| Resúmen |
Decepcionado salí de la plaza, lo confieso. Ausente una larga temporada del circo de la carrtera de Aragón, esperaba, al reintegrarme ayer tarde a ella, encontrarme algo saliente, llámese valor, llámese arte, que justificase el título de novillada extraordinaria. La primera desilusión salta a la vista. Son las cuatro y en la plaza sólo hay poco menos de media entrada.
-Poco interesan los toreritos de hogaño-me digo para mis adentros.
Ni Madrileñito debe ser lo que dicen, ni el Niño de la Estrella debe ser nada extraordinario cuando el público, porque sí, les vuelve la espalda; pero no aventuremos, tengamos un poco de paciencia. Ha salido el primer toro de Martínez. Es grande y mogón del lado derecho. El Niño de la Estrella aprovecha que el toro haya cogido bien el capote del peón, y en los tercios del 2 le ofrece unos lances, en los que si ciertamente hay algo de visualidad, hay también un mucho de movimiento. El novillo, voluntarioso, ha cumplido con las plazas montadas. En la suerte de quites sólo unos lances de Gitanillo de Camas merecen la atención del público. Lo demás fué una vulgaridad completa. Ni el Madrileñito ni el de la Estrella tienen la fortuna de adornarse. Parearon pronto, mas no bien, y el toro llega a su último momento.
El de la Estrella, con mucho movimiento, con mucha precaución, utilizando la derecha, nos enseña que es un torero que en la martingala y en la trampa conoce mucho. Hay dos o tres pases, aprovechando el viaje del toro, en que el novillero se aprieta. !Vista que tiene el niño! Un pinchazo delantero; tras nueva faena de alivio, de mucho alivio, para alargar el bracito, volviendo descaradamente la cara. Al fin, sin ninguna exposición, hunde el estoque, delantero y atravesado. Hay algún siseo para el artista, y también, por que no decirlo, algunas palmitas.
El segundo toro ha sido bravo, Madrileñito, poseido de una afectación impropia de un artista, torea mitad bien mitad mal. En algunos lances, el torero corre suave el capote. Quiere imitar, desde luego, el toreo de La Serna. !Qué lamentable equivocación! El artista, si de tal se trata, ha de tener personalidad propia. En el primer quite, Madrileñito está desconfiado, y sólo en el tercio de varas puede apuntarse un gran éxito para el picador Aldeano, que en tres grandes puyazos recordó la hermosura de esta suerte. Andaluz, que ha toreado con arte a punta de capote, prende un par de verdadero artista. Su compañero Campuzano no está a tal altura. Madrileñito torea al bravo animal equivocado por completo. El toro, que es bravo, que ha seguido bien el engaño, se le aparece al matador como una terrible fiera. Muchas precauciones, varios desarmes, y el final, que no sabe por dónde se anda el chico. Menos mal que, por último se enmienda, y con el estoque logra hacerse aplaudir después de un volapié que mata sin puntilla.
Es el tercero negro y de bonito tipo. Gitanillo de Camas, que nos hizo concebir alguna esperanza en el quite del primer toro, torea muy movido y muy despegado. Nuestro gozo en un poco. El torillo ha cumplido bien con los caballeros en plaza, y de su excelencia de temperamento no sacan gran partido los lidiadores. Entre Orteguita y Joaquinillo le adornan el morrillo pronto y bien. Gitanillo de Camas, más que una lección de torear, nos ofrece una sesión de baile flamenco. La faena está hecha en todos los tercios de la plaza. Sin dominio, sin valor y, lo que es más triste todavía, sin conocimiento. El "debut" no puede ser más desgraciado. Un pinchazo sin estrecharse y una estocada delantera y atravesada ponen al toro para el arrastre. El público, benévolamente, guarda un elocuente silencio.
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