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Exmo. Sr. DUQUE DE VERAGUA - 1 -

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Ganadería:   Excmo. Sr. Duque de Veragua

Zona:   Madrid

Hierro:  El hierro de esta casa, consistía en una V con corona ducal.

Divisa:   Encarnada y blanca.

Casta:    Vazqueña

Historia: 

Es interesante por demás el historial de esta famosa ganadería, que conservó el hierro primitivo de su fundador Vázquez, y que tenía derecho a romper plaza por ser la más antigua de todas las ganaderías.

Don Vicente José Vázquez, hacendado riquísimo de Utrera, comenzó en el año 1780 la crianza de toros bravos, valiéndose de elementos de diversas procedencias, aunque inmejorables todos ellos, figurando vacas del Marqués de Casa Ulloa y de Becker, ambos vecinos también de la villa de Utrera, y de la célebre casta de D. Rafael Cabrera, la más famosa de aquellos tiempos.

Obtenidos tipos definidos en fuerza de perseverancia e inteligencia, echaba en ellos de menos su dueño una cualidad indispensable: bravura. Eran grandes, finos, ligeros de pies, bien encornados, pero les faltaba dicha esencial condición en el grado que se apetecía para lograr un gran prestigio y un justo renombre.

Por entonces apacentaba sus piaras en dicho término de Utrera, el Conde de Vistahermosa, cuyas reses eran alabadas como un prodigio de bravura, y sabido esto por Vázquez, le hizo al Conde proposiciones de compra de vacas.

El aristócrata ganadero se negó en absoluto a ceder ni un cuerno. Vázquez insistió y ofreció sumas verdaderamente fabulosas, pero el de Vistahermosa corroboró a su vez la negativa, y ni ruegos ni ofertas le hicieron desistir de su primer propósito.

El terco Vázquez no se arredró por la negativa del Conde. Dispuesto a adquirir lo que él consideraba indispensable para formar una gran ganadería, concibió un astuto proyecto, que puso en práctica inmediatamente, y fue ello arrendar al arzobispado de Sevilla los diezmos y primicias de la diócesis, tributo inmemorial por el que la Iglesia tenía derecho a la décima parte del producto de la cosecha, como igualmente a una por cada diez cabezas de ganado producto de la cría anual.

Por este ingenioso medio pudo, al llegar la hora del cobro, presentarse en la dehesa de Vistahermosa y requerir para sí las becerras que el Conde se vio obligado a entregarle, y con éstas y las tributadas en años subsiguientes, logró su propósito de reconstituir su vacada con la base de la bravura legendaria en las reses de Vistahermosa.

Transcurridos los años necesarios para apreciar los resultados, vio D. Vicente José Vázquez, con gran satisfacción, que sus toros eran inmejorables, y cuidándolos y atendiéndolos más cada día hasta su muerte, acaecida en 1830, obtuvo al fin el soberano placer de poseer una ganadería famosísima, cuyos toros hicieron proezas en todos los circos de España, venciendo en cuantas competencias y rivalidades surgieron.

A punto estuvo de desaparecer esta vacada, y los aficionados jamás se hubieran consolado de ello, y fue la causa la decisión de venderla, junta o separadamente, tomada por los albaceas testamentarios de D. Vicente José Vázquez.

Pero, por fortuna y por efecto de la celebridad de las reses vazqueñas, el mismo rey Fernando VII, que era un entusiasta partidario de la fiesta de toros, envió a Utrera a D. Fernando Criado Freiré, con encargo de adquirir casi todas las reses, y esta pretensión real hecha antes que la de otros solicitantes que hubieran subdividido la piara y extirpado la pureza de la casta, fue tenida en cuenta y aceptada, adjudicándosele al Monarca 500 vacas, 100 erales y 34 cuatreños, en condiciones superiores de tienta, pelo, trapío y bravura.

A fines de Julio de 1830, salieron de Sevilla para el Jarama las referidas reses, llegando a la Real vacada de Aranjuez en agosto. Allí, bajo la dirección del anterior Duque de Veragua, hiciéronse escrupulosas operaciones de selección, pero como tuviera en dicha Rea! vacada intervención oficial el ganadero Gaviria, éste dispuso que seis toros suyos y cuatro de D. Julián Fuentes, que los criaba en Moralzarzal, cubrieran determinado número de vacas vazqueñas, con lo que se señaló un peligro para la pureza de la casta.

Gracias a una discreta orden del Sr. Duque de Veragua, el tentador Míguez evitó la ruina de la ganadería, para lo cual señaló por su mano todas las crías, con una, incisión especial sólo advertida por él, y transcurrido tiempo, esta descendencia que estuvo aislada completamente, se envió al matadero.

Ocurrido el fallecimiento de Fernando Vll, su esposa la Reina Gobernadora hizo enajenar la ganadería, adquiriéndola los duques de Osuna y Veragua, y quedándose este último al poco tiempo con toda la propiedad, hasta el 1866, año de su muerte, pasando por herencia a su actual dueño Excmo. Sr. D. Cristóbal Colón de la Cerda, Duque de Veragua.

Las aficiones de este prócer son bien conocidas, y sabido es su desvelo por conservar limpia la casta vazqueña, y hacer que su ganadería conservara su legendaria fama e importancia, pudiéndose asegurar, que fue de las pocas que se conservaron en primera fila.

Se distinguían estos toros, que pastaban entre las riberas del Tajo y del Jarama, por su nobleza, cualidad que los hacía ser preferidos sobre todos los demás por los lidiadores. En la suerte de varas acometían ciegamente, con un poder enorme, recargando y propinando caídas monumentales, y, sobre todo, a la salida de los chiqueros, perseguían con tal bravura a las peones que, con frecuencia sumaban al rematar en los tableros, se rompían las astas por las cepas.

El pelo más corriente en dicha vacada era el jabonero, preciosa manta que hacía de los toros un objeto de hermosa visualidad.

Notas históricas:      

En la historia de la ganadería se registran hechos tan curiosos cómo notables, y entre los toros que han alcanzado celebridad por diversas causas, figuran "Perlíta", que ocasionó la muerte al banderillero "Cuco de Sevilla"; "Bravío" que, asimismo, mató al espada Roque Miranda; "Pavíto", que en la Plaza vieja de Madrid infirió una cornada al matador Manuel Jiménez "el Cano", de cuyas resultas falleció a los once días; "Ventero" y "Lumbrero", que a los picadores Curro Sevilla y Manuel Calderón, respectivamente, les produjeron la muerte a consecuencia de fatales caídas, y como ejemplos de singular bravura, "Guindo", "Fontela", "Gasparón", "Merino" y cien otros.

La típica advertencia que en los carteles de toros figura notificando que «de inutilizarse los picadores anunciados, el público no tendrá derecho a exigir otros», proviene de que un veragüeño envió a la enfermería a todos los picadores después de haber tomado más de 20 varas, y por no haber más gente de a caballo en las cuadrillas, el público promovió un motín tremendo, y para evitar la repetición de este hecho, desde entonces se estampa la citada advertencia.

Fuente documental:        

Biblioteca Digital de Castilla y León - Biblioteca Digital Taurina

 https://bibliotecadigital.jcyl.es/ 

Obras: Toros de Lidia por don Samuel Tena Lacen Madrid - 1907

Hierros y divisas de las ganaderías de toros de España (1888)

 

 

Indicador de hierros divisas y señales de ganaderías asociadas (1914) por don José Emilio Pinar