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2) JOSÉ BENTO d'ARAUJO

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 Nombre

 José Bento d'Araujo

 Nacimiento

En el año 1852.

Población País

Junqueira - Portugal

 Historia

Dotado de una afición sin límites y un valor rayano en la temeridad, se presentó por primera vez ante el público de su país en 1874, alcanzando unánimes aplausos, y captándose, desde luego, la admiración y las simpatías del público, pudiendo decirse que desde aquella tarde data la celebridad de este caballero.

Después tomó parte en varias corridas verificadas en Sacavem, Campo de Sant'Anna, Porto y otras plazas de provincias, alternando con el célebre Monteiro y Manuel Mourisca.

Sembrada de flores en Portugal su senda de artista, quiso ver otra nueva tapizada para él en el extranjero, é imitando a nuestro D. Luis Mejía. 

Saltó a Francia, ¡buen país! toreando con satisfacción general en París, Nimes, Marsella, Arlés, Avignón y Mont de Marsán, que siempre se han distinguido en festejar a los lidiadores célebres, y en proteger a los desconocidos. Araujo puede contar su paso por Francia como una victoria legítima, y su trabajo de aquella ocasión, como uno de los que más pueden enorgullecer al que lo practica. Los periódicos se deshacían en elogios del gentil caballero, haciendo su apología y señalándole como uno de los más decididos y notables lidiadores portugueses.

Sintiendo la nostalgia de la patria después de dos años de ausencia, volvió a ella en 1893 para continuar, quizá con más ardimiento que antes, su larga y envidiable carrera de triunfos, como lo prueban las delirantes ovaciones que alcanzó en Lisboa toreando en la plaza del Campo Pequeño. 

La plaza española en que más se distinguió, fue en la de San Sebastián, donde mató un toro de un rejonazo como pudiera hacerlo Don Duarte, cuando rejoneaba en la Plaza Mayor de Madrid.

Bento d'Araujo es hombre de educación esmeradísima, temperamento activo, y carácter franco y generoso, de esos que se granjean amistades por donde van. 

Como nota final podemos añadir que el caballero Bento d'Araujo toreó en España con general aplauso, y descontando la plaza de San Sebastián ya mencionada, en la de Santander, donde se distinguió rejoneando toros de D. Vicente Martínez, de Colmenar; en la de Barcelona, donde trabajó en seis corridas, y, por último, en Madrid, a la que vino contratado por dos corridas, agradando tanto que la empresa tuvo que ajustarle por otras tres. 

 Notas

Entre los distintos artículos y poesías encomiásticos que se le tributaron entonces, gustó mucho la siguiente composición publicada por el periódico taurino de Nimes, titulado El Picador, en su número del 28 de mayo de 1893.

MADRIGAL AU CABALLERO EN PLAZA, BENTO D'ARAUJO

¡Voyons! Caballero sois toujours admirable

Et fais que pour longtemps tu sois incomparable,

Ton royal coursier et toí, si ravissant,

Vous saver mériter les applaudissements!

Ton jeu superbe et grand, d'une gráce infinie

Du eang-froid, de l'adresse, entretient l'harmonie!

Tu es l'enfant gáté des spectateurs Nimois,

Redouble donc d'ardeur, car pour eux, tu le vois

Il faut non seulement planter tes javelines

Mais leur montier aussi ce que chacun divine;

Le goút parfait de l’art, qui fait seul leur régal

Pour que tu puisses d'eux parler en Portugal

                                                                     L. S.

En cuanto a su personalidad artística, nos atendremos al juicio emitido por el director del notable periódico portugués A Tourada, que tenemos a la vista,

Dice así:

«José Bento d'Araujo, a quien todos admiran por la corrección y lucimiento de su trabajo, pertenece al número de aquellos a quienes debe más el arte tauromáquico, porque ha sabido engrandecerle de una manera notable por la forma que cultiva con tanto esplendor. Su manera de lidiar está incontestablemente basada en los conocimientos más recónditos del arte y no intenta una suerte que no tenga el resultado apetecido. Las suertes de gaiola las tiene practicadas con toda brillantez en las corridas en que ha trabajado en Campo Pequeño. Buen pulso y consintiendo siempre a los toros, su trabajo es, por regla general, el más correcto y lucido posible, siendo muy raro el ver un hierro colocado por el aplaudido caballero fuera del sitio en que deba estar. Dotado de un valor que pasa de los límites de lo ordinario, para él no hay toros de difícil lidia.» 

Fuente

Biblioteca Digital Castilla y León - La Tauromaquia - Por don Leopoldo Vázquez y Rodríguez - don Luís Gandullo - don Leopoldo López del Saá.