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1932 - San Sebastián - La voz 05 septiembre - Por el maestro: Corinto y Oro

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AÑO

1932 - San Sebastián

Fecha

05 de Septiembre de 1932

Referencia

LA VOZ - Por el maestro: CORINTO Y ORO

Hechos

Corrida de Toros, celebrada en la Plaza de Toros de San Sebastián, el día 04 de Septiembre de 1932.

Diestros: Marcial Lalanda y Domingo Ortega (mano a mano)

Ganaderia: D. Argimiro Pérez Tabernero.

EL SUCESO DE AYER Y LA "ESPÁ" Y EL AZADÓN

Resúmen

Fuera de abono, y fuera de la más elemental normalidad con que suelen celebrarse los especáculos públicos de toda índole, se dió ayer una corrida en San Sebastián, en la que los diestros Marcial Lalanda y Domingo Ortega dieron muerte a estoque como sus intenciones y recursos permitieron a cinco toros de la ganadería de D. Argimiro Pérez Tabernero y uno de la de Trespalacios.

La corrida tuvo un desarrollo tan deplorable en cuanto a la pelea de los cornúpetos y la labor de los diestros, que de no ver los lectores y el director de LA VOZ falta de ganas de trabajar en una crítica tan sucinta que no ocupara más que diez o doce líneas, la obligación del revistero que subscribe estaría perfectamente cumplida con este suelto:

"La corrida que ayer se celebró en San Sebastián fué un desastre tan substantivo, que llegó hasta alterar el orden público. El espectáculo que provocó la desdichada fiesta fué tan lamentable, que nos averguenza como ciudadanos amantes de la sensatez y la cultura y que pone en evidencia a la España de hoy, en la que rige una República que a toda costa quiere hacer de la nación un país que se incorpore con la precipitación posible al mundo donde la civilización es un renglón preferente de la ciudadanía bien entendida." Y aquí pondría la firma, con lo que todos saldríamos ganando.

Pero no quiero que se interprete como pereza lo que de contraerse la crítica al suelto entrecomillado no sería más que una conveniente discreción. Y seré más extenso, por si alguien se siente, con apetito de detalles y consideraciones. La deplorable jornada taurómaca de ayer en el circo taurino donostiarra se dió con dos únicos matadores, figuras actuales del toreo, Marcial Lalanda y Domingo López Ortega, con la colaboración involuntaria de seis toros pequeños de D. Argimiro Pérez Tabernero, ganadero de gran crédito, que, como otros de Salamanca, sirve toros muy preferidos por los diestros de primera categoría, que pueden imponerlos a los empresarios y a los públicos, porque estas reses, por su terciado tamaño y, sus especiales condiciones de bravura y nobleza, suelen proporcionar resonantes éxitos, bajo la suposición, no siempre certera, de no ofrecer tanto riesgo como las vacadas andaluzas, con las que tienen que habérselas principalmente los espadas que no están en condiciones de ejercer el caciquismo en las plazas.

No obstante lo expuesto, ayer falló el presentimiento de las dos figuras taurómacas protagonistas del infausto mano a mano, porque los toros del Sr. Pérez Tabernero y el de Trespalacios carecieron de la suavidad apetecida para el éxito fácil, y las figuras fracasaron ruidosamente, particularmente Marcial Lalanda, cuyo lote-en le que fué incluido el cornúpeto de Trespalacios- fué ostensiblemente más difícil que el de su compañero. Los bichos del Sr. Pérez, algunos de los cuales se arrancaron codiciosamente sobre los caballos, se defendieron mucho en los tercios finales. El de Trespalacios fué fogueado. Resumen en cuanto a los toros: el ganadero salmantino, cuyas reses se buscan con afán y se imponen con resolución en los contratos de los que están en situación de imponer, hizo involuntariamente un flaco servicio a sus ardorosos licitadores.

Apurando la benevolencia y la discreción, norma invariable de quien, como el crítico que subscribe, no acostumbra hacer leña del árbol caído, diremos que mientras Marcial Lalanda tuvo una tarde de desaciertos, sensiblemente encadenados y progresivos, Domingo López Ortega no cayó rotundamente en el hoyo del fracaso, ya que su labor, aunque notoriamente deficiente en líneas generales, fué, más que rotundamente detestable, vulgar y falta de interés, y aun añadimos, para apurar nuestra proverbial benevolencia, que en el segundo toro tuvo algunos momentos de estimable resolución.

La justicia en el detalle y la crítica obliga a decir que las cuadrillas fueron las que ayer dieron un ejemplo a sus jefes en el esforzarse por el cumplimiento de la obligación y por la justificación de sus honorarios, y hay que ver la diferencia de los honorarios de los espadas a los de los subalternos.

La perturbación del orden público, que es el suceso más saliente de la desdichada jornada taurómaca de ayer tarde en la plaza de San Sebastián, se produjo en el quinto. Alguien pronunció una frase que por la índole de su contenido, quizá personalísimo y al margen de lo que a un torero puede decirse si su trabajo es deficiente (nosotros no la oímos), Marcial Lalanda se creyó en el caso de solicitar de la autoridad la detención del autor, y esta resolución del espada puso fuera de sí a los espectadores, ya cargados de bilis como suelen cargarse los espectadores de corridas de toros. El caso es que ello originó un escándalo formidable, formidabilísimo; un escándalo de esos que han dado motivo a los habitantes de otros paises a decir que "Africa empieza del lado de acá de los Pirineos", un escándalo de los que el Gobierno de la República debe evitar a toda costa, porque, en verdad, España no gana nada ante el mundo de la civilización y de la cultura con que haya toreros buenos o malos ni con que se den pases afarolados y estocadas altas o bajas. El toreo es una distracción, pero no es una necesidad, el torero es mucho menos necesario como tal torero que como eficaz trabajador para honra de su patria. Y si el torero, además de hacerse millonario por el desempeño de un oficio que no da provecho ninguno a la República ni en su moral ni en su progreso científico y económico, deriva por el camino de creerse gloria de España o jaque presuntuoso de "guapo", que ya no debe dejarse circular en pleno siglo XX, obliga rotundamente a la República (tanto más cuanto que no se ve en la torería contemporánea un terminante amor al régimen que hoy se propone salvar a la nación) a pensar en que mejor que dar pases de molinete es manejar un torno o roturar la tierra.

Querido director: Creo haberme justificado como redactor que no tiene pereza en dar a una crítica de toros una vez más un espacio de esplendidez que bien podría ser substituido por una líneas escuetas, que sobran para dar idea de lo que fué la desastrosa corrida de ayer en el circo taurino. Una vez más levantamos nuestro estendarte de generosidad dando columnas y columnas a la fiesta de los toros para provecho casi exclusivo de unos cuantos mozos que de no contar con la Prensa no juntarían millones y millones en un plazo que por lo breve avergüenza no poco decirlo y aun encomiarlo, como suele encomiarse. Pero, aunque yo sea aficionado al toreo debo reconocer forzosamente que no es la Prensa la menos culpable de que mientras estos millones se acumulan en los domicilios de unos cuantos fenómenos de trenza en el cogote, España y el mundo sufren las convulsiones de una dolorosísima crisis de trabajo y de educación social. Y someterse es dignificarse cuando la dignificación de la patria hay que procurarla a toda costa. Aficionado a los toros, pero mucho más aficionado a España. Y las columnas que se dan a la "espá", mejor las merece el azadón.

Fuente documental

 Fotografía: http://www.sansebastian.choperatoros.com/es/plazas.html