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1932 - San Sebastián - La Voz 12 septiembre - Por el maestro: Corinto y Oro

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AÑO

1932 - San Sebastián

Fecha

12 de Septiembre de 1932

Referencia

LA VOZ - Por el maestro: CORINTO Y ORO

Hechos

Corrida de Toros, celebrada en la Plaza de Toros de San Sebastían, el día 11 de Septiembre de 1932.

Diestros: Marcial Lalanda, Nicanor Villalta, Luís Gómez "El Estudiante" y Antonio García (Maravilla)

Ganaderia: Martínez

Caridad, misericordia, hospital, sanatorio, gratitud, hidalguía, optimismo...... !!!Maravilla!!!

Resúmen

Parece ser que mi última crónica, referente a la corrida extraordinaria de San Sebastián, ese desdichado mano a mano de Marcial y Ortega, ese desdichado mano a mano que es la única corrida no organizada por Pagés y sus compañeros de Empresa, ha hecho temblar los hemisferios taurómacos. ¿Por qué?

Hasta ese desdichado mano a mano, de cuyo amargo recuerdo toreros y espectadores no nos quitaremos el sabor aunque nos llevemos diez años a régimen de caramelos de limón y menta, la temporada fué admirablemente. Pagés y los hermanos Gómez de Velasco daban en la yema tarde por tarde, y el público tarde por tarde, salía contento de la plaza. Vino el mano a mano famoso, y vino el caos. Todavía retienen los valles y las montañas vascas el eco de las broncas; todavía anda por esas calles la literatura agria de los críticos y el comentario cortante y justísimo de los aficionados que tuvieron la mala suerte de presenciar el mano a mano famoso.

Vuelvo a preguntar: ¿Por qué han temblado los hemisferios? Pregunto más: ¿Qué hemisferios son los que han temblado? El mundo taurómaco, como el otro, tiene dos: el hemisferio de los toreros y el del público. Este no ha temblado, seguramente; y si ha habido temblor, ha sido un temblor de alegria, porque en defensa del público iba mi crónica, como van todas. El hemisferio de los toreros puede que haya temblado de rabia, y la rabia se extiende (me dicen) hasta la amenaza personal y hasta poner precio a mi cabeza. Lo pondré yo mismo: dos perras gordas y en cuatro plazos; no vale más. La cabeza de un modesto escritor es una insignificancia; la de un espectador taurino, poco más; la de un torero más o menos millonario es un tesoro. !Guay del que moleste a un torero millonario en lo más mínimo, y guay del periódico (aunque a los periódicos se lo deben todo) que ose meterse con él en sincera crítica si la crítica no es adulación!

¿Se puede vivir a sí? ¿No se puede decir que el toreo no es precisa ni absolutamente el alimento de España y que el torero no es la gloria nacional? ¿No se puede decir que el azadón está por encima de la "espá", y las fábricas, los talleres y las oficinas, por encima de las plazas de toros y de los círculos taurinos, y cuenta, querido lector, que el crítico que suscribe tiene el suyo en Barcelona? ¿No se puede decir que la España en trabajo está por encima de la España taurómaca? Y si se dice, ¿constituye tal profanación contra Santa Coleta bendita que haya que pedir la cabeza del que lo diga? Pues ahí va mi cabeza, aunque estoy seguro de que la República y la ley la defenderán contra las bravuconerías de los matones. Del público también estoy seguro. Lo defiendo y me defiende. Seguro. Señores toreros millonarios y aspirantes a ello; más respeto al público y a la Prensa, de cuyos dos respetabilísimos y bondadosísimos elementos vivis todos.

El patriotismo, la sensatez y la afición a los toros son tres cualidades espirituales perfectamente compatibles. Cuando salimos de una corrida detestable, todos somos taurófobos un momento y nos revolvemos con noble furia contra el que nos engañó, torero o ganadero. En la catastrófica corrida del desdichado mano a mano, el público fué rabiosamente taurófobo durante toda la tarde, y el crítico, respetuoso con el público y entregado a su impresión, hizo una crónica todo lo fuerte que las circunstancias demandaban. Pero como nos solivianta una corrida o un torero que nos ha defraudado nos entusiasma otra corrida u otro torero que lo dió todo por agradar a los espectadores. Eso es la fiesta.

Maravilla. Antonio García (Maravilla) es el nombre de este gato madrileño, héroe de ayer. Bien le cuadra el apodo. Bien le ha venido cuadrando durante toda su feliz campaña de novillero. Tan cierta es esta consideración que un día que le vi actuar en Madrid, arrancó de mí en el resumen de aquella corrida la frase hiperbólica de que se trataba de "la décima maravilla". Cuando se ve torerar como ayer se vió a este muchacho, no hay cuidado de que uno se sienta taurófobo. Muy lejos de ello, la afición aumenta, y el elogio sale espontáneo y con prisas por la boca y por la pluma.

Era la corrida de Beneficencia, y fuimos optimistas a la corrida, y salimos de la corrida con un optimismo mayor. La calidad de la fiesta creó lo primero; el valor y el arte de Maravilla, lo segundo. El madrileño se presentaba ayer en San Sebastián como matador de toros, y como tal queda tan fuertemente agarrado al circo taurino donostiarra, que el año próximo vendrá al abono con todos los honores a que otros renunciaron. El triunfo de Antonio García fué definitivo. Desde que abrió el capote en el primer toro hasta quñe entregó a las mulillas al octavo, todo fué rabia, todo fué solera de torero formidable, todo fué emoción de valiente sin trampa, todo fué acierto, todo fué triunfo, todo fué............... 

!maravilla! Huelga detallar en este caso. Antonio García (Maravilla) hizo tales prodigios con el capote, con la muleta y con la espada en sus dos toros, que desarrolló un curso completo del arte de torear y matar con belleza y emoción. Se llevó las orejas de los adversarios, se llevó cuatro vueltas al ruedo, se llevó un clamor de ovaciones, no interrumpidas, y el público, por levarse también algo de Maravilla, se llevó a Maravilla en hombros, mientras D. Eduardo Pagés-brindado en el octavo toro-se llevó el nombre del madrileño en su cuaderno de toreros selectos para sus plazas. Y en la de San Sebastián, en el renglón de honor. Un camarada de crítica taurina descubrió a este nuevecito y gran torero: "Don Justo", "Don Justo" tiene derecho a participar en el triunfo de su ahijado en un 50 por 100.

En orden de triunfo, a Maravilla siguió otro torero nuevo y bueno: El Estudiante. (Los últimos serán los primeros.) La juventud viene empujando; paso a la juventud. Malo fué el lote de toros de El Estudiante; pero la maldad de los bichos no quitó aliento al coraje de Luís Gómez y el coraje venció; el coraje y el estilo. Del tercero, manso, tiró el muchacho con una valentía y una destreza admirables, pisando siempre el confiadisimo diestro el terreno del desconfiado adversario, al que estoqueó con rapidez. En el séptimo, que achuchaba enormemente por ambos lados, que daba pavorosas arrancadas de medio en medio minuto en todo el tercio final y que le entrampilló en varias de ellas (una de ellas contra las tablas con grave peligro) estuvo El Estudiante hecho un jabato en toda la faena, y , a pesar de tener que hacer hasta nueve viajes para matar, porque el dificilísimo bicho se ponía siempre por delante, oyó una ovación grande como las que antes había oído toreando. Contra el deseo rabioso de cumplir un torero con su deber no hay ovación que se resista.

En Marcial adivinamos todo un completo desquite de la desacertadísima actuación que tuvo en el desdichado mano a mano del domingo anterior, adivinanza que se fortaleció al ver el desagradable recibimiento que se le hizo en el paseo. "El toro será bueno o malo-pensamos-; pero no importa, Marcial saldrá esta tarde con el amor propio puesto a toda tensión, y como, por otra parte, es un torero tan grande, que por cada pelo que tiene en su cabeza tiene un recurso para vencer al toro que sea, del desquite se puede hacer apuesta de cien a cinco." Pues no. Fracasó nuevamente Marcial, como fracasamos todos en nuestra flexible postura de adivinos, y los cinco a cien se cobraron. El "partido" de Marcial dió una vuelta de las que ponen fuera de sí a la "catedra". Unos lances al primer toro con cierta suavidad y elegancia; otros lances con arrodillamientos en algunos quites, y pare usted de contar. Que sus dos toros no llegaron claros a la muerte, cierto. Pero cierto, ciertísimo, que Marcial, una vez más, no sacó sus recursos múltiples, ni sacó su amor propio para imponerse entre los enemigos y para alzarse profesionalmente enérgico ante el público. Y a fracasar otra tarde, y a continuar descendiendo del pináculo donde sus méritos lo habían colocado. Todo, voluntariamente; todo como un síntoma lamentable de renunciación a seguir en la lucha. !Maldito calendario! 

!Lamentable situación la del hombre a quien la riqueza le quita el brío en su profesión, cuando este hombre se emperra en decir que a la profesión le sigue teniendo cariño ciego!

Villalta estoqueó muy bien el segundo toro, aunque ni para estoquearlo estaba bien el condenado. Mansote, revoltoso, incierto, corneando con mal estilo.... Pero la espada de Villalta se manifestó resuelta y certera una vez más, y el matador honrado se manifestó también con ella. El sexto fué bravo en los dos primeros tercios, y creyendo Villalta que en éste podría hacer esa faena "madrileña" que en provincias se ve con mucha rara frecuencia, brindó al público desde el centro del ruedo. Apenas iniciada la faena madrileña, el bicho la estropeó con dos gañafones peligrosos, y Nicanor se limitó a estar valiente, sin asustar a nadie y sin su clásico "parón". Con la espada, breve, muy breve; media suficiente, pero sin el sabor ni la valentía de la del segundo. En suma, una corrida más. ¿Pero salió contrariado de la plaza? Quizás no. Y esto tampoco es buen síntoma.

Fuente documental

 Fotografía: http://www.sansebastian.choperatoros.com/es/plazas.html