflen. Y del público no hablemos. El público salió tan desinflado que cabría todo en un tranvía.
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