Resúmen |
Los incondicionales. Tenemos a los incondicionales en escena, como era de esperar. Gracias a los incondicionales hay capítulo extraordinario taurómaco de otoño en Madrid. Los otros, los que condicionan cada paso que dan en la profesión y cada vez que se ponen el vestido de torear, no salen ahora en Madrid; no es su momento, porque un mal paso podría estropearles el plan de 1933. Bien venidos sean los incondicionales, que siempre están dispuestos a ponerse al lado del público para triunfar o para llenarse los bolsillos de pitos.
PRIMER TORO DE REJONES
Antes de salir consignamos que el caballero lusitano hace unas bonitas evoluciones con su jaca torda, entre aplausos de todas las tribunas. Se llama este primer toro, de Rico, "Mirlito". Es negro y es todo un toro por el tamaño. Simao comienza el cumplimiento de su deber clavando un rejón de una manera magnífica por la reunión del caballero con la bestia. Sigue a esta suerte una larga persecución del caballero, que corre por derecho al cornúpeto sin separar la cabalgadura de los pitones en más de treinta metros, y el alarde de caballista, como el rejón descrito, arranca una ovación grande, muy grande. Un nuevo rejón clava el caballero portugués admirablemente, acudiéndole siempre bravo el toro de Sánchez Rico. El rejoneo que sigue lo verifica con maestría indiscutible y entre general entusiasmo. Simao, en realidad, está hoy bordando la suerte con tanta confianza como dominio de su caballo y de su enemigo. Dos enteros rejones de muerte hacen tan efectivo daño, que dejan al bravo toro moribundo, y el caballero se retira triunfante mientras el puntillero da el golpe final y deja cesantes a los cabestros.
SEGUNDO DE REJONES
Simao da Veiga reaparece con otro caballo, también tordo y más oscuro. En cuanto sale este toro, "Tugón" de nombre, negro como el otro, y embolado, el jinete lo busca muy valiente y le clava un rejón en todo lo alto. Tiene un interesante capítulo de torear magistralmente desde la jaca para derivar con otro rejón también clavado en el morrillo en reunión precisa. Coge luego banderillas, y en menos de medio minuto clava tres pares superiosísimos, de tan emocionante modo, que los pitones dan al caballero en las piernas en el embroque, pues hay que hacer constar que los reiletes son de los cortos., no miden más que media vara. Las ovaciones hacen época en la historia de hacer cosas a un toro desde un caballo. Simao saca luego la jaca torera, y con ambas manos coge un par de banderillas de las largas, que clava asimismo con precisión maravillosa. Vuelve a repetir la suerte, siempre mandando a la cabalgadura con las piernas, y mete otro par, y en seguida otro más. El caballero, entre una última y unánime ovación, abandona la jaca torera, que sola se dirige desde los medios al patio de caballos, como si fuera un empleado más del circo taurino. Brillante actuación la del caballero lusitano en la plaza de Madrid en la tarde hoy.
PRIMERO - Lidia Ordinaria
"Moreno", negro, de bonita estampa y bien armado. Chicuelo se abre de capa para apuntar dos lances de su cosecha artística, que no tienen la misma bonita continuación porque el toro pierde brío y nobleza en los arranques sucesivos. Antes del primer puyazo sufre Chicuelo una arrancada tan peligrosa, distraído el bicho con un caballo, que el espada queda un instante en angustiosa situación entre el toro, el caballo y la barrera. Por verdadero milagro no tenemos que lamentar una cogida grave. El bicho se arranca bien a las plazas montadas.. Armillita apunta una filigrana en su quite, Chicuelo otra, y todos nos entusiasmamos; pero las alegrías nos saben a poco. No pasa más en todo el tercio. Guerrita y Rubichi palitroquean pronto y bien. Y Chicuelo surge con los instrumentos de matar y algunas veces de hacer maravillas. Vamos a ver.
Comienza Manuel con dos pases de pecho sobre la diestra de cabeza a rabo. Bien. Sigue por bajo cerca de las tablas del tres y aguantando y doblándose con la bestia de modo admirable. En buena técnica taurina mete dos series de muletazos que arrancan oles por el coraje que pone el diestro, que castiga a la bestia con eficacia. Igualada la cual, el ciudadano varia la conducta heroica a la hora de meter el sable, y el sable cae en el entresuelo izquierda en viaje rapidísimo y en línea curva, curva que se toma con pesqui de conductor granujón y experimentado en el arte de sacudir sin riesgo a los enemigos. (Palmas al torero y pitos al matador.)
SEGUNDO
"Pescador" de nombre, negro de uniforme y bien alimentado. Villalta comienza su deber apretándose mucho en su veroniqueo breve e interesante, que se ovaciona. Y de momento, aquí acaba la vistosidad del prólogo, porque el "Pescador" apenas pescó en el estanque de la bravura franca más que un cuarterón de la codicia que puede acreditar una vacada de postín. Arranca tardeando, tira la cara arriba, sabe o quiere quitarse la garrocha, y no ofrece ocasión a los espadas a que nos entusiasmen en los quites. Traga el castigo reglamentario, pero lo traga de muy malos modos.
|