Resúmen |
Se llenó la plaza porque el programa era bueno dentro de su clase. Lleno completo, con el suspirado cartelito de "No hay billetes", ¿Crisis del trabajo? Aquí en Tetuán todos somos ricos a juzgar por los hechos; ricos sin complicaciones misteriosas ni deleznables; ricos de espíritu y pobres de bolsa, aunque con tres pesetas para pan y toros- !La vida!
Tarde de emociones; emociones de diversos matices: la que despierta la tragedia y la que levanta el arte en toda su extensión, porque el toreo es arte, arte exquisito, mal que pese a sus detractores, que los tiene, y valiosos. Nosotros hemos visto muchas veces en la plaza a los enemigos de la fiesta; posiblemente acompañando a un amigo, o documentándose para nuevo artículo demoledor, quizá para ratificarse en que no les gusta la corrida; pero van, y de diez casos, nueve con billete de favor. No contribuyen con su dinero al "fomento del bárbaro espectáculo"; pero van....., aunque luego lo nieguen. !Cultos que son los chicos!
Ayer hubo en este ruedo dos momentos de tragedia; la cogida del Niño de Haro por el segundo toro de la tarde y la de Jardinerito en el sexto. La plaza rugió de miedo en ambas desgraciadas ocasiones, y una vecinita de localidad pegó dos gritos que aún nos zumban los oídos. "!Cálmese señora!-le dijimos-. No se asuste, que no pasa nada. Los toros cogen a los diestros, pero enseguida los sueltan- ¿Para qué los quieren? Y raras veces hieren de gravedad. Más víctimas hacen los andamios, los desprendimientos de tierras, los cables de alta tensión y las correas sin fin que los cuernos de los toros."
Y así fué, en efecto; el Niño de Haro sólo recibió un varetazo en la espalda, y Jardinerito salió limpio y sin mancha, después de buscarlos los enemigos en el suelo con más pesadez que un "sablista" contumaz. Nada entre dos platos, mucho aparato, mucho movimiento en la arena, llegada oportuna de las cuadrillas y se pasó el miedo.
El toro del Niño de Haro era cárdeno, bizco y reparado de la vista, por lo que se vencía de un lado. El hecho ocurrió al darle un pase de muleta, después de haberle marcado otros dos en distintos terrenos porque el mansito se fugaba. En brazos de los areneros ingresó en la enfermería y no pudo volver al anillo. !Mala suerte!
A Jardinerito lo arrolló el toro en el primer muletazo, marcado con ambas rodillas en tierra. Citó así, y por dudar cuando ya el bicho había iniciado el viaje, se echó el toro encima. Este era bravo y noble. Se levantó rabiosillo y dió otros muletazos con valentía y sabor; pero sin completar la faena. Entra a matar y no encuentra toro; pincha luego y termina de media contraria y delantera. En el quinto Jardinero estuvo desconfiado, y mató de un pinchazo y una corta delantera y atravesada. No gustó. Mató mejor al tercero, de una cortay contraria, después de un pinchazo alto. Aquí, escuchó palmas.
Antoñete Iglesias no diremos que confirmó el cartel, porque ya lo tenía con creces confirmado, pero si debemos señalar que alcanzó un nuevo triunfo por su arte, alegria, estilo y dominio de excelente lidiador. Estuvo Iglesias muy valiente, muy torero y con grandes deseos, logrados, de agradar. Se le vió con mucho gusto en sus felices intervenciones, y salió de la plaza a hombros y en paseo triunfal. Con la capa toreó por verónicas, faroles, gaoneras y medias verónicas, en juego de brazos suave y con mando. Con las banderillas le llegó a la cara al enemigo con soltura y limpiamente. Jugueteó antes con el toro y lo quebró a cuerpo limpio en las carrerillas iniciadas para pasarse repetidas veces por delante. Luego, con la muleta, tiró de repertorio y remató los lances doblando con mucho arte y vista el cuello de los toros. En fin, el torero quedó a una gran altura, a la altura de los toreros caros. A este cuarto toro, que fué el de la faena grande, lo mató de un pinchazo alto y un estoconazo hasta las guarniciones. Cortó la oreja, dió la vuelta y tuvo que saludar dos veces desde los medios. Al que lesionó al Niño de Haro lo toreó valiente y lo aliñó pronto. Un puntazo y media en el hoyo de las agujas. Oyó la ovación y saludó desde el tercio. En el primero estuvo algo pesado, pues necesitó para matar tres pinchazos y media en las alturas. En conjunto, muy bien.
Tengamos para Pepillo un elogio justísimo. Este excelente peón estuvo siempre magistralmente colocado, y cuando Iglesias, en el tercio de banderillas relatado, en sus alardes toreros de postín, corría peligro, el capote de Pepillo llegaba a tiempo. !Ole! Bien, don José. También actuaron con acierto Nacional, Ángel Iglesias, Muntaner, Vaqueret, Andaluz y Malagueñín, que colocó buenos pares, menos el que tuvo la gentileza de brindarnos. !Hombre, Malagueñín, eso no es patriotismo! Pero en fin, ahí va mi aplauso y un cigarro con fajín...., si no se subleva. Las reses, regularmente presentadas. Dos toros muy buenos, tres regulares y uno ful. Aldeano Chico, Atienza, Paco Díaz y un joven que se picó solo el primer toro cumplieron decorosamente en su misión; pero no le ganaron la pelea al sol, que al aparecer por la mañana se vió que traía los machos apretados.
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